Capítulo 10: La salubridad del alma

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Los estudiantes, entre catorce y quince años de edad, que cursaban el cuarto curso, habían tardado poco en percatarse de que la estructura de sus asignaturas y de los horarios era muy similar a la del curso anterior. Podían tomar dos o más materias optativas y, por supuesto, ir a Hogsmeade los fines de semana seleccionados. Se había convertido en un sitio bastante popular tras el incendio de Cabeza de Puerco, pues, lo que empezó siendo un acto de caridad, se convirtió en el mejor método de evasión por parte de los alumnos que tanto habían sufrido.

Además, era el primer año que debían prepararse para sus T.I.M.O.s. Aunque el examen se realizara en el quinto año, los profesores comenzaban a tratar esa materia en el año anterior. Algunos alumnos le prestaban más atención que otros. Algunos tenían más conciencia de lo que suponía el Título Indispensable de Magia Ordinaria que otros. James Potter, en aquellas dos semanas, había tenido que presentarse a los exámenes, puesto que no pudo hacerlo en junio del año anterior al encontrarse luchando contra su parte licántropa -y suficiente tiempo para estudiar le habían dado, se quejaban muchos. El hecho de que Griselda Marchbanks, jefa del tribunal, acudiera a Hogwarts, levantó los nervios de los alumnos de quinto y, también los de cuarto. Fue inevitable que aquellos días los profesores hablaran de materia troncal referente en sus clases.

En Defensa Contra las Artes Oscuras, Ted Lupin había propuesto dar una materia un tanto peliaguda -que debía darla igualmente -en una clase que compartían Gryffindor y Slytherin. No estaba muy orgulloso de su decisión.

-... ¿Cuántos de aquí crees que habrán lanzado una maldición imperdonable? -preguntó Peter Greenwood por lo bajini a Albus Potter, quien se sentaba a su lado. Este le pidió que se callara.

Scorpius Malfoy se giró desde el asiento de delante que compartía con Camrin Trust y sonrió a sus amigos. Había escuchado perfectamente el comentario de su amigo. Personalmente, Scorpius pensaba que muchos de ellos.

-Pero, primero, ¿quién puede decirme cuántos Maleficios Imperdonables existen? -preguntó el profesor Lupin, sentado sobre la mesa del profesor, con el cabello azul desordenado y una expresión serena.

-Va a responder Weasley en tres, dos,...-adelantó Peter.

-Tres, profesor -respondió, en efecto, Rose Weasley, junto a Janet Rossen. -Profesor... ¿Está seguro de que esta es materia que debemos tratar para los T.I.M.O.s?

Aquella pregunta hizo que todos sintieran un pinchazo en el estómago.

-Rose -la llamó por su nombre, el profesor Lupin siempre llamaba a aquellos que conocía por su nombre. Siempre lo había hecho así y, al parecer, su cambio de estatus no iba a cambiar aquello. -El Ministerio ha considerado que estamos en tiempos difíciles y que debéis estar preparados para todo tipo de Artes Oscuras. Esta es la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras, ¿qué clase de defensa sería si no sabéis qué os puede atacar?

Renata Driggs alzó la mano. Ted le dio el turno de palabra. Rose Weasley era la única persona que, con el profesor Lupin en exclusiva, se saltaba el turno de palabra.

-¿Las practicaremos? -la burla causó risas entre el sector Slytherin que la rodeaba. Excepto en su compañera de mesa, Alice Longbotton, quien hundió en su silla.

Ted Lupin le sonrió.

-Adelante, la llevaremos a Azkaban justo después -le concedió el profesor.

El resto de la clase soltó una risa a coro. Driggs refunfuñó. Scorpius Malfoy sonrió. Aunque su clase favorita era Pociones y Transformación, asignaturas en las que era el alumno estrella -pues en el resto debía compartir el puesto con Rose Weasley-, Defensa Contra las Artes Oscuras había recuperado su atractivo en cuanto Ted Lupin daba las clases. Había comenzado como un profesor inseguro. Pero, gradualmente, se había convertido en una persona comprensiva, que escuchaba a sus alumnos y que sabía las necesidades de cada uno.

La tercera generación IVWhere stories live. Discover now