Two: Señor Park.

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Dity mind era la canción perfecta, la canción digna para él, para su cuerpo desnudo, para sus manos y gemidos, para sus movimientos pélvicos. Dirty mind, era la canción perfecta para el señor Park, allí bajo mi cuerpo, moviéndose como sólo el puede hacerlo.

¿Qué es esto, guerra o amor? ¿Sexo o amor? ¿Lujuria o amor? 

¿Qué es esto que siento cuando él me observa así? Cuando sus ojos oscuros me recorren por completo, me devoran y dejan ver esa perversión en su interior, esas ganas inapelables de jugar, dominar y tomar todo en su camino, cada parte de mi cuerpo como si fuese suyo. Cada pequeña gota de mi cuerpo.

¿Qué es esa satisfacción? ¿Por qué regresan de nuevo esas ganas extrañas de querer más, más que sólo su cuerpo? 

¿Qué hizo el señor Park conmigo?

—Precioso. —Él suspira una vez más cuando sus dedos se entierran en mi carne, suspira profundo y duro cuando sabe sin necesidad de palabras que lo amo. Suspira ronco cuando él sabe lo metido que está en mi sistema, de punta a punta, tan profundo como su cuerpo dentro del mío, entrando y saliendo en busca del clímax. Tomando cada pequeña parte de mi ser sin remordimiento. Entrando tan profundo hasta enloquecerme.

Suspira, incluso, cuando está follándome duro dentro de su auto, en el asiento trasero en medio del estacionamiento abandonado. 

Él, sabe lo metido que está en todos mis deseos. 

Y lo mejor, es saber que también me tiene en sus sentimientos, en sus pensamientos insanos, inmorales. Me tiene dentro de su alma y cuerpo, de una forma u otra.

— ¿C-Cómo estuvo tu día? ¿Todo bien?

Le escucho preguntar cuando se mantiene dentro de mi cuerpo, descansando del afán, del deseo que nos consume a diario en secreto. Descansando del clímax cuando, con ese descaro digno de él se toma el atrevimiento de recorrerme el cuerpo; con sus ojos y manos, con cada parte de él que no hace más que desestabilizarme emocionalmente. 

Le escucho preguntar, entre motes amorosos, románticos y perversos que sólo él puede usar.

Con él, no quiero siquiera volver a casa.

— Todo bien señor Park. N-nada fuera de lo normal.

—JiMin, sabes que me gusta que me llames JiMin. —Pero también sé, que ama ser llamado señor Park, ama saber que esta por encima de otros. Porque él, ama el dominio. Ama tenerme bajo su control.

El señor Park ama a los chicos de mi edad.

—JiMin, todo estuvo bien. Todo estuvo como siempre... Nadie lo sabe.

Porque esa es la verdadera pregunta que desea salir de su boca cuando me acaricia una vez más. Porque más allá del sexo, más allá de saber que tiene gran parte de mi corazón, de saber que no soy un maldito jugador como todas esas perras falderas, más allá de todo su verdadera preocupación es su trabajo. 

Su posición dentro del sistema. 

—¿Quieres cenar conmigo ésta noche? Lo estamos posponiendo desde hace mucho y ya comenzaron las vacaciones. — Ya podemos tenernos a diario en su casa, en su cama de todas las formas posibles, eso es lo que realmente quiso decir.

—¿Ramen? — Y su risa, ronca y madura se extiende por el pequeño espacio, recorre cada pequeña e insignificante parte del auto cuando asegura qué sino conseguimos ramen podemos comer cualquier otro tipo de fideo; largo, corto, grueso... Cualquier tipo de fideos que desee y como desee.

Él, definitivamente es lo que mis amigos definirían como alguien vicioso, venenoso e inmoral, que sueña y piensa en cosas oscuras donde abraza, muerde, domina y toca a su gusto, ahogando en el placer como el demonio en carne y hueso porque el señor Park es el pecado en persona; la lujuria, la gula. Cada uno de los deseos qué cuando se acercan a mi vida se encargan de ahogarme, matarme lentamente.

Muy lento.

—¿Tú padre está en casa? — Pregunta detrás del volante,  a pocas cuadras de casa cuando el cielo está oscuro, negro y profundo.

¡Oh!

— Papá llegará tarde, hoy se presentó una reunión de última hora para los militares de alto rango... Puedes dejarme en frente si deseas. — Esa sonrisa, socarrona y coqueta solo muestra lo mal que esta por dentro, lo mucho que desea entrar a mi casa y hacerlo de nuevo, cumpliendo otra fantasía más.

Él es tan...

—Hasta la noche TaeHyung. Te espero en el lugar de siempre, paso por ti a las diez. — Le escucho decir antes de quitar el seguro del auto, antes de girar y mover su boca contra la mía, antes de meter su lengua y jugar a ser el jefe una vez más.

Él sencillamente es demasiado para mi.

—Hasta la noche señor Park...— Y allí, en medio de la calle lo veo irse, lo veo arrancar el auto sin preocupación hasta perderse en la esquina al girar para tomar la avenida.

Lo veo desaparecer sin temor alguno, sin preocupaciones mayores a lo que haremos  más tarde en la noche. Sin preocuparse por el hombre que llamo papá.

¿Esto, es morbo o amor? 

No lo sé. Y realmente, no lo quiero saber.

No cuando el señor Park llena el vacío en mi interior, cuando se encarga de hacerme olvidar a su manera, reemplazando cada pequeña cosa con su cuerpo, con sus labios, con sus palabras de aliento cuando estoy sobre su cuerpo.

Realmente, no me interesa saber si estoy demasiado mal por hacer esto; un adolescente y un adulto, es tan trillado que a nadie le interesa en este siglo. 

Ni siquiera a papá. 

—Eres un niño malo. — Ni siquiera, cuando papá me recibe en esa posición dentro de casa.

No me interesa arreglar mi problema cuando mi falso padre espera por mi cuerpo.

—HoSeok...

Tal vez, nací para ser jodido de esta forma.

¿Esto, es siquiera amor?

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