Alguien te Observa

03. El Bosque

Dicen que la curiosidad mató al gato y no supe la razón que tenían hasta la mañana siguiente, cuando me desperté estaba empapado en sudor, mi respiración estaba acelerada y notaba como mi pecho subía y bajaba con rapidez, tomaba aire por la boca pues que si lo hacía por la nariz era como si este no llenara del todo mis pulmones, algo me hizo sobresaltar y mirar en dirección a la cama de Thomas, no estaba en ella. El primer impulso fue llamarlo elevando la voz cuando este corrió por el pasillo llegando veloz a mi cama poniendo su mano en mi boca para callarme. 

— Tío, no grites parece que la señorita Helga te está metiendo su fusta por el culo, relájate ¿Qué es lo que pasa? Estoy aquí — Este se sentó en el suelo mirándome con una sonrisa en su rostro. 

Esperando que le contara como muchas otras veces mis alocados sueños en los que todos acababan con un "Woo" por parte de mi expectante amigo ese día no conté nada, no podía hacerlo, no a él, no podía meterlo en todo ese lado oscuro que parecía ahora hacerse presente cada vez más pasase lo que pasase quería protegerle, no solo era el hecho de que no estuviera en el cuarto cuando desperté, algo más llamaba ahora no mi atención sino mi olfato, un olor intenso a algo con lo que giré la cabeza entrecerrando los ojos y tapándome la nariz. 

— ¡Thomas! ¿Qué olor es ese? Es como si me rascaran el tabique nasal con un hierro afilado — Dije con la nariz tapada con dos de mis dedos a modo de tapón. 

— Pues no tengo ni idea, pero lleva oliendo así toda la mañana, será algo que ha echado la bruja porque esta mañana muy temprano, creo que no había ni siquiera una cuidadora despierta ha venido ella misma a limpiar la habitación y lo más raro es que solo ha limpiado la nuestra y la que tenemos al lado — Dijo poniendo énfasis aunque sin gritar, elevaba las cejas como cuando quería que algo me creara intriga y nos pusiéramos en modo detectives a descubrir de lo que se trataba. 

Aquel era uno de nuestros juegos preferidos, la desaparición de una merienda, que una de las chicas hubiera perdido su osito y como esas eran las que nos gustaba encontrar o dar un por qué. Pero en ese momento era distinto, yo sabía porque habían limpiado los cuartos, al principio pensé que solo había sido una de mis pesadillas, pero me daba cuenta a medida que pasaban los minutos de que no.

Me levanté de la cama y lo primero que hice fue abrir la ventana, para mi horenda sorpresa también la habían limpiado, aquellas gotas de la noche anterior tenían que ser la respuesta sino...¿Para qué molestarse en limpiarlo todo? ¿Para qué tan temprano? En ese momento Thomas volvió a llamar mi atención esta vez asomando la cabeza por las escaleras que daban al recibidor sin que pudieran verle. 

— Hey Jer mira, ese tipo es el que ha entrado a limpiar con la señorita Helga, parece que tienen una fuerte discusión. — Decía mientras movía su mano derecha para que me acercara a él. Así lo hice y me quedé atento a su charla o más bien reprimenda por parte de Helga, aquello hizo que mi vello se erizase sin saber muy bien por qué, o al menos no siendo consciente, quizás si que lo sabía pero no quería reconocerlo, poco se podía escuchar puesto que lo hacían demasiado bajo, lo que ellos no sabían es que los expertos en escuchar a hurtadillas y en ser los primeros en enterarse de los chismes éramos nosotros, que estábamos allí ocultos entre los barrotes de aquellas escaleras. 

— Hemos tenido otro escape, esta vez ha sido más fuerte, ha tenido la fuerza de poder llegar hasta aquí, si alguien llega a enterarse de esto...— Decía el hombre alto y pálido con cara de pocos amigos que se encontraba delante de ella. 

— ¡Eres un idiota, te dije que estuvieras observando toda la noche, ha venido avisar, ¿O es que no te das cuenta? Si lo logra estamos perdidos, pero si yo caigo, tú caes conmigo, tendremos que presentarnos ante él si eso llega a pasar! ¡¿Es eso lo que quieres?! — Helga movía las manos nerviosa, nunca la habíamos visto así, parecía que realmente tenía miedo.