¿Friendzone? Eso es para novatos.

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Damas y caballeros, hoy me dirijo a ustedes con la intennción de relatar mi increíble aventura a través de una tierra temida por muchos: La Friendzone. 

Pero no se alarmen, queridísimos lectores, porque mi estadía en este territorio fue una experiencia más bien pasajera. Ustedes se preguntarán cómo es posible salir airoso de semejante travesía. Y es por eso que ahora intentaré contar la historia completa, aunque en seguida debo advertir que tiendo a irme por las ramas y agregar detalles innecesarios a la hora de relatar, seré lo más breve posible. 

Yo, Alka Williams, solía ser una persona soltera y relajada antes de que todo ocurriera. Y con "todo" me refiero a haberme fijado en Cameron Lewis, uno de mis mejores amigos (junto a Wendy, Dallas, Matt y Lucy). Los seis habíamos decidido buscar un trabajo de verano en que pudiésemos estar todos juntos, y lo habíamos encontrado en modesto hotel en Sausalito, California. Mientras los demás habían conseguido trabajos diurnos, Cam y yo éramos camareros en el restaurante a partir de las 6:30pm. Para entonces, yo ya estaba batante perdida por el muy imbécil, y la idea de trabajar juntos... no voy a mentir, me emocionaba bastante.

El restaurante no estaba nada mal, era una terraza techada por enredaderas de hojas verdes y rojas, que dejaban entrar una luz maravillosa al atardecer, y las sillas de hierro pintdas de blanco junto a las mesas de vidrio le daban al lugar un aire elegante y vintage a la vez que me encantaba. Daba gusto trabajar ahí, y con Cameron acompañándome... no había de qué quejarse. 

Pero claro que él sí que se quejaba. Digamos que el trabajo de camarero no iba con él. Más que a trabajar, se dedicaba a despotricar en contra de cada ser que se atreviera a pisar el restaurante. Que el anciano nunca se termina la sopa, que la niña le dio un baño de Coca-Cola al suelo del lugar, que la gente no sabe lo que quiere comer, etc. Regla número uno al tratar con un amigo (que además te gusta, pero eso dejémoslo aparte) friki: NO LO HAGAS TRABAJAR RODEADO DE MÁS SERES HUMANOS. 

Oh, claro. No mencioné el detalle de que Cam era un friki. Un completo friki. El humor negro jamás lo abandonaba, escuchaba rock alternativo cada segundo de su tiempo libre en que no estuviera con el resto de nosotros, había leído varios de mis libros favoritos antes de que yo me enterara de su existencia y sabía más de historia universal que el propio señor O'Connor (ya saben, el profesor). Todo esto nos lleva a la conclusión más obvia: Me gustan los frikis, ¿y qué? Pero vamos, ya me voy por las ramas otra vez... 

Veamos, resulta que para mí, sentirme atraída hacia Cameron era el mayor de mis problemas. O al menos lo fue hasta que descubrí el hoyo en que había caído: A Cam le gustaba Wendy, mi mejor amiga. 

Vale, ya podéis llorar. 

Lo más triste de todo fue tener que soportar que él mismo me lo dijera en la cara, me pidió ayuda y consejos y entonces sentí cómo alguien me clavaba un enorme letrero imaginario en la frente que ponía FRIENDZONE. Me entraron ganas de gritar y correr en círculos, y podría haberlo hecho de no ser porque el fantasma de la dignidad en mí hizo aparición (gracias a Dios). PERO, ya que yo no sabía acerca de los sentimientos de mi mejor amiga, se me ocurió que ellos dos tal vez harían una genial pareja. Entonces, algún tipo de demonio del altruismo me poseyó y le prometí al chico que lo ayudaría. Raro...

De ahí en adelante, me pasaba gran parte de la mañana con Wendy y Cam, intentando hacer que congeniaran, y las tardes con él en la agradable terraza del restaurante, discutiendo los "avances" de la operación. Aunque yo no era ninguna tonta, y tenía claro que la operación NO estaba avanzando. A la chica no le gustaba y ya, y —luego de tres semanas de intentar que sus sentimientos surgieran— no había mucho que hacer contra eso. Intenté hacerle entender a Cam el hecho de que ya era hora de rendirse, y creo que captó el mensaje, porque de ahí en adelante las cosas comenzaron a ponerse raras...

—¿Sabes? Estas tardes contigo me la he pasado genial —sonrió (y casi muero de ternura)—. Independientemente de que al parecer soy un repelente para las chicas —agregó entre risas y me dieron ganas de abofetearlo y besarlo a la vez (cosas que pasan por tu mente cuando estás enamorada). 

—Por favor, no seas así —rodé los ojos—. Seguro habrá un par de chicas que te ven embobado con Wendy y se alejan —¿demasiado directa? A esas alturas ya me daba igual. Haciendo uso de mi poder como habitante de la Friendzone, me levanté de mi silla y lo abracé, a lo que él respondió sonriendo ampliamente. 

—Seguro que sí —murmuró, arrastró una silla de una mesa vecina para que me sentara a su lado y contemplamos el atardecer sobre el mar (con mi cabeza apoyada en su hombro, por supuesto) antes de volver al trabajo. 

Me parece que ese episodio tuvo algo muy especial, porque desde ahí, las cosas comenzaron a ir bastante rápido. 

Un día tomaba mi mano, luego ponía su brazo por sobre mis hombros, teníamos citas en el restaurante sin la excusa del trabajo de por medio... Hasta que llegó el día de la verdad. 

—Para —lo detuve a centímetros de mis labios (en la misma terraza)—. ¿Qué porcentaje de esto tiene que ver con Wendy? —hice lo posible para estar preparada para cualquier respuesta. 

—Olvida a Wendy —me dijo sin más. 

—Cam, hace menos de un mes estabas loco por ella —le recriminé. 

—Tal vez —admitió—, pero tú misma dijiste que para conquistar a una chica debes pasar tiempo con ella —asentí—. Resulta que funciona igual en chicos. Fascinante, ¿no? —y me besó. 

¿Friendzone? Eso es para novatos. 

¿Friendzone? Eso es para novatos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora