"Señor V" - 1

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Emocionado no era la palabra correcta para describir como se encontraba Horacio, era una palabra demasiado pequeña a comparación de como se sentía, por fin estaba en Francia.

Saltando y caminando de manera descuidada se dedicó a recorrer París, eran las tres de la tarde y un cansado Gustabo estaba llevando sus maletas y las del menor, el rubio prácticamente caminaba dormido, mientras el otro no mostraba tener ni pizca de sueño.

–Horacio, puedes dejar de saltar y llevar tu maldita maleta.– En otra instancia el nombrado se hubiese enfadado por el tono empleado por el oji-azul, sin embargo estaba muy feliz como para tomar en cuenta ello, por lo que hizo lo pedido y se apresuró para ir hasta el hotel en el cuál se hospedarían hasta que la casa que habían rentado esté completamente lista.

Una vez llegaron fueron con la recepcionista del lugar, quien habló fue Horacio, obviamente, puesto que el de piercing no sabía mucho del idioma, y que hablaran tan rápido no mejoraba las cosas.

–Dice que nuestra habitación es la 206, y que disfrutemos nuestra estancia aquí.– Le explicó a su hermano de otra madre, quién lo miraba impaciente de poder ir hasta el cuarto y dormir, por lo menos siete horas. Le agradeció a la chica y se encaminó hasta el lugar indicado con sus maletas y el de tez levemente bronceada a su lado.

Entraron a la habitación y Gustabo se tiró hasta una de las dos camas que habían. Horacio miró la habitación, dejó su maleta sobre la cama, la abrió y dejó en desorden toda la ropa dentro del armario.

–Voy a ir a recorrer, nos vemos luego.– Escuchó solo un gruñido a manera de respuesta, sonrió y tomó la tarjeta con la que se abría la habitación, además de su teléfono y billetera.

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Viktor salió del estudio hecho una furia, y es que joder, si quieren que él haga un buen trabajo que las modelos pongan de su parte, muy bueno será fotografiando, sí, pero no hace magia.

Tomó la cajetilla de cigarrillos que se encontraba en la parte derecha de su gabardina color crema, junto con un encendedor verde, con pequeños detalles plateados en forma de líneas paralelas y una serpiente en el medio. Con la mano derecha sacó uno de los cigarros que contenía la cajetilla casi llena, se lo puso en sus labios y ejerció poca fuerza para poder sujetarlo, luego abrió el encendedor del cuál salió una llama relativamente grande, encendió el cigarro y guardó tanto la cajetilla como el encendedor.

Dió una profunda calada y luego expulsó el aire por sus labios, quitando el cigarro para poder realizar la acción, sintiendo el sabor a nicotina que lo tranquilizaba, no solía fumar muy seguido, como máximo dos o tres veces por mes, sin embargo últimamente fumaba casi una cajetilla entera en aquel tiempo, su trabajo de fotógrafo se le hacía increíblemente difícil a culpa de los y las modelos, quienes sin importar que hablaran en inglés o incluso ruso, no parecían comprender lo que quería.

Caminó mientras fumaba hacia un parque cercano a dónde estaba, cada vez que se exasperaba con el trabajo iba hacia allá a relajarse, la brisa fría por la sombra de los árboles lo calmaban, y el aire medianamente más puro le daban la fuerza para poder seguir trabajando.

Entró a el parque el cuál estaba rejado a su alrededor, caminó hacia la parte en la que siempre iba, y se acercó al pequeño claro que había ahí, había una fuente en mal estado, pero que aún así tenía agua en el fondo, completamente cristalina, siempre se preguntó si cambiaban el agua todos los días o algo así.

Cuando llegó a su lugar de siempre se sentó en la orilla de aquella fuente de un color blanco Marfil, o esa fue su intención, puesto que cuando estaba por sentarse sintió como lo tiraban al agua de esta, y para rematar le tiraban un café hirviendo sobre su ropa, pero suerte el calor se contrastó con lo fría que estaba el agua de la fuente.

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⏰ Última actualización: Oct 28, 2020 ⏰

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Cold Eyes, Warm Heart - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora