Capítulo 6

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Cuando me desperté, bajé hacia la cocina donde estaban: La madrina, Tadeo, Guido y Oscar. Saludé a todos amablamente menos a Oscar, a quien no le dirijí la parabra. Me tomé un vaso de jugo, subí a vestirme. Me puse unos shorts que me llegaban a menos de la mitad de los muslos.Estos estaban desteñidos, por lo que eran azules y blancos. Mi remera era una simple musculosa negra, con una campera blanca de GAP encima, hacía frío y no iba a salir a caminar para luego resfriarme. Bajé las escaleras sin hacer riudo. La verdad no sé porque lo hacía, pero era divertido. En fin. Cuando salí, pude sentir el viento chocar contra mi cara, el sol calentando apaciblemente mi alma. La imagen y la sensación eran hermosas. Me encaminé hacia la playa, ahí metí mis pies en el agua transparente y helada, mientras miraba el cielo de un color celeste precioso. Estuve ahí por un largo rato sin hacer o decir nada, hasta que alguien me habla a mis espaldas.

-Lo siento...-Era Oscar, estaba con las manos agarradas en la espalda y cabizbajo.

-Me hiciste venir para resfregarme en la cara que tenías novia? Creo que con un "Lo siento" no te va a alcanzar.-Lo fulminé con la mirada y me alejé lo más rápido que pude de él. Empezó a seguirme pidiendo que lo perdone, que lo espere, pero no le dí ni la más minima atención y empecé a correr.

-¡No sabía que ibas a conocer a Sara!-Eso me dió una idea. Corrí lo más rapido que me daban las piernas hacia donde se juntaba Sara siempre, agarré a Oscar y lo tiré contra una de las amigas de su novia provocando que caigan ambos al piso y se besaran por accidente. Sara se puso furiosa, cuando Oscar le quiso explicar, ella le pegó una patada en la entrepierna y salió disparada hacia el baño. Yo, por otro lado, corrí hacia lo de Santi a contarle todo lo que paso e invitarlo a cenar. Cuando llegué a su casa, su madre me atendió amablemente.

-Hola cariño! Lo siento, Santi ha salido a pasear un rato. Pasa por favor.-De buena gana, accedí e investigué la hermosa casa que tenía fotografías que detacaban cada época en la que se habían sacado. Los jarrones de porcelana china, tenían pinturas de dragones, guerreros y paisajes de montañas y árboles con la flor de Loto. Las paredes estaban tapizadas con colores pasteles, la casa era enormemente grande, con dos baños, cuatro dormitorios, tres estudios, la cocina, el comedor, la sala de estar y el hermoso patio.-Te apetece comer unas galletas con leche?

-Claro! Si no es molestia, de casualidad...Sabe a qué hora llegará mas o menos Santi?-Pregunté justo cuando se abrió la puerta principal, dejando ver esos ojos verdes hermosos y ese cabello color miel.-Hola-Dije animada.

-Ugh.-Fué lo único que me dijo, para luego irse a su cuarto. Su madre me pidió disculpas y dijo que iba a hablar con el.

-No se moleste, de todos modos, ya me iba...-Estaba dolida por cómo había reaccionado Santi, pero no quería demostrarlo.-Adiós...

-Adiós cariño, vuelve pronto.-Nos dimos las manos y me fuí. Volví caminando a la casa, subí directamente a mi cuarto y me dormí profundamente. Desperté con el ruido de el azote de una puerta. Al salir de mi habitación vi a Sara pateando la puerta de la habitación de Oscar y gritando que no se iba a salvar. En cuanto me vio, me saludó alegremente y me dejó pasar a ducharme. Ese día, la madrina quería salir a recorrer la ciudad. Su hijo y yo la íbamos a acompañar. Paseamos por un rato, recorriendo tiendas, casas, campos, playas y llegamos al lugar donde trabajaba Guido, quien es conductor de botes. Nos ofreció salir a dar una vuelta por una cueva de cristales. Al llegar, Guido nos dijo que iba a cargarle combustible al bote y volvía. Me fuí a recorrer la cueva, lo más que podía y me encontré con una especie de pasadiso que llevaba a un "cuarto de cristales". Tenía millones de cristales raros, azules, celestes, rosas, verdes y blancos. Como era un lugar lleno de minerales, estaba fresco y agradable. Perdí mucho tiempo examinando las piedras preciosas, que no me había dado cuenta de que Guido y unos hombres más me estaban buscando. Cuando salíde mi escondite, divisé la...¿luna? ¡Se había hecho de noche en unos segundos! Volvimos a casa, ví a Santi en la puerta con un ramo de flores y un oso de peluche bastaaante grande. Cuando todos entraron, quedamos solos. Al cabo de unos segundos, él habló.

-Perdón por lo de hoy...estaba enojado...es que-Lo interrumpí.

-No hace falta que me pidas perdón. Y por qué estabas enojado? Si se puede preguntar...-Dije cruzandome de brazos y alsando una ceja.

-Tuve una pequeña pelea con mi hermana. 

-Cómo se llama tu hermana?-Pregunté animada con la esperanza de que fuera una nenita tierna.

-Sara.-No sera...-Tiene nuestra edad, seguro se van a llevar bien.

-Ah! Es esa que me dió con un palo en la espalda el otro día?-Pregunté haciendome la santita y enojada.

-Con un qué?! Amm, no se si es ella, pero si lo fué, ya la voy a agarrar a la perra loca.

-JAJAJA! Pe...JAJA...rra...JAJAJAJA...lo...lo...ca...uf...-Me calmé y recordé por qué fuí la otra noche.-Quieres quedarte a cenar?

-Claro. Toma. Para tu-Me dió el osito que me llegaba a mis hombros y las rosas.-, son una ofrenda de paz por lo de la otra noche...

-Awww! Que tiernooo!-Le dí un beso en el cachete-Gracias. Entramos?

-De nada. Sip.-Entramos y vimos a...

Mi alocada vida en la adolesencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora