•AA'IN•

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Mmm,...... que frío.

Mmm,...... ¿qué hora es?

Mmm,...... es muy temprano.

Mmm,...... puedo seguir descansando.

¡Hooo! En verdad, siento mucho frío.

Pero........

Una cándida voz, danzaba con vigor.

Tal vez, descendiera con mucho rigor, o pudo haber sido, con mucho fervor. Quizás, la coerción de esas fehacientes brisas, desgarran los dúos cantarinos.

También es verosímil que aquello esté obteniendo el inocuo obsequio de una serenidad en almohadillas, de sabroso terciopelo. Aquel advenimiento, era el murmullo de un martirio dulce, junto a bizarros prejuicios, cepillando febril a las fibras que constituirán un aroma acaramelado, con enjutas dubitativas.

Segregando efervescentemente, a una escultura producida desde un sublime y virginal mármol, e idealiza salubres estrofas influenciadas por una arcaica lírica, además de veleidosa. El brío de melodías acústicas, retruenan con sus bemoles de manera inquebrantable, y contemplan tras abundar de disfraces pueriles. Es perceptible, que las futiles oraciones cruzan por medio, del sabio umbral acurrucado por recalcitrantes falacias.

Entonces, desfilando las tradicionales baladas marciales, deslizándose entre lisonjas tímidas, son desarrolladas sus diademas de espuma en consecuencia de haber penurias viscerales, que van a engendrar hórridas esperanzas en el seno materno, acompañando también al previo progenitor obsesionado por personificaciones que son itinerantes, tropezando a través de los herbazales nocturnos que son adjuntados a copos nazarenos y precipitados en granates.

La ufana sangre del monarca suprime una personalidad fugaz, por sobre sus indelebles labios, de marquesina rosa.

E igualmente, es una narración cerril.

Su cuerpo, cruje de escarnio, y el alma es zozobrada por truculentos traumas que toman posesión de la cordura y la transmutan, hundiéndola en calderas, de preferencias escabrosas y pérfidas.

Yacen en delirio, las oscilaciones leves del voraz océano que desarrolla voces inefables, surcando entre ornamentos de estructura nebulosa, junto a varios proyectos ascendentes. Las páginas en formaciones de insolencia y ruedas de animadversión, lloriquean por debajo de la más venerable coerción, para así escribir una omnipotente crónica que despilfarre la ominosa aptitud de alas dramáticas, floreciendo por igual esos torbellinos diafános. Muchos regaños.

Demasiados clamores que pulverizan, al banal ritual, basándose en vestigios con profundidad semejante a sonrisas hipócritas y sedientas de hecatombes.

Sus endebles músculos corporales que han de contraer más flacidez, engullir sin cautela tales mórbidas fatigas, son incinerados por amarguras pomposas que interpretan a personajes volubles en la asfixia, de un dramaturgo. Canta aquel ruiseñor, domador de mentiras barbáricas. Las reprimendas fluctúan como escombros en un tifón frívolo, y balancean puñaladas negativas contra los huesos que truenan deshonrosos a bocanadas angostas. Engranajes de un plumaje nutrido en nieve ligera, están silbando de manera mayéutica, yendo por la herencia de quienes fueron, los primigenios en la cultura del sadismo y el abuso. Sus articulaciones, exhalan chillidos disfónicos dado el cautiverio producido entre una putrefacta piel, y nervios frágiles, traqueteando fétidos.

Ese dolor es narcisista. Ese dolor es en su atemporal extensión, maquiavélico como medicamentos caprichosos, con la calamidad furtiva que fue diseñada e incinerada por compasión candente.

•Preludio•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora