Lɪsᴛᴏ́ɴ ᴅᴇ ʀᴇɢᴀʟɪᴢ ʀᴏᴊᴏ

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Halloween, la época más ajetreada en el Baratie, a veces era una bendición porque había semanas de pocas ventas y ésta era una forma de recuperarse pero a lo largo de ese día, parecía que las mesas nunca dejarían de pedirles platos.

—¡Sanji, date prisa y sirve ésto! —gritaba Patty desde la sección de postres.

—¡Oye Sanji, la mesa siete aún no tiene sus especiales! —le regañó Carne mientras acomodaba los platos en una bandeja.

—¡Mocoso, deja de descansar y trabaja! —bociferó Zeff lanzando patadas sobre el arreglado rubio quién apresuraba el paso a entregar los pedidos de las demás mesas.

¿Pero por qué hay más gente que de costumbre? —se preguntaba mentalmente el rubio hasta que giró su mirada y lo notó.

Sora, su madre, se encontraba como anfitriona del Baratie ofreciendo tragos y algunas cosas dulces para las familias con niños que entraban, haciendo que el servicio fuera perfecto junto a su disfraz de ángel que no solo se ganaba el corazón de los más pequeños, sino de algunos solteros que le coqueteaban de cuando en cuando. Por suerte, Sanji sabía en qué mesa se encontraban así que esas eran atendidas por él.

—Bueno, al menos el restaurant tuvo una mejor noche de brujas —dijo Zeff con una sonrisa mientras contaba el dinero al terminar la noche de cenas.

—Y eso significa que podremos cerrar temprano después de mucho tiempo —sonrieron los demás cocineros mientras lavaban los últimos platos y sartenes.

El ambiente estaba animado en la cocina al tener a cada cocinero bebiendo una copa de vino. Solo Sanji y Sora eran los únicos que bebían agua pero seguían acompañando en el brindis.

Todo iba de maravilla hasta que se oyó sonar un teléfono; el rubio respondió la llamada, encontrándose con la voz de su damisela pelirroja favorita.

—¡Sanji-kun, apresúrate! ¡Solo faltas tú en la fiesta! ¡Ussop y Torao irán por tí!—le regañaba el azabache mientras la música resonaba en las paredes del lugar y de la bocina del teléfono— ¡Luffy, cuidado! ¡Vas a tirar la mesa! ¡Zoro, te dije que lo detuvieras! ¡No que pelearas! Perdón, debo colgar antes de que quieran cobrarnos algo

—Bien, bien. Saldré en un momento. Nos vemos allá —ambos intentaron colgar pero antes de hacerlo, se oyó un fuerte estruendo de ventanas quebrándose, seguido de un «¡Ni loca pienso pagar por eso!» que le hizo temblar de pies a cabeza— Bu-bueno,creo que ya debo irme —se giró para despedirse de su madre y su mentor— Trataré de volver temprano. Si pasa algo los llamaré.

Ambos mayores asintieron a su despedida pero antes de dejarlo ir, Sora le tomó del brazo y le entregó a su hijo un detalle antes de la fiesta.

—Más que te guste, espero que te quede —le sonrió con ternura al ver como su hijo se probaba el traje junto a la capucha blanca— Dijiste que era una fiesta de disfraces así que quise arreglarte algo para que pudieras ir.

Sanji aceptó el regalo y se dió prisa para ponérselo antes de que sus amigos llegaran; una vez que estuvo listo, salió de su "vestidor improvisado" y dejó que su madre lo mirara.

—¡Oh, Sanji irá con todo éste Halloween!

—¡Oye, oye! ¡Tómatelo con calma, chico!

—¡Cierto, cierto! ¡No queremos saber que habrá boda en agosto!

—¡Cállense, imbéciles! —les gritó el rubio con molestia al ver que no olvidaban el malentendido con Pudding-chan, pero dejó de prestarles atención para observar a Sora— Bueno, me voy. Gracias por el regalo.

Luego de haberse retirado, Sora volteó a ver a los demás cocineros, con una tenue sonrisa.

—Tampoco me olvidé de ustedes —los hombres se mostraron confundidos al recibir cada uno un regalo por parte de aquella mujer rubia— No es mucho pero espero que también puedan disfrutar lo que queda de la noche.

E-ella es una santa~ —pensó todo el personal lleno de emoción mientras observaba los disfraces y los sobreponian para poder admirarlos.

—Todos parecen mocosos de guardería, ahora nunca podré calmarlos —murmuró Zeff dándole un trago a su bebida para luego escupirla al ver que él también recibiría un disfraz.

—No iba a olvidarme de usted, espero que sea de su agrado

¿Qué ella no se cansa de sonreír? —pensó mientras observaba a detalle el disfraz de oni rojo.

—Le queda perfecto, jefe. Combina con su cara roja.

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𝓙𝓾𝓰𝓪𝓷𝓭𝓸 𝓬𝓸𝓷 𝓮𝓵 𝓶𝓲𝓮𝓭𝓸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora