Algún Día - Tina Monzant

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Anoche lloré, desconsolada hasta caer rendida y agotada, cada día que pasa está siendo más difícil ocultar los cambios que se están generando en mí. Estos pensamientos, estos recuerdos que no sé si son míos o de la otra persona que habita en mí y que día con día gana terreno y me ayuda a sobrevivir, es esta batalla interna la que me deja exhausta. No sé a quién acudir y aferrarme a un Dios indolente ante el sufrimiento de su creación, es tan absurdo como creer que en verdad el universo existe por esa mano divina.

Esa mano que desde que tenia cinco años me forzaron a creer que es bueno, que le debo mi vida y que todo lo que puedo ver es gracias a ese ser incorpóreo e intangible.

¿Dónde estuvo cuándo mi madre me castigaba por comer una galleta más cuando tenía hambre? ¿Dónde estuvo cuándo su iglesia la reclamaba y me dejaba los domingos o cualquier día de la semana en manos de ese monstruo? ¿Dónde estuvo cuando mi padre me tocaba, y despojaba de mi inocencia profanando su creación y sacando su cámara de video para su diversión? ¿Dónde estuvo todos esos años de tortura física y psicológica? ¿DÓNDE?

Ahora que no soy una niña y que mis fuerzas mentales se han diezmado después de diez largos años, no puedo seguir luchando, no puedo continuar cargando con esta culpa y no puedo seguir fingiendo que la oscuridad que habita en mí no existe. Entonces, a partir de hoy, la abrazo y la hago mi amiga.

Hoy más que nunca dejaré de luchar, permitiré que toda la podredumbre que mis padres sembraron en mi salga a la luz para impedir que se lo hagan a otra persona, ese ser que crece día con día en el vientre profano de mi madre, no soy capaz de luchar por mi así que dejo que esta oscuridad lo haga por ambos.

Que esta carta sea la evidencia de que lo que hoy pasará recae sobre la conciencia de ese Dios que no existe y que nuestras almas ardan por la eternidad en el fuego del infierno.

—Demonios, esta chica sí que esta perturbada. —comenta horrorizado el oficial Alec McNamara a cargo de la investigación—. Es por esto por lo que odio estas fechas.

—Y no es para menos colega, Halloween saca mucha mierda de la cabeza de la gente, ¿has visto la cantidad de video que hay en esta computadora? ¿No se supone qué esa chica desaparecida es su hija? —retruca el segundo agente Thorston mientras recolecta pistas en la escena del crimen.

—Según los registros y las fotos familiares sí, pero tú más que nadie sabe la clase de degenerados que hay en la ciudad. —McNamara da un vistazo en derredor y pasa sus manos por la cabeza admirando el horror.

La habitación de los padres de Erika, la chica que escribió la carta es aberrante, su padre, o lo que queda de él, estaba esparcido y mutilado dejando reconocible solo la mitad de su rostro, con los sesos y sus viseras que llegaban hasta el techo, por otro lado, su madre se encontraba casi intacta, solo su cuello y vientre fueron cercenados y la creatura que estuvo resguardada en el seno materno no está.

—Esto es una verdadera masacre, parece que una jauría de lobos hambrientos entró y se sirvió a sus anchas. Mejor dejemos que el equipo forense trabaje y vamos a la comisaria, debemos encontrar a esta chica y ver qué diablos pasó aquí. —sentencia McNamara dejando la carla en una bolsa de evidencia.

Justo cuando los forenses llegan a la escena y los dos agentes están por salir a dar una vuelta para inspeccionar las demás áreas de la casa. En el resto todo se ve como cualquier casa de una familia promedio, nadie diría que dentro de esas cuatro paredes se suscitaban tales horrores. Encontraron el sótano cerrado con llave, de un solo golpe el pomo de la puerta fue destrozado y lo que descubrieron en la esquina más alejada de la vista pública casi los hace vomitar.

El feto que se suponía desaparecido estaba colgado por los pequeños pies con lo que parecía era el cuerpo de un gato negro arropándolo, en el suelo un cuenco con algún tipo mezcolanza que burbujeaba se dejaba ver y la putrefacción les provocó arcadas. Para no contaminar las evidencias salieron como almas que lleva el diablo.

Regresaron para avisarle a los médicos de la segunda escena con el bebé y algo en la esquina de la habitación llamó la atención de Alec, una pequeña luz roja titilando lo hizo dirigirse como polilla a la luz, literalmente.

Una cámara de video que aún seguia grabando. Con las manos enguantadas tomó el aparato sacándolo de un escondite en la repisa sobre el televisor, unos cables se encontraban conectados a la pantalla plana y sin ánimos de mover evidencia lo dejó haciéndole señas a Thorston lo invita a acercarse.

—Enciende esta cosa, quiero ver antes de que nos vayamos.

—Claro, pero de seguro son videos de ese tipo con la chica, su computador está lleno de esa mierda.

Con agilidad el oficial enciende el aparato y una imagen de ellos se refleja. La cámara marcaba dos horas con catorce minutos de grabación.

—Retrocédela. —Ordena el oficial McNamara y Thorston acata la orden.

Una vez el contador marcó cero se pudo ver el primer plano de la habitación tal cual como está ahora, segundos más tarde puede verse a una chica enclenque de unos trece o catorce años pasar por el frente del ángulo de grabación, se ve desnutrida, desorientada y casi al punto de un colapso, sin embargo, lo que más impacta y mantiene a los oficiales pegados a la pantalla es la forma en la que su ropa se encuentra, toda llena de sangre, hecha girones, hasta su cabello tiene restos de lo que pudiera ser uno o ambos progenitores.

Un grito desgarrador y tronador resonó haciendo que todos en la habitación se cubrieran sus oídos, de repente la chica cae arrodillada frente a la cama tapándose la cara, a los pocos segundos se levanta y todo en sus facciones y modo de moverse cambiaron, como si fuese otra persona, algo... sobrenatural, una elegancia envolvió los pasos de la niña mientras arrastraba una silla y se posicionaba frente a la cámara lista para dar una entrevista. Los dos oficiales ajenos a todo el bullicio de los forenses se encontraban hipnotizados con los ojos clavados en la pantalla.

—Buenas noches —saluda la chiquilla con aires de diva—, como podrán ver por fin he sido liberada, ya no habrá más sufrimiento para Erika, de ahora en adelante ni ella ni Jessi, así le iban a poner a la otra niña que venía en camino, sufrirán a manos de esta escoria —señala la cama donde se encontraban los cuerpos de los esposos—. Quizás tendrán muchas preguntas y dudas oficiales Mcnamara y Thorston —los dos hombres se miraron por un momento con el corazón latiendo frentico en sus pechos—, como, por ejemplo, ¿cómo sabe nuestros nombre? O ¿Cómo pudo esa niña con dos personas adultas? Tal vez, ¿qué hizo con el bebé de su madre? Esa seguro ya la saben —le guiño un ojo y un escalofrió les recorrió la columna cual rayo— O, quizás la clásica, ¿dónde está? —la chica o lo que sea que ahora habita el cuerpo de Erika se levanta para hacer un acercamiento a la pantalla, en sus ojos puede verse la claridad de una persona lucida y estable, solo queda su rostro enmarcado— Solo puedo decirle que en su debido momento lo sabrán, mi tiempo en esta tierra de perdición no ha acabado y nuestros caminos se cruzarán en algún punto.

Una risa macabra parte en dos el rostro de la chica y sus ojos se oscurecieron como pozo de brea dándole un aspecto siniestro al tiempo que la luz en toda la casa se va, dejando solo el televisor y esa imagen congelada.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2020 ⏰

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