Le rezaba a todos los dioses que conocía para que esta vez pueda tener, al menos, un amigo.
En su otra ciudad no había tenido mucha vida social. Si alguien le hablaba era solo para pedir una tarea; si él les hablaba simplemente le ignoraban, asi que dejó de intentarlo
Se había mudado a Los Santos la semana pasada antes de que comenzaran las clases, para prepararse un poco.
Aunque el día no pudo comenzar peor...
Se levantó tarde porque se había olvidado de poner la alarma. No tuvo tiempo de desayunar ni de ducharse; afortunadamente se ducho en la noche asi que no habría problemas con eso.
Se vistió con lo primero que vio y salió del departamento. Mientras caminaba por la calle se acomodaba un poco su ropa para estar más decente, por mirar abajo, casi lo atropella un autobus.
Cuando finalmente llegó, se olvido de la mochila. Tuvo que volver y buscarla. A todo esto ya eran las 9:28... él entraba al colegio a las 7:20.
Encontró la mochila, volvió a salir de su casa e inmediatamente se chocó con un ciclista, se levanto apenas pudo y salió corriendo.
Salteando la parte en la que un perro casi le caga los zapatos, de que se había olvidado su móvil y que casi se pone a llorar en medio de la calle, llegó al colegio.
Justo cuando llegó, se termino el receso, por lo cual ahora tendrían la clase correspondiente. Si no mal recordaba era matemáticas, Gustabo es pésimo en esa materia.
Intenando no destacar mucho, se sentó en una mesa.
Luego de unos pocos minutos llegaron más alumnos, habían dicho que la profesora tardaría un poco porque fue a buscar una carpeta en la sala de maestros. Sus compañeros automaticamente se pusieron a charlar entre ellos mientras Gustabo rezaba para que no venga un dinosaurio al lugar y matara a todos.
Un chico se sentó junto a él.
Tenía una ¿cresta? de color blanco, una chaqueta azul y amarilla, una remera blanca y unos pantalones negros.
-Hola. - Sonrió. -Soy Horacio.
