¡A cazar brujas!

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¿Qué si existen las brujas?

¡Claro que sí existe muchacho! No son señoras mayoras, no señor. Son muchachas muy linda que salen a volar en sus escobas a las nueve de la noche. En mi pueblo, cuando una yegua amanecía con los cabellos trenzados era porque una de esas la había montado en la noche para cabalgar. ¡Mijo a mí me consta eso!

Ay Dios, y cuando una bruja se enamora ¡pobre del muchacho donde fue a poner los ojos! Esa lo duerme y le comienza a dar besos, que cuando se llega a levantar ese joven 'ta to'itico chupa'o por esa bruja. ¡Eso sí! Nunca la va a ver. Sí usted en el techo se le escuchan unos pasos, diga que venga a buscar sal al día siguiente y va a ver que si le llega a buscar la sal una mujer.

Cuando yo estaba muchachito, yo y mis amigos nos pusimos a tumbar bruja; ¿con qué era? A ver, sino me falla la memoria, era con mostaza, unas tijeras en cruz y un poco de sal... Algo así era, lo cierto fue que tumbamos a una ¡Vaya sorpresa! Era la hija de un padrino mío por allá lejos, la muchacha 'taba desnu'ita en paro, con los cabellos hecho un nido e' pájaros, todo revuelto. El papa vino y le metió una tunda a la muchacha cuando fuimos a llevarla.

¡Lo cierto! fue que dejamos de hacer esas cosas chachito. Esas fueron cosas de muchachos vagabundos, pero, si le digo algo: De que si hay brujas, hay y de que vuelan, vuelan.

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La grabadora dejó de sonar en el cuarto de paredes claras y repletas de afiches . Un muchacho de orbes tan celestes como un cielo con el sol al máximo esplendor, cabellos castaños tirando a rubio, que le cubrían la cabeza de igual forma que una hebra traviesa sobresalía en el medio de su flequillo, había apagado el audio. El tez clara con una sonrisa de oreja a oreja habló.

― ¿Qué dicen ahora, boludos?― Silenció. Martín arrugó el ceño, las líneas se marcaban en su piel cuando sumado a eso entrecerró los parpados ante la indiferencia recibida. ― Flaco decí algo o por lo menos vos Sebas.― Ambos muchachos desde su lugar le miraron con el más puro aburrimiento para pasados algunos segundos seguir con lo suyo. Martín de lo más eufórico invadió la habitación de Sebastián con la intención de revelar una despampanante noticia que terminó siendo una tonta grabación.― Digan algo pues, no se queden callados.― Con intensión de zarandear al más cercano a él si no recibía alguna respuesta, se expresó al borde de perder la paciencia.

― Algo ― Ese fue Manuel que esparramado desde la cama le miró al fin. Sebastián no hizo más que reírse ante aquello.

― ¡Eso no Manu! Vos no te rías Sebas ¡Háganme caso! ― Zapateó el pisó haciendo berrinche como niño chiquito.

― No me mandés a callar.―Sebastián se acomodó en la mecedora con un tomo de manga entres sus manos― ¿Qué querés que te digamos? Martín las brujas no existen y porque un anciano andrajoso te dijeras esas cosas en medio de la calle, no cambiaras lo evidente― Fue claro como el agua.

― Weón, él tiene razón― El castaño secundo al de lentes, acomodándose mejor en medio de la cama de Sebastián como si esta fuera suya.

Martin tan sólo negó con su cabeza al escucharles. Le trataban como un crio cuando hace mucho dejó de serlo. ¿Por qué le costaba tanto trabajo creerle? Si las pruebas estaban frente sus ojos. Un total de 10 personas contestaron y atendieron cada una de sus entrevistas en medio de la calle dándole una sustentada reseña para dar a por hecho su teoría.

― Ya lo verán, conseguiré una y la atrapare, así cerraran el orto― Infló el pecho con orgullo mirando a los otros dos desafiante. Sebastián y Manuel se miraron entre sí cuando el Tincho salió de la habitación con la idea metida de lleno en su cabeza.

¡A cazar brujas! | LHJalowin²⁰²⁰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora