C A T O R C E

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Omnisciente

Número Ocho regresó a las ocho de la noche la academia, subió las escaleras y entró a su habitación, y cerró la puerta tras entrar.

Le dieron su primer sueldo, nada mal, comenzó a contar lo que había ganado para empezar a hacer cuentas futuras.

— Hola.

_________ pegó un brinco y un pequeño grito, también tiró un poco de su dinero al suelo.

— ¿Qué demonios te pasa? ¿Qué haces aquí? —Le preguntó _________ a Cinco, que se encontraba en su habitación.—

— Vine a buscarte, pero como no estabas, decidí esperarte.

Número Ocho lo miró con algo de desaprobación, para después recoger lo que había tirado y colocarlo  ñen su cama.

— ¿En dónde lo conseguiste? —Preguntó Cinco refiriéndose al dinero.—

— Gané una puesta en un casino, ¿por qué? —Mintió.—

— Por nada.

Hubo un silencio. _________ suspiró pesadamente.

— ¿Qué quieres?

— ¿Qué no puedo venir a hablar contigo? —Preguntó Cinco indiferente.—

Y ahí estaba esa actitud de nuevo. Número Ocho tensó su mandíbula y apretó ambos puños.

Estaba cansado, estaba cansado de que Cinco fuera así con él, tan... indeciso.

Pero lo que no sabía, es que Cinco estaba muriendo por dentro en ese momento, ambos estaban muriendo por dentro en ese momento, tal vez de maneras distintas, pero lo hacían.

Ambos se miraron directamente a los ojos; la luz estaba apagada, pero se veían los lindos rayos azules de la luna.

— Necesito hablar contigo. —Habló Cinco.—

— ¿De qué? —_________ se dio la vuelta, comenzó a guardar sus cosas.—

— Sobre lo que pasó esa noche.

Numero Ocho se quedó estático, su corazón comenzó a aumentar la velocidad, su respiración se dificultó.

— Quiero saber, ¿por qué me besaste?

Esa pregunta fue una muy directa.

_________ se giró sobre su eje, y miró a Cinco; tenían como distancia unos metros. El azabache estaba en la esquina de una habitación, y _________ estaba en la otra.

Si bien nuestro protagonista podría decir que estaba ebrio o incluso drogado esa noche, pero, él ya estaba harto de esconderse. De todas maneras de iba a ir de ahí, y ya no tendría que verlo.

— No lo sé. —Respondió.—

— Bien, cambiaré la pregunta. —El ojiverde tenía los brazos cruzados y estaba recargado en la pared, pero después se colocó recto.— Acaso sientes algo... ¿por mí?

Número Ocho trago saliva, y agacho la mirada, estaba molesto.

— ¿Por qué me haces esto? —Preguntó.—

— ¿Hacer qué? —Cuestionó al no entender.—

— Me estuviste ignorado por varios días, y ahora apareces en mi habitación sin tan siquiera preguntar si me siendo incómodo contigo aquí y con tus preguntas.

— Necesito saberlo. —Insistía Cinco con una voz tranquila.—

— ¿Para qué? —_________ alzó la mirada, había una lágrima recorriendo su mejilla.— ¿Para que te burles de mí?

Confusión. | Number Five (gay¡)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora