Connaître

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Jimin finalmente despega sus curiosas manos de las cicatrices en los muslos del chico para caminar a la mesa metálica a sus espaldas, sobre la misma está un sobre de papel color beige, está sellado al igual que todos los que se le entregan en estas ocasiones.

Sus fríos dedos pasan del borde inferior hasta el rojo sello de cera derretida. Basta un tirón para que lo que mantiene cerrado al sobre ceda y Jimin enseguida saca el contenido. Hay varias hojas con lo que se supone es el diagnóstico de muerte y, al fondo, está la foto del muchacho cuando aún vivía.
Jimin saca la imagen y suspira con lo que se podría describir como tristeza, Yoongi parecía ser un chico bastante alegre, pues sonreía tan grande que sus rosadas encías lograban asomarse de su boca.

El castaño volvió a dejar el sobre en la mesa para regresar a la plancha con el cuerpo inerte. Ya estando frente a su objetivo, comparó la foto con el cadáver, no había cambiado mucho, a decir verdad; el pálido color de Yoongi era casi idéntico a cuando vivía, sólo que ahora era un poco –mucho– más opaco; sus labios, anteriormente rosados y con una sonrisa, estaban ya cosidos desde el interior, quebrados y casi blancos.

"¿Por qué, Yoongi?" Jimin pasó su mano por los azabaches cabellos contrarios, estos seguían perfectamente sedosos. "¿Qué apagó tu sonrisa, eh?"

Las palabras salieron tan naturalmente de su boca que incluso Jimin se sorprendió, pareciese que últimamente la empatía se le había escapado del cuerpo. Podrían llegar ancianos, niños, bebés o incluso mujeres embarazadas a su sala y, aunque siempre les hablaba con la dignidad y respeto que merecían, ya no era como antes, como en los inicios de su carrera. Con treinta y cuatro años de vida, cuatro de médico forense y ocho trabajando como tanatopractor, Jimin había presenciado lo más horrible de la humanidad, el daño que una persona puede provocarle a otra con o sin intención y, aún así, las muertes que siempre lo afectaban eran los suicidios, pensar en la inmensa tristeza que el individuo sentía como para tomar tal decisión ponía a su corazón a temblar.

"Ya eres feliz, ¿cierto?"

Fue hasta la repisa al fondo del lugar, tomó un jabón y esponja corporal y enseguida los empapó de la helada agua de la llave en la esquina del salón. Frotó la barra de jabón neutra en la amarillenta esponja hasta que de la misma comenzó a brotar espuma, agarró también un trozo de tela seco pero igualmente frío y lo colocó sobre su hombro. Volvió a la plancha y deslizó la esponja por el cuello del pelinegro, sorprendiéndose cuando con la yema de sus dedos, aún cubiertos por los guantes de látex, notó cómo lo único que recubría las clavículas de Yoongi era su opaca piel pues no había ni un poco de grasa en el lugar. Después, limpió cuidadosamente la espuma con el trozo de tela que anteriormente descansaba sobre su hombro.

La esponja bajó hasta el delgado pecho del azabache, los casi inexistentes vellos del área aún estaban crispados debido a la rigidez cadavérica.

“¿Tienes frío? Subiría la temperatura pero no sería agradable para ninguno.”

Y, cuando Jimin estaba pasando la esponja con delicadeza por los duros pezones del chico, los helados dedos de Yoongi se enredaron en la muñeca del castaño, quien, si no tuviera ya tanta experiencia en este tipo de situaciones, habría salido corriendo y con la cara tan pálida como la de un muerto. Sin embargo, Jimin solo se apoyó de su otra mano para deshacerse del apretado agarre en su muñeca, un trabajo bastante difícil, a decir verdad.

Luego del pequeño –y algo inusual– incidente, el castaño continuó lavando los brazos, estómago, ingle y, finalmente las piernas de Yoongi. Oh, sus piernas; antes de limpiarlas, Jimin se permitió admirar lo delgadas, blanquecinas y libres de vello que eran, preguntándose si alguna de sus conquistas tuvo siquiera extremidades inferiores tan lindas. Se sintió casi enfermo al estar acariciándolas, y digo casi porque le parecía bastante normal considerar una u otra característica de sus pacientes bella, por ejemplo, elogiaba mentalmente la nariz, altura, cabello u otros rasgos de los cadáveres, y no consideraba que fueran características de ser un depravado. ¿O sí?

Morte  || JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora