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— ¿Te gusta, pequeño? — pregunto mientras siguió bombeando con su mano

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— ¿Te gusta, pequeño? — pregunto mientras siguió bombeando con su mano.

Este gimió en respuesta levantando la pelvis rogando por más de ese exquisito roce. — S-Si... ¡Dios! ¡Ahí! — un chillido salió de sus labios cuando pasó su dedo pulgar por el rojo e hinchado glande.

Sonrío para sí mismo y ahora pasó su dedo por la goteante hendidura, llevándose de paso unas gotitas del líquido preseminal. Con su mano derecha lo masturbaba y con la izquierda jugaba con la punta cuando bajaba hasta el tronco y atraía el prepucio consigo. Lo tenía recostado contra su pecho mientras el menor solo se dedicaba a cerrar los ojos y gemir de placer, lo lograba ver a través del reflejo de la iMac, le encantó ver todos sus gestos y como se frotaba descaradamente sobre el bulto debajo de su pantalón.

Se acerco más al escritorio y tiro todo lo que había arriba para poder acostarlo en este. Vio como frunció un poco el ceño al ya no sentir la mano del mayor masturbandolo pero casi se atora con su propia saliva al abrir los ojos. Un largo y grueso miembro se erguía hasta la punta tocar con su marcado abdomen.

— Ven, cariño — lo tomó de la cintura para atraerlo más así, el primer roce los hizo a ambos jadear de placer. Colocó un poco de lubricante en su mano y masturbo su pene y de paso rozando amenazantemente la rosa entrada. — ¿Listo?

Vio como asintió efusivamente.

— Métemela toda.

Solo bastaron esas palabras para comenzar a meter lenta y tortuosamente su miembro entre esas blanquecinas nalgas, ambos gimieron cuando su pelvis choco por fin con sus muslos. Estaba totalmente enterrado dentro de él, abrió la boca para dejar salir un suspiro.

— Niall...

¿Shawn? — los toques insistentes en su puerta lo hicieron despertar de su erótico sueño. — Shawn, querido, tu despertador lleva sonando más de diez minutos.

Si... ahorita bajo, Gloria — deslizo su dedo por la pantalla de su celular para apagar la insistente alarma.

Ya está tu desayuno servido — y con eso escucho sus pasos alejarse y bajar por las escaleras.

Suspiro pesadamente y se levantó de la comodidad de su cama para adentrase a su baño. Un dolor se hizo presente en sus bóxers y nota la potente erección que se cargaba.

Tan solo habían pasado dos semanas y tres sesiones desde que conoció a su rubio paciente. Ese sexy ojiazul que no salía de su cabeza y en las noches soñaba con él para la mañana siguiente despertar con una mala jugada, simplemente no podía evitar tener esos sueños húmedos con el, era tan hermoso que llamaba la atención de cualquiera.
Ya había imaginado todos los lugares donde podría hacerlo suyo; en el escrito, en el diván, la cocina, el living, hasta tuvo el descaro de imaginárselo en su piscina.

El psicólogo |Shiall|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora