Capítulo 12. Ángel y demonio separados

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Lucci se encontraba sentado en el gran sofá con la mirada fija en la pared

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Lucci se encontraba sentado en el gran sofá con la mirada fija en la pared. Hace unos días atrás que ___ decidió alejarse de la vida del moreno. Incluso pasó por el apartamento a coger las cosas necesarias con la ayuda de Sabo. Eran de su propiedad, no la suya. Un vacío sentía en todo su ser en no verla caminar por la casa o escuchar su dulce voz. Y lo peor de todo era que se dio de baja en el trabajo. ¿Cómo iba a sobrevivir fuera sin él? En la mesa se encontraba el contrato que ambos firmaron para que ella viviese aquí, a cambio de satisfacerle sexualmente.

¿De verdad era un enfermo? Lucci no lo pensaba así. No era capaz de hacerle algo a la edad de los catorce años, pero no negaba que le gustaba. ¿Eso se consideraba pedófilo? Solo la tocó una vez. Solo una vez cuando bailaban. No tuvieron relaciones sexuales porque era macabro para su mente. Él siempre esperaría a que ella fuese mayor de edad. Pero ¿por qué no la salvó de la calle cuando fue abandonada por su familia? ¿No era capaz de controlarse? Pudiera ser que todos tuvieran razón.

Sus ojos negros miraban al móvil con la esperanza de recibir alguna llamada de ___. Oír su voz diciéndole que fue un grave error. Alejarse de él no fue una buena opción. Su corazón latía, pero débilmente. Perdió algo importante en su vida sin darse cuenta de las consecuencias. Alzó su cuerpo para caminar en dirección a la gran cristalera buscando un punto en concreto. ¿Dónde estará ahora? ¿Estará feliz estando con Sabo? Muchas preguntas y sin ningún tipo de incógnita. Otra vez miraba al móvil desde el cristal pensando si escribirle un mensaje.

No. No quería que estuviese desesperado, pero esto le estaba matando por dentro. Por mucho tiempo, estaba aprendiendo a sentir dolor de verdad. Un dolor tan profundo que era imposible curar con simples tiritas. Sus manos deseaban tocarla una vez más. Sus ojos querían volver a ver esa sonrisa dulce y tímida que despertaba en él emociones que nunca experimentó. Se sentía impotente. Un hombre que no pudo proteger a su pequeña. El destino a veces era cruel y enseñaba al ser humano a corregir sus errores.

De pronto, escuchó el tono del móvil sonar. Sus ojos mostraron esperanza pensando que sería ___. Pero al ver la pantalla se desilusionó por completo. Quien lo llamaba era Kaku; debía ser importante. Podría ignorarlo y pasar de él, pero no era un maleducado.

—¿Qué quieres Kaku? —preguntó con voz apagada, pero que era imposible destacar.

—Aún no me has explicado porqué ___ se marchó. —Que cotilla solía ser a veces.

—No es de tu incumbencia.

—¿Os separasteis?

—Te he dicho que no te metas en eso —gruñó.

—Oye, yo pregunto porque eres mi amigo y me preocupo —dijo.

—¿Desde cuándo tengo yo amigos?

—Mira, Lucci, sé que eres un hombre solitario y antisocial. Pero no puedes seguir con esa vida —habló el muchacho—. Deja que por lo menos te ayudemos.

Daddy and Kitten (Rob Lucci x Chubby Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora