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❝JAKE

Había un espejo de cuerpo completo en la entrada del departamento que Jake compartía con su novio

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Había un espejo de cuerpo completo en la entrada del departamento que Jake compartía con su novio.

Sabía que Jay era un gran fanático de la moda. Nunca fallaba en revisar su ropa antes de salir a cualquier sitio, aunque, estando siempre tan apurado, al ir corriendo por el pasillo para llegar más rápido al elevador del edificio, se arruinaba el cabello rubio que con tanto cuidado se había arreglado hasta la perfección minutos antes.

Jake lo encontraba adorable, pero aunque jamás se lo había dicho a Jay, no era un gran fanático de dicho espejo. Se encontraba con su reflejo cada vez que cerraba la puerta; los moretones en brazos, manos y ocasionalmente en el rostro le hacían difícil apreciar la vista y encontrarla verdaderamente placentera. Gracias a su propia negación por no comunicarle su inconformidad a Jay, la solución no fue quitar el espejo, sino aceptar que Jay tendría que dejar de tocarlo lo más que se pudiera, al menos lo posible siendo dos adultos en sus veintes viviendo juntos para aminorar el abusivo precio de un departamento en Seúl, porque si él notaba las marcas en el espejo, los demás lo harían y ninguno quería que eso sucediera.

—Estoy en casa —avisó Jake en voz alta apenas cerrar la puerta. Se quitó los zapatos, colocó su abrigo en el perchero de la entrada y ahí estaba, ojos profundos, ojerosos y marrones en el espejo, juzgando la mueca inmediata en su cara ante su propio rostro.

Jake se adentró agotado a un departamento bien iluminado. Con el olor del amargo café en su nariz, Jake lanzó su mochila al sofá y se dirigió a la fuente del aroma, la cocina.

Jay se encontraba con la jarra de la cafetera en mano y una taza a medio llenar que casi se le cae de las manos cuando entró, parecía haberlo asustado por la súbita interrupción pese a que había anunciado su llegada hace unos instantes atrás. Jake se quedó en la entrada de la cocina silenciosamente y haciendo contacto visual con Jay durante diez eternos segundos. Finalmente Jay se aclaró la garganta, dejó la taza sobre la encimera blanca, la cafetera en su lugar y le sonrió.

—Bienvenido a casa, Jake —dijo Jay con suavidad, acercándose a darle un par de cariñosas palmaditas en el hombro que hicieron que Jake deseara tomarlo por la muñeca, jalarlo contra su cuerpo y atraparlo en un abrazo. No juntó el coraje para hacerlo, porque no pudo pasar por alto que los ojos de Jay se pasearon por sus brazos en busca de moretones que la tela dejara expuestos—. Hoy pareces estar muy bien.

La sonrisa de Jay se ensanchó, sus hombros se destensaron rápidamente tras descubrir que no había moretones. Jake empezó a relajarse también después de eso, y pudo corresponder la sonrisa de forma sincera aunque Jay se había volteado en busca de su taza aún por llenar demasiado pronto como para verlo.

—El trabajo no estuvo pesado hoy, y siendo mañana mi fin de semana aprecio mucho eso. Así que sí, hoy estuvo bien.

Jay bebía de su taza, sus cálidos ojos le hablaban como preguntando por más, pero el día había sido demasiado tranquilo y falto de emoción, así que Jake ya no tenía nada más por agregar a la conversación sobre su trabajo.

Touch [Jakehoon] - Re escritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora