Encerrada

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- Cállate, esta vez no pienso hacerte caso...
+ ¿Acaso alguna vez me he equivocado?
- ¡Por supuesto! Siempre soy yo quien acaba metida en líos por seguir tus consejos.
+ Que el resto de personas no sean capaces de ver las situaciones desde mi perspectiva, no implica en ningún momento que no tenga razón.
- Deja de confudirme, te he dicho que esta vez no pienso hacerte caso.
+ Si te dijera que matases a un lobo, ¿lo harías?
- ¡No, por supuesto que no!
+ ¿Y si ese animal está a punto de atacarte? ¿Valorarías tu vida?
- ¿Pero qué tiene que ver esto con la realidad?
+ Es sencillo: conoces de sobra mi poder. Puedo adentrarme en la mente de cualquier persona, conocer sus pensamientos, indagar en sus intenciones; solo intento protegerte.
- Pero, ¿por qué a mí?
+ Ya te dije que algo me une a ti, algo que me impide irme. Si tú mueres, yo moriré contigo, por eso tengo que tratar de protegerte a toda costa.
- Egoísmo...
+ Supervivencia, que es exactamente el instinto que a ti te falta.
- Te recuerdo que hasta ahora, te he seguido en todo lo que me has pedido, y que no me ha resultado nada sencillo; hasta que apareciste, yo jamás le había hecho daño a nadie.
+ Cierto, pero sí que te lo habían hecho a ti, ¿no? Gracias a que yo aparecí, sigues viva.
-Pero a qué precio...
+ A cualquiera, pero es tu vida. Si no antepones eso a todo lo demás, ¿qué te queda?
- Sí, supongo que tienes razón...
+ Pues entonces, hazlo ya.
Me siguen temblando las manos, pero tengo que hacerlo. Ellos me quieren hacer daño, y yo tengo que protegerme.
Cojo el lápiz de madera que tengo guardado debajo de la cama, y lo afilo un poco más antes de guardármelo en la manga. Salgo de la habitación y voy hacia el comedor, donde están todos. Allí estaba él, sentado en el sillón, observando por la ventana. No parece que quiera hacerme daño, ni siquiera se ha girado cuando me he parado a su lado.
+ ¡Hazlo ahora! ¡Venga! ¡No dudes ni un segundo más, o no tendrás más oportunidades de acabar con esto!
- (Tengo que ser valiente...)
Saco el lápiz y se lo clavo en el cuello. Intenta girarse y pegarme, pero soy más rápida y ya le he perforado la yugular. Han venido 5 personas a cogerme, pero para él ya es demasiado tarde; estoy viendo la sangre emanar mientras yace en el suelo y su pecho ha dejado de moverse. Por fín está muerto.
- ¡Te dije que esto no saldría bien!
+ ¿Cómo que no ha salido bien? Lo has conseguido, lo has matado.
- Sí, y vuelvo a estar encerrada aquí. Esta vez no me van a dejar volver a salir.
+ Pero has hecho lo que tenías que hacer; él iba a matarte.
- Estoy harta...siempre tengo que hacerlo yo todo, y siempre acabo pagando yo por tus historias.
+ Sabes que yo no puedo hacerlo. Nunca me dejas salir.
- Claro que no...porque no existes.
+ Sí que existo, estás hablando conmigo en estos momentos.
- No, solo existes en mi cabeza, y sigues aquí porque eres el único con el que puedo hablar aquí dentro.
Agacho la cabeza e intento liberarme de la camisa de fuerza que me oprime y no me deja moverme, pero es imposible. Sé que no volverán a soltarme, no después de matar a otra persona. No volveré a salir de aquí, nunca.
*En el despacho del fondo, los médicos comentan el suceso.*
- Es la tercera persona con la que acaba, hay que tomar otro tipo de medidas.
+ Esta chica es uno de los casos más complejos que hemos experimentado en este centro: se le diagnosticó transtorno de la personalidad múltiple y esquizofrenia paranoide, probablemente debido a la cantidad de traumas y años de abuso y maltrato, tanto físico como psicológico, por parte de su pareja. Tras innumerables palizas, haberla separado de su familia y amigos, tenerla encerrada en su domicilio durante meses sin dejarla salir y una continua afectación psicológica, su mente fue capaz de crear una personalidad funcional completamente contraopuesta a la suya, dominante y violenta, la cual fue la que actuó cuando asesinó a su marido; también es la misma que la incita a seguir cometiendo estos actos, de eso no me cabe la menor duda.
* ¿Entonces, qué podemos hacer?
- Encerrarla.
+ Esa no es la solución, aunque desgraciadamente, aún no sé bien cómo ayudarla...lo único que sé con certeza, es que hasta que su otra personalidad desaparezca, ella será un peligro constante...hasta para sí misma, si en algún momento no quiere obedecerle.

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