Amor frío
Los papeles se acumulaban en su mesa, era tedioso el trabajo burocrático. Pero adoraba su trabajo, lo amaba. Su trabajo, sus amigos...
Su vida amorosa ya no tanto. Pero no iba a lamentarse, lo pasado, pasado estaba. No debía regocijarse en la melancolía y la nostalgia de lo que podía haber sido o de lo que en verdad fue; no era sano vivir así y se había dado cuenta de ello. Tarde... pero se había dado cuenta.
-¿Jefa?-La llamaron suavemente con unos toques en la puerta.
-Dime Martha.- Respondió suavemente mientras seguía con la nariz metida entre pergaminos con notas, libros, artículos, tinteros...
-No he podido detenerlo.- Indicó con cierto temblor en su voz. Aquella leve vibración nerviosa le llamó la atención y levantó la vista para observar cómo su ayudante estaba pálida y tragaba con dificultad.
-¿No has podido evitar el qué?- Preguntó curiosa. Tras la joven asistente, Severus Snape entró raudo en el despacho, apartando a la bruja con un golpe de hombro colocándose ante su escritorio con pose amenazante.
-Buenos días profesor. ¿Teníamos una cita?- Preguntó tranquilamente mientras revisaba su agenda.- No creo haber apuntado nuestra reunión.- Comentó sutilmente mientras dejaba implícito que su allanamiento y sus modales no eran bienvenidos.- Puedes retirarte Martha.- Indicó con tranquilidad. La joven se retiró rápidamente sin que hiciera falta que se lo dijeran dos veces; la fama le precedía a ese hombre, sólo lo había visto un par de veces a lo lejos en reuniones y eventos y no tenía la menor intención de estar encerrada con el famoso exmortífago y héroe de guerra Severus Snape.
Nada más cerrarse la puerta, Snape sacó un pergamino arrugado de su túnica y lo lanzó sobre el escritorio de su ex alumna.
-¿Se puede saber qué clase de broma es esta Granger?- Demandó colérico. Hermione recogió el pergamino y lo leyó rápidamente, echándole un ojo ante el escrutinio del pocionista.
-No es ninguna broma.- Aseguró con firmeza mientras alzaba la mano devolviéndole el pergamino, aunque estaba claro que Snape no lo iba a coger. Le dio un manotazo, apartado el papel de su vista.- Es lo que establece el ministerio.
-No es cosa del ministerio.- Contradijo.- Esto es cosa suya, es de su departamento, usted es la jefa. ¡Esta orden depende de usted!- Masculló con rabia.
-No soy tan importante profesor Snape.- Le recordó con tono serio mirándolo a los ojos sin inmutarse.- Dirijo un departamento bajo las órdenes del Ministro de Magia y el Wizengamot. El tribunal aprueba una ley y unos presupuestos, el Ministro la ejecuta y yo cómo subordinada acato la orden.- Explicó con franqueza y tranquilidad.- No es personal, son órdenes...- Declaró.- Todo el ministerio ha tenido que ajustarse a la nueva normativa y mi departamento también.- Comentó bajando el tono de voz. Se levantó y se puso frente a él.
Ya no era aquella joven de pelo alborotado e insegura. Su madurez se había hecho visible a pesar de no llegar a los 27 años. Su seguridad al hablar y la firmeza de sus gestos y palabras, dejaban claro que sus decisiones eran fundamentadas y tomadas con total rigor profesional y premeditación.
-Esto es inadmisible. ¿Sabe lo que supondrán este tipo de recortes?- Espetó Snape en voz baja.
-Lo único que sé, es que he hecho todo lo posible para minimizar los daños.- Explicó mientras se cruzaba de brazos.
-Lo dudo, seguro que está disfrutando con esto.
-No.- Dijo claramente.- Lo más mínimo. No tiene ni idea de lo que he hecho para conseguirle ese trato.- Murmuró con un tono oscuro más parecido al del Slytherin que al de ella.- No se hace una idea, así que le agradecería que si no tiene nada más que hacer, se vaya de mi despacho, tengo cosas urgentes que atender.- Sugirió, aunque estaba claro que no era una sugerencia en realidad.
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Amor frío
RomanceEstaba apunto de enterarse de algo que solo había soñado en fantasías, apunto de enterarse de que no era cómo ella pensaba. No sabía cómo podía ser tan frío. Nadie que sintiera algo así podría ser tan frío. Desde luego nadie normal, pero Severus Sna...