𝑀𝑌 𝐷𝐼𝑉𝐼𝑁𝐸 𝐵𝐸𝐼𝑁𝐺 - Momonplay.

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Suffer - Charlie Puth
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Sintió como pequeños rayos de sol le obligaban a despertar, terminado por abrir sus ojitos para encontrarse metido en un pequeño hoyo de un tronco seco que caído se dejaba ver.

Se percató de que se encontraba dentro de una cueva, donde por pequeños agujeros pasaba la luz. Y lo más importante: de que continuaba con vida.

¿Acaso aquel despiadado lobo no le había matado como al zorro?

Y su atención pasó a sus orejas, que sintieron como unas pisadas hacían eco dentro de aquella cueva, donde parecía habitar otro animal, teniendo en cuenta los huesos, agua y otras cosas que allí habían.

Notó como una oscura sombra se acercaba con lentitud hacia él, mientras que él temor de volver a vivir aquello le hacía mantenerse congelado, por más que su instinto primitivo le rogaba salir corriendo de allí.

Aquello aumentó al notar como el dueño de las pisadas era aquel grande y oscuro lobo, que en cambio a él, se mostraba relajado y tranquilo, sin ningunas intenciones de caerle daño, todo lo contrario, ya que al acercarse, manteniendo cierta distancia, colocó un par de hierbas, ofreciéndoselas a Auron, que temeroso no comprendía su actitud.

— ¿Q-Quién eres tú? ¿P-porqué mataste a aquel zorro pero no a mi? ¿Qué quieres? —Tuvo que preguntar, no soportando saber cual era la intención de aquel animal.

—Tranquilo, solo intento ayudarte. Soy Momon. Y tuve que hacerlo, sino él te mataría a ti. E intento ayudarte, además de que no quería ver a ese sucio zorro asesinar a un pequeño animal como tú que además de no proporcionar mucho alimento, no mereces morir bajo las garras de ese miserable animal. —Explicó, sentándose frente al pequeño animal, solo que manteniendo la suficiente distancia como para que este no se sintiese amenazado.

—E-entonces... ¿no vas a comerme? —Cuestionó, intentando mantenerse calmado, cosa que no logró al oír la gruesa voz del lobo, además de observar sus filosos colmillos.

—No, o al menos no por ahora. Sería desaprovechar un animal que promete dar mucha más carne en un tiempo. —Explicó, mirando desinteresado al conejillo, que como si olvidase todo lo que antes vivió y el miedo que momentos antes recorría sus venas, empezó a mover su peludita cola.

— ¡Gracias por salvarme! —Agradeció, acercándose hasta la comida al saber que aquel animal no le haría daño.

—No te confíes. Puede que te esté mintiendo y si te voy a matar. Además, no lo hice por ti, ese zorro me estaba molestando y resulta que cuando iba a acabar con él, planeaba hacer lo mismo contigo. —Añadió, observando de reojo como el pequeño conejo se disponía a comer de las verdes hierbas.

—Pues confiaré en que no lo harás. Y aún así, me salvaste. —Miró con felicidad al lobo, que confundido le observaba.

¿Acaso no sabía que era un lobo, que podía asesinarlo con un mordisco?

¿Porqué ya no tenía miedo?

¿Acaso tan confiado era?

Pfff, y eso que después de los zorros, dicen que los lobos son los más mentirosos cuando de comida se trata.