Chapter Two

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Cuando Jimin era pequeño su padre de había ido. Su madre había quedado embarazada a los quince años y el joven Park Taeyang intentó hacerse cargo, pero era explosivo, una ola de agresión constante.

Sus pequeños pies estaban descalzos y lo llevaban al origen de aquel ruido que había perturbado su sueño, no espero encontrar esa escena.

- ¡Appa, no!-- Chillo encogiendose en su lugar.

Su madre estaba en el suelo, llena de golpes y sangre cuyo origen era desconocido, Solar aguantaba los golpes de su pareja sin problema alguno y al finalizar siempre decía aquella frase que marcaría a su hijo para toda la vida.

- Lo siento, lamento hacerte daño-- Se culpaba, porque para la rubia era más fácil así, aferrarse a la idea de que era su culpa y que Taeyang jamás la dejara.

Fue así por unos años, hasta que el hombre se canso. Cuando Jimin cumplía siete años su padre salió por la puerta con una maleta en mano y sin mirar atrás, aún recuerda el cuerpo débil de su madre arrastrándose y suplicando que no la dejara, que ella cambiaría.

Tal vez por eso el regresaba tan a menudo con Jungkook, culpandose por el daño que el menor le hacía. Su Jungkookie jamás le había levantado la mano, el no se atrevería, pero lo engañaba en repetidas ocasiones, lo manipulaba y chantajeaba, tal y como hacía ahora.

- ¿Porqué insistes en dañarme?-- Sollozo aferrado al volante, se había detenido a las afueras de la ciudad y comenzado a sollozar-- ¡Te he dado todo de mi! ¡¿Acaso no es suficiente para ti?!

Lo dejo llorar unos momentos, cansado de la situación que vivían cada fin de semana y luego sus labios se abrieron.

- Te amo, Gugkie, ¿Prometes no volver a hacerlo?-- Hablo con la voz temblando, sentía el corazón en la garganta.

El menor paro de llorar abruptamente y sonrió para inclinarse a besarlo.

- También te amo-- Fue lo único que respondió, olvidando por completo las lágrimas que había soltado segundos antes y que no habían tenido intenciones de detenerse.

Jimin entendió por tercera ocasión que Jungkook seguiría engañandolo, el no era suficiente para el pelinegro, Jeon Jungkook, el gran Jeon no podía simplemente conformarse con el hijo de una prostituta.

- Te llevaré a cenar-- Decreto después de una sesión de besos, en la cual el mayor estuvo apenas consciente.

- Quiero hamburguesas-- Murmuro abrazándose mientras su novio emprendía camino.

- Hamburguesas serán, lo que pida mi pequeño ángel-- Sonrió mostrando aquella dentadura adorable-- ¿Cómo va todo con tu madre?

- Nadie de tus chicos le ha estado vendiendo-- Respondió al conocer la verdadera intención de la pregunta-- Se conforma con ahogarse en alcohol.

El pequeño Park corrió hacia su madre con la intención de ayudarla, llevaba semanas en aquella posición, observando fijamente a la puerta, únicamente separándose cuando las manitas de su hijo la guiaban al baño para ayudarla a ducharse y abriendo la boca para que este la alimentará.

- Mamá, tengo hambre-- Murmuro poniéndola en una posición más cómoda.

La mujer no respondió, estaba en un estado de shock, reacia a la idea de que su pareja la dejara sola.

- Mamá, ya no hay comida-- Insistió meciendo su hombro-- ¡Mami, por favor!-- Su voz se quebró.

Tenía tanta hambre, había comido lo poco que había en el refrigerador, pero ahora estaba vacío y no sabía que hacer, llevaba dos días sin probar bocado y su pancita ya estaba gruñendo.

- ¡Mamá!-- Su grito no fue bien recibido pues la mujer lo empujó haciéndolo caer al suelo.

- ¡Si tienes hambre busca tu comida solo, eres suficientemente mayor!-- Salió de la casa sin decir más, probablemente a buscar a su pareja.

Un puchero adorno los labios gruesos del niño y sus ojos se inundaron de lágrimas, pero no las soltó porque debía pensar en cómo buscar comida.

Después de buscar por todo el departamento se dio cuenta que no había nada de dinero o alimento así que salió solo por primera vez, encontrando a unos mellizos que vivían junto a él sentados en el corredor.

- ¿Tienen comida?-- Se atrevió a preguntar.

- No, papá no nos ha dejado tomar dinero y me he esforzado mucho en ganarlo-- El niño castaño parecía molesto mientras acariciaba el cabello de su hermana.

- ¿Sabes como ganarlo? Tengo hambre-- Murmuro con una mueca.

- Si, pero mi hermanita no puede ir-- Dejaron a la niña en la casa de Jimin, encerrada en la habitación del menor.

El auto parando lo trajo de regreso a la realidad, limpio sus lágrimas con disimulo, el estaba bien ahora.

- ¿Sucede algo?-- Jungkook lo miró de reojo.

- Kookie, te amo-- Susurro lanzándose a sus brazos y refugiándose en su pecho.

- Yo también te amo, Minnie-- Beso su cabello en repetidas ocasiones.

Jimin respiro en repetidas ocasiones el aroma que su novio tenía, el estaba a salvo porque Jungkook lo protegía, era su hogar y siempre iba a mantenerlo fuera de peligro, el no volvería a estar solo.

- Vamos a comer, bebé, seguro que esas hamburguesas te hacen sentir mejor-- Arrullo esperando a que se calmara.

Los infantes salieron del conjunto de departamentos y el castaño los guió hasta un callejón donde habían muchas mujeres y hombres mayores, delicados a la vista.

- ¿Aquí hay comida?-- Murmuro con inocencia, aferrando su manita a la del mayor.

- Aquí hay trabajo-- Hoseok lo miró con tristeza-- No tienes que hacer nada, solo deja que yo lo haga y puedo compartír la comida contigo.

- ¿Si hago lo mismo que tu tendremos más dinero para comida?-- Pregunto dándose cuenta que su mami podía no regresar en días y el tenía que alimentarse.

- Puedo trabajar más, no hay problema y...-- No pudo hablar mas cuando un hombre regordete entró al callejón-- Quedate callado y detrás de mi-- Ordenó.

Eran sólo niños que estaban hambrientos, sin tener idea de que aquellas personas los lastimarian y marcarían para toda la vida.

Repito que las temáticas que se van a tratar NO son bonitas.
Aquí todos tienen un pasado así que piensen antes de atacar a un personaje, no me va eso de que una sola persona es la tóxica sin sentido en una relación.
Todos atacan aunque aún no lo demuestren.

Lucía

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