Misterioso; Distracción

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Una no tan pequeña criatura baja las escaleras de forma rápida pero precisa siguiendo los pasos de sus hermanos, todos dirigiéndose hacia el comedor, tratando de no empujarse unos con otros

Su 'madre' había tocado la pequeña campana dorada hace solo unos segundos, anunciando el desayuno, puede que todos los días realicen la misma rutina de siempre, pero la emoción y adrenalina se encontraba constantemente presente, excepto para Vanya.

Nuestra querida Vanya, la numero siete de los 7 niños que el excéntrico millonario había adoptado, tenía la mala fama (en su familia ) de ser la "ordinaria"

Mientras que sus queridos hermanos contaban con habilidades especiales inigualables:

Luther —el número uno— contaba con súper fuerza, Diego —el número dos— podía tirar cualquier objeto haciendo que se dirija al lugar donde quiera (principalmente usaba cuchillos), Allison, su querida hermana de tez morena —número tres— podía hacer que la gente haga o realice cualquier cosa que esta le decía o como ella le llamaba 'pedir cortésmente' con solo decir "Oí el rumor..." .

Vanya encontraba este don algo extraordinario y muy útil, pero no sabía (al igual que su hermana) las consecuencias que traía consigo.

Klaus —número cuatro— el drogadicto y alcohólico de la familia, tenía la desgracia de poder invocar o comunicarse con los muertos, el problema es que estos le llamaban y lo aturdían cada noche, o cada vez que su padre lo encerraba en un cuarto para que "enfrentara" sus miedos.

Cinco (al igual que su nombre lo dice, es el número cinco) puede teletransportarse a cualquier lugar, no importa cuan lejos este, puede que sea algo simple, pero él estaba inmerso en explotar su habilidad al máximo.

Ben, nuestro dulce Ben —número seis— podía sacar de sí mismo unos tipos de tentáculos monstruosos, los cuales podrían generar una masacre en segundos, este le tenía pavor a su poder.

Finalmente Vanya —número siete— ningún poder, nada especial, decía su padre, lo peor, es que esta le creía, al igual que todos sus hermanos.

Todas las mañanas a las seis en punto ¡Sin más tardar! Su madre tocaría la pequeña campana para que bajen a comer la primera merienda del día, todos deberían estar bien uniformados, peinados y arreglados, y, lo más importante, ser puntuales.

Esto se repetía para el almuerzo y cena, a excepción de cuando ellos mismos querían comer algo aparte, como cuando su madre les preparaba galletas o un pequeño postre, aunque esto solo pasaba por lo menos una vez en dos semanas.

Todos se encontraban parados detrás de sus respectivos asientos, esperando a que su padre llegue, para que todos se puedan sentar, y cuando empezaba a sonar la documentación (la cual era puesta todas las mañanas) todos se proponían a comer.

Nadie hablaba, todos estaban inmersos en sus platos, cortando los huevos fritos y el tocino, formando una carita feliz con este, ese era el mismo desayuno de todos los días, junto el bowl de avena con un vaso de leche tibia.

Cuando les tocaba el clásico desayuno de huevos fritos y tocino (los cuales formaban una carita feliz), Vanya se preguntaba si su padre se daba cuanta del detalle o solo lo dejaba pasar, o si, su madre no hubiese puesto de esa manera los alimentos en su plato para que no se fastidie ante la ridicules del alimento formado.

Los niños vivían fuertemente presionados contra las miles de reglas que su padre les había puesto, y no se quedaban esas no más por siempre, cada año agregaba unas cuantas más conforme los incidentes y discusiones pasaban, por lo que estos se limitaban a hacer o hablar de algo inadecuado,  al menos delante de su padre

Solo por ti | FiveyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora