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Descripción;

Contenido BL. (Nadanway ).

Era ésto o un Grekov o un Ivankov o un Yunando o un FordxYakiv. Pero pues... meh, al final escogí lo que escogí porque sé que ambos personajes son maduros y me encanta el rollo de la locura y la demencia. Historia corta, lo prometo. 

Los personajes no son de mi propiedad, tampoco el lugar en donde sus historias toman vuelo. Quería aportar al fandom, y así fue.

Mi segundo escrito para el fandom, espero poder terminarlo, y si no, muy pronto verán un nuevo fic.  xddd

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Y cuando las flores de primavera mueran entre la delgada línea del tiempo y el frío del inminente invierno, ambos hombres no dejaran de conversar sobre las tantas historias que se tatúan en su piel como un ingrato recuerdo. Conversan, y todas esas palabras que más bien parecen susurros navegantes al viento, se pierden con los últimos cánticos de las aves necesitadas de un hogar.

El frío venidero resoplará feroz en todo momento, las hojas cobrizas se alejarán de su hogar y se encontrarán con el final de su vida sobre el suelo pintando un cuadro de armonía a quien quiera verlo.

Armando esconderá ambas manos en los bolsillos de su chaqueta roja, jugará un poco con los rastros de pelusa y luego dejará escapar una risilla hundida; tranquila y casi esporádica por tan relajante tono.

Vaya plática se hilará en tan pocos minutos. El pasado pedirá ser el protagonista de la travesía de años, la tragedia hará callar a los dos hombres para crear un paréntesis sobre las malas decisiones y la falta de coraje ante todas esas mentiras despiadadas que tiñen los cuentos de rojo vivo. Armando podría haber dicho una dura verdad, pero el perfil tan calmado de Conway le para en seco y le grita una oportunidad para no arruinarlo. El jefe de mecánicos calla y arruga el entrecejo para no decir más de lo que sabe, pues si la muerte sobre sus manos es descubierta, todas esas visitas al filo del mar no servirían para nada. Vaya diablo encerrado en las ataduras de un infierno en vida.

Jack sentirá el abrumador choque del silencio, tomará un cigarrillo y pasará a encenderlo con el mechero de metal pálido que sostendrá apenas con un pequeño temblor en su mano; una dura batalla le habrá dejado con aquel tic nervioso. El humo se va a rastras, aun así, el olor seguirá ahí, donde ambos suspiraran y niegan una próxima despedida.

El sol sucumbiría ante la luna, las estrellas danzarán con un pequeño vals producto del mayor astro resplandeciente y alumbrarán unos cuantos rincones de la ciudad, sin embargo, la luz artificial hará hincapié en colorear la estancia de ambos amigos hasta dejar en claro su pronta soledad.

—Y... ¿Qué cuentas? —preguntará Armando sin miedo al próximo reproche de Jack. Éste atenderá la interrogante con un dejo de fastidio marcado en su hablar.

—Cuento que estoy haciendo un hueco en mi agenda para que me preguntes algo tan ridículo. ¿Estás bien de la cabeza?

—Hombre, no creí que una pregunta te ofendiera tanto.

—Es que no me ofende, vamos a ver... Armando, busca otro tema para hablar.

El vals de las olas surca el anochecer apaciguando así el espacio suficiente para que Armando pueda hilar una nueva charla prometedora.

—La comisaría pinta bien, hay nuevos reclutas y los nuevos todo terreno tienen buena tracción.

—Joder... —remarca Conway al saber que la mecánica automotriz siempre tiene que estar presente como plato principal en cualquier plática entre ambos, no obstante, curva la sonrisa con apenas un dejo de sentimiento puro. —Mañana vuelvo al trabajo... —suspira y mira al frente en donde el sol despide a su amor mediante rayos moribundos de tinte naranja.

—Lo mismo digo, el taller no se va a dirigir solo. Ellos...

—...Arrigomezkorta, Kalahari, Tonet, Manolo.

—Vale, vale.

—Emilio, Sito, Freddy.

—Que sí, que sí...

—Gines, Juanjo, John.

—¡Que ya vale! —respinga Armando mediante aquella calma tan insistente en la voz. Lleva su mano hasta el rostro para repasar sus facciones en una señal de pena, sabe que sus muchachos no son símbolo de buen comportamiento una vez están fuera del taller, sin embargo, los lazos creados en aquel rincón ensuciado de grasa, abrumados por piezas de motor y de voces desesperantes por ser el siguiente turno, le provocan al jefe de mecánicos el sentirse perteneciente a un hogar libre de sangre y ruina. Una mueca ligera escapa y corre libre para atraer la atención de su compañero. Al notar el silencio dejado atrás, suspira y trata de saldar cuentas. —Ellos son los que alegran mis mañanas y las noches de cansancio. Se buscan la vida portándose bien ante mí, pero conozco a los jóvenes y sus manías por buscar la adrenalina, es gracioso, ambos fuimos chavales subnormales y con el tiempo buscamos la tranquilidad.

—Eso no es excusa para lo que hacen en sus ratos libres. Debo de aplicar la fuerza para corroer lo malo en esta ciudad Armando, si no hago eso... ¿Quién más lo hará?

—No sabes dónde te estás metiendo, ellos son más fuertes que tú. Y así como yo les tengo aprecio, tú también sentirás parte de tu sangre a todos tus agentes.

—Arriesgaré mi vida si fuese necesario, no dejaré que la plaga siga infectando todo a mi alrededor.

—Felicidades.

La imagen de Ivanov muriendo entre sangre y en la triste tierra de una chatarrería provoca en Armando un arrepentimiento profundo. Quiere gritar, quiere alzar la voz y decir —"Fui yo, yo lo maté, lo hice porque te odié al quitarme a mi mejor amigo" — Para Armando, esa sería la mejor escusa de todas, su amigo el Inspector, aquel hombre que fue sepultado en los túneles de la ciudad, su confidente y su primer amor.

Lo obvia, cierra su mente por un momento, pero Conway se le adelanta como buen viejo zorro.

—Si tienes algo qué decirme, es momento.

El jefe de mecánicos abre los ojos y sabe que el ardor en estos trae consigo un mal presagio. Se desespera por no conocerse a sí mismo, puede que en cualquier momento pierda los cabales y se hinque a llorar igual a un niño a quien le descubrieron tras una mentira piadosa, pero no es el caso, ni la mentira fue blanca, ni permitió tal hazaña. Más bien, sonrió en alto y demostró que, a pesar de ser un líder temeroso en la mafia más importante de Los Santos, también era un hombre vulnerable. Armando entendió en ese pequeño lapso de tiempo, el sentirse aliviado de conocer la parte débil de sí mismo, pues quien no se conoce, tendrá la mitad de la batalla perdida.

—No, no lo es. Ya llegará el día en que puedas conocerme mejor y ya llegará el día en que la verdad decida el futuro. Ahora no es el momento.

—He conocido a hombres a quienes las mentiras le mataron...

—Y yo a quienes la verdad le hicieron arrodillarse, no sé, la vida es dura Jack.

—Pues espero que la verdad llegue en un momento oportuno.

—Con trinos y dianas, ya verás. Te lo prometo.

Eso fue el hincapié para que Conway pidiera a Michelle el comienzo de una exhaustiva búsqueda hacía el jefe de los mecánicos, sin embargo, Armando ya había previsto la siguiente jugada sobre el tablero de la vida, conociendo al superintendente, no quedó más que seguir fingiendo el ser amigo de un olvidado. ¿Qué más da si es su vida la que está en peligro?

—Que tenga buena noche, Conway.

—Igualmente, Armando.

Dos hombres tomaron caminos separados y fueron secundados por dos almas en pena, Ivanov seguía los pasos de su verdugo en espera de arruinarle sus noches,  y Volkov esperaba quieto en la comisaria principal en busca de un alivio entre las gotas de alcohol y la espera de su autonombrado dios.

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Gracias por leer. 

Some NightsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora