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Un niño jugaba en su habitación, hasta que oye un grito de su padre llamandolo, el corre asustado a su cama y se arropa en un intento por protegerse de su padre, el hombre entro y le arrebató la sabana, lo tomo del brazo con tanta fuerza que lo lastimaba, en sus ojos no habia amor, solo había dolor, rencor y odio.
Estaba asustado, horrorizado, su corazon palpitaba tan rapido que sentia que se le saldria el corazón en cualquier momento, uno que ya estaba roto. su padre olía a alcohol y a cigarrillos baratos.
¿Qué?¿quieres llorar? Susurro con burla.
Sus ojos estaban húmedos y ya no podia retener más las lagrimas.
¡Nisiquier te atrevas a llorar! El pequeño no queria hacerlo pues sabia que su padre se enojaria aun más. ¡Los hombres no lloran!.
Porfavor sueltame, me lastimas. En un intento desesperado suplico.
esperaba que aquel hombre frente a el tuviera un poco de compasión por su propio hijo, pero como siempre eso no paso.
El hombre lo golpeo hasta que se canso, se aseguro de dejarle bien claro a su hijo que lo odiaba, aun que no lo dijera con palabras.
El no sabia que habia hecho mal, era un buen niño, iba a la escuela, hacia sus deberes, respetaba y queria a su padre aun que este no lo tratase bien.
Entonces ¿porqué?.
Tu maldito mocoso, me quitaste lo que más amaba. La voz melancólica y rota del hombre le hizo sentir pena.
Ella todavia estuviera aqui si no fuera por ti. Tiro la botella estrellandola contra la pared.
Pero yo... Eso lo enfurecio más, avento las cosas que estaban el la repisa de su cuarto y todo lo que se le atravesó.
¡Ella estaba harta de ti! ¡De cuidarte¡
Sabia que eso no era cierto,pero aun asi le dolio. Solo mirate, eres un inutil,¿quien podria querer un hijo como tu?Lloro, no le importo si eso le aseguraba otra paliza, porque sin importar lo que hiciera su papá lo golpearia, siempre lo hacia, desde que su madre los habia dejado.
culpaba a su hijo, lo odiaba, en verdad creia que su esposa se habia suicidado por su culpa, aunque en el fondo sabia que no era asi.
Pero era más facil culpar a alguien más que aceptar la culpa.
El hombre parecio entrar en razón por un momento, solo observo en silencio a su hijo sollozando desde el marco de la puerta.
Limpia eso. Solo dijo eso para irse sin más, sintiendose mal por un momento.
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estaba listo para irse, queria dejar esa vida, como lo habia hecho su madre, aun la recordaba apesar de que habian pasado tantos años. Su cabello negro, su piel palida, sus ojos color miel, y su angelical voz.
La tristeza en su rostro, sus ojos hinchados, su piel palida y sus ojeras oscuras mostrando lo cansada que estaba.
Simpre sonreía, siempre sonreia para el, no impotaba lo cansada que estubiera. Queria verlo feliz, que se sintiera seguro y amado.
Pero un dia simplemente no pudo más y opto por la salida facil. No la culpaba, no sentia rencor hacia ella por haberlo dejado.
Solo se preguntaba "¿porque no se lo llevo con ella?" "¿Acaso había cierta verdad en las palabras de su padre?" "¿era un mal hijo?" "¿porqué me dejaste cuando prometiste qué no lo harias?"
Aunque sabia que nada de eso importaba, no podia cambiar el pasado, solo esperaba poder salir de ese infierno al que llama "hogar".
Habia conseguido un tarbajo para poder independizarse, trabaja en un bar, si, talvez no era el mejor trabajo para un niño pero era lo que había.
Se encontraba limpiando la barra cuando dos chicos entraron, una chica con un moño rosa y un albino.
De verdad creó que deberías declarartele, no dejaba de mirate, es obvio que también le gustas. La chica se sonrojo y golpeo su hombro.
¡Ya te dije que no me gusta!, ademas no creó que ella se fije en alguien como yo. Miro a la chica de reojo.
no entendia porque se sentia asi, si es muy atractiva y no es que a el le gustase o algo asi, solo era sincero.
Si no te quiere ella se lo pierde. La chica rio un poco.
Su estado de animo habia cambiado muy rapido. No tardaron mucho en ordenar, dudo si deberia atenderlos ya que era obvio que eran menores de edad, debian tener la misma edad que el.
Pero a su jefe no le importaba, para el solo era un negocio asi que no le dio importancia. No era su problema.
La noche era tranquila, salio de su trabajo y se fue a su casa, cuando llego su padre lo esperaba en la sala.
Sabia que eso pasaria, ya estaba preparado, pero esta vez era diferente.En la oscuridad de la noche una casa se encontraba iluminada, el silencio fue interrumpido por unos pies corriendo por su vida, el ruido de la televisión opacaba sus quejidos e intentos por respirar, los gritos de su padre retunvababan en su cabeza.
¿Puedes perdonarme? Susurro en su oido.
Su vista se nublaba poco a poco, y la vida se le escapaba.