Fantôme

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Después de su entierro, Yoongi volvió al limbo tremendamente cautivado por la amabilidad y belleza del hombre que lo arregló para tan especial ocasión. Estando sentado en una de las tantas sillas del blanco salón al que llegó antes de ser juzgado, pensó en lo lindo que se sintió el delicado toque del castaño y sus palabras; a su lado, estaba sentado un hombre con la cara desfigurada, detrás de él estaba una obesa mujer que parecía ser una vil ricachona y contiguo a ella estaba otra fémina, sólo que sumamente delgada y con los ojos rojizos. Ignorando el pesado ambiente, un sentimiento al que llamó amor fue creciendo de a poco en su pecho y se dirigió a la mujer de pie detrás de un podio, quien daba los turnos a las personas.

“Disculpa,” La pequeña rubia lo observó con una amigable sonrisa, sus mejillas estaban coloreadas de un bonito rosa y su piel era tan blanca que casi se perdía en el reluciente color de las paredes del lugar. “quiero regresar, al mundo de los vivos.”

Las piernas y manos de Yoongi temblaban casi como cuando se tomó todas esas pastillas de antidepresivos.

“¿Perdón? Esta fila es para ser juzgado por Dios.” La sonrisa jamás desapareció. “Si quieres regresar tienes que ir con alguien más.”

“¿Alguien más?”

“Con Satán,” Lo último casi se lo susurró al oído, como si temiera ser escuchada por terceros. “Te va a ayudar, sólo tienes que estar consciente de que todo tiene un precio.”

“¿A dónde tengo que ir?”

¿Qué tan desesperado por recibir amor tenía que estar si, al instante en que le dijeron adónde ir, Yoongi emprendió su camino? Bastante, en realidad. El trayecto no fue para nada complicado, solo tuvo que bajar y bajar escaleras, supo que estaba bastante cerca cuando la agradable brisa del limbo se convirtió en un sofocante vapor.

Tocó la puerta dorada una, dos y a la tecera vez esta se abrió por completo.

“Adelante.” Una grave voz que se escuchó casi como un gruñido. Con el corazón bombeando a una velocidad sorprendente, avanzó unos cuantos pasos, la puerta se cerró repentinamente y una extraña fuerza lo pocisionó justo frente a un amplio escritorio de negra madera. Una enorme silla estaba dándole la espalda y Yoongi dedujo que ahí estaba sentado el temido ángel caído.
Quiso correr, su frente estaba perlada de sudor y lágrimas amenazaban con salir de sus ojos, sin embargo, no podía siquiera moverse, era como si algo estuviera atándolo al suelo.

La silla giró con extrema lentitud hasta que una hermosa mujer con un clásico corte de cabello Bob le dio la cara.
Yoongi abrió la boca, jamás esperó que el mítico Satán fuera una linda chica, pues la idea de que tenía colmillos, cuernos, una larga cola y pezuñas de cabra estaba muy sembrada en su mente.

La pelinegra sonrió antes de aclararse la garganta y comenzar a hablar. “¿Qué te trae por aquí, Yoongi?”

“¿T-Tú, tú... eres Sa-tán?” Lisa soltó una ruidosa carcajada mientras cruzaba sus largas y esbeltas piernas debajo del escritorio.

“Bueno, así me conocen en tu mundo.” Alzó los hombros despreocupadamente. “Preguntaré de nuevo, ¿qué haces aquí? ¿No es muy rápido como para que hayan dictado tu sentencia?”

“¿Eh? ¿Estoy destinado a venir al infierno?”

“¡Oye! ¡Dile Inframundo!”
Lisa se puso de pie, acercándose peligrosamente a Yoongi, que retrocedió unos pasos al notar que ya podía hacerlo.

“Sí, Inframundo.” El pálido tragó duro, queriendo deshacerse de su suéter de lana debido al infernal calor del lugar. “Como sea, no hice nada malo como para estar aquí.”

“Tienes razón, hace tiempo que la homosexualidad dejó de ser castigada.” Lisa suspiró, pareciendo derrotada hasta que sus ojos brillaron con un rojo sangre. “Pero... a la perra de allá arriba no le gustan los suicidios.”

El chico tembló ante la última palabra, si bien se sentía liberado de aquella vida, el saber que tuvo que recurrir al suicidio lo ponía un poquito mal.

“¿La perra de allá arriba? ¿la rubia?”

“Oh, no, Dahyun es un amor, muchos de mis socios vienen a mí gracias a ella.” Lamió con suavidad sus rojos labios que brillaban debido al gloss en ellos. “Me refiero a quienes ustedes llaman Dios, esa jodida escoria.”

Yoongi no sabía porqué asombrarse más, si porque la enemistad entre bien y mal era verdadera o si porque ambos, Lucifer y Dios, eran del sexo femenino.

“¿Por qué tan furiosa?”

“Ay, Yoongi querido...” Lisa sonrió con lo que claramente fue lastima. “Tú y los de tu especie están condenados a vivir peor que en el infierno estando en sus manos, piensa en todos esos problemas que tienen, las enfermedades, crisis, la escasez; todo lo hace ella cuando está aburrida.”

Tenía sentido, claro, pero no podía confiar en quien, por siglos, había sido acusada de ser la causante de miles de desgracias.

“¿Y tú eres un dulce caramelo?”

“Recuerda que yo no era más que un ángel, esa estúpida me desterró porque siempre estuve en desacuerdo con todo lo que hace.” Puso un mechón de cabello detrás de su oreja con perforaciones bajo la atenta mirada de Yoongi. “Yo sólo doy lo que la gente me pide pero obtengo algo a cambio: su alma. ¿No es algo justo? Todos damos y recibimos.”

Silencio, nada más que silencio y al final la amplia sonrisa de Lisa.

“¿Vas a firmar o no?” De entre sus largas y decoradas uñas surgió una hoja, el contrato que el pelinegro ni siquiera solicitó.

“¿Puedo leer las condiciones?”

“Adelante, te van a encantar.”

La hoja especificaba que Yoongi volvería, con otro apellido, otra vida pero con la misma sublime apariencia; pero, y siempre había un pero, entregaría por completo su alma a Lisa, quien podría reclamarla cuando, como y donde quisiera.
Entre sus manos apareció un ardiente bolígrafo y, en unos segundos, la firma del pálido joven ya estaba sobre el papel, que enseguida ardió en llamas y posteriormente se  consumió por completo.

“Perfecto, te veo después, cielo.”

Antes de poder preguntar algo más o siquiera agradecer, Yoongi fue absorbido por lo que parecía ser un hoyo negro, escuchando la escandalosa risa de la mujer justo antes de sumergirse en la oscuridad, casi como si estuviera durmiendo profundamente.

Morte  || JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora