Canción de amor [Jondami/Damijon]

-Capítulo 4-

Cumpliendo con su promesa regresó a su hogar en cuanto el reloj de su comunicador marcó las dos en punto estando solo Alfred para recibirlo dado que era demasiado temprano para que alguno de los otros del clan del murciélago que aún frecuentaban la mansión se pasaran por ahí.

Mantuvo una charla corta con el mayordomo y sin más se retiró a su alcoba en donde cambió su uniforme por ropas para dormir y distinto a lo que pensó cayó en la inconsciencia del sueño casi de inmediato.

Si no fuera por la alarma ajustada a las seis con media habría dormido más que las cuatro horas que sin dudas le dejaron la mente más fresca de lo estuvo en años.

Consideraría dormir cuatro horas más seguido.

Hizo una ducha corta de quince minutos y se colocó el uniforme escolar recordando fugazmente que ya tenía los acordes de la “melodía misteriosa” y se dispuso a reproducirla en su violín.

Los minutos pasaron volando y en cuanto dieron las siete Alfred llamo a su puerta para indicarle que el desayuno estaba servido.

—No pude evitar notar que ha estado practicando con su violín estos últimos días, joven.— el hombre mayor inició una pequeña conversación enfocada en las actividades de Damian.

El mismo decidió no preguntar sobre la ausencia de su padre.

—Es un pequeño proyecto personal… ¿De casualidad no se te hace conocida la melodía, Pennyworth?—

—Me temo que no, joven, debe ser alguna canción actual que no he escuchado.—

—Si, creo que es eso... Tampoco la había escuchado.— siguieron charlando hasta que Alfred llevó a Damian a la escuela de Metropolis.

Y sí, aún ocupaba el helicóptero.

Nada más llegar a la escuela el único esperándole era Jon, como todos los días.

Después de un rápido saludo y despedía a Alfred procedieron a caminar a su salón de clases.

—Cumpliste tu promesa.— dijo Jon sonriendo y casi sin poder creer que Damian había accedido a dormir más temprano.

—Soy un hombre de palabra, Kent.— siguió viendo al frente del camino en un esfuerzo por dejar de pensar en pellizcar las mejillas de su amigo como lo haría una abuela hasta dejarlas rojas.

—Tus orejas están rojas, ¿estás bien?— lo que faltaba.

Por alguna razón cuando descansaba correctamente su cerebro y no por partes como usualmente hacia, éste enviaba más señales a su cuerpo y le hacía reaccionar de formas extrañas y menos controladas pero muy fluidas por más extraño que eso sonara.

Así que, sin estar realmente consciente de lo que hacía, sus manos se movieron a ambos lados del rostro del joven Kent y comenzó a apretar sus mejillas mordiendo sus propios labios al intentar suprimir una sonrisa que se volvía cada vez más difícil de esconder por las muecas que el chico de ojos azules ponía.

—¿Qué estás haciendo?— la frase salió poco entendible y sus mejillas apretujadas se volvían cada vez más rojas y aunque Damian pensó que era por estar en medio del pasillo de la escuela esa era solo una parte de porqué del sonrojo del contrario.

En realidad su sonrojo aumentaba gradualmente por quién era el que sostenía su rostro y más aún después de pensar que parecía la típica escena de una comedia romántica en la que después los protagonistas se besaban.

El pensamiento de que el joven árabe le besaría y arruinaría sus planes se disipó al escuchar su melodiosa y discreta risa al mismo tiempo que sus manos se movían a su cabello para despeinarle aún más.

—Vamos a clase, toca sociales y quiero organizar un debate nuevamente.— y con una sonrisa de esas que casi no surcaban por sus labios empezó a caminar dejando a Jon a mitad del pasillo aunque después de salir de su confusión procedió a correr en su dirección hasta alcanzarle y quejarse de cómo tardaba en peinarse cada mañana.

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Estuvo bien raro cuando escribí este gggg