Capítulo 11

3K 428 150
                                    

Ya habían pasado tres días en los cuales Horacio apenas comía y hablaba y para empeorar los síntomas de su celo habían llegado más agresivos de lo normal. Al parecer hoy estaba mejor ya que no tenía fiebre ni dolor.

En estos días he tratado de hablar con él sobre lo sucedido aquella noche pero no me daba respuesta alguna, esta situación me desesperaba pero debía seguir insistiendo.

— Horacio— el mencionado me volteó a ver y detuvo su camino hacia la ducha— ¿Podemos hablar?

— Si es lo mismo de antes la respuesta es no— solté un suspiro.

—¿Es que no confías en mi? Horacio estoy muy preocupado por ti, apenas si has probado bocado y casi ni hablas.

—Es por el celo— desvió su mirada dando a entender que era mentira— No quiero hablar de eso.

—Por favor dime que ocurrió quiero ayudarte... ¿a caso fue Claudio?

—¿Qué?

—Llegaste con un golpe y tu labio estaba roto ¿él te hizo eso? ¿Te hizo daño?

—Claudio no hizo nada, no es un monstruo— lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, me acerqué pero al instante se alejó de mi.

—Entonces qué ocu...

—¡Para ya joder!— me interrumpió al hablar— ¿A caso no entiendes que no quiero hablar? Déjame en paz ¡coño! Comprate una puta vida, ¡Joder!

Quedé petrificado al escuchar sus duras palabras, rápidamente agarré mi bolso dispuesto a salir de ahí.

—¿A dónde vas?— preguntó con miedo.

— Me voy ¿no querías que te dejara en paz? Pues eso hago— dije con amargura.

—Gustabo— no lo deje hablar y salí de la habitación.

No sabía a dónde ir, estaba dolido por las palabras de Horacio, lo mejor era darle un poco de espacio, sé que eso lo dijo sin pensar.

Caminé hacia una pequeña montaña que está cerca del motel. Al llegar me senté debajo de un árbol observé el paisaje mientras me perdía en mis pensamientos.

(...)

Desperté sobresaltado ya que me encontraba debajo del árbol. Me había quedado dormido debido al cansancio ya que no había dormido durante dos días por cuidar a Horacio.

Me senté de nuevo y observé el bello atardecer, me quedé embobado hasta que poco a poco comenzó a anochecer, me golpeé mentalmente ya que me tocaba regresar a casa de noche... y solo.

Comencé a caminar rápidamente pero me detuve ya que tenía que pasar por la misma calle de la vez pasada, con un fuerte suspiro comencé a caminar, me alivie al ver que me quedaba poco para llegar.

Estaba a punto de entrar cuando una persona salió de la oscuridad, empecé a temblar del miedo ya que me estaba bloqueando la entrada.

— Te me has escapado dos veces pero la tercera es la vencida pequeño.

Se acercó unos pasos y de inmediato salí corriendo, sin rumbo alguno, simplemente seguía corriendo hacia donde mis pies me guiaran.

No sé cómo pero de un momento a otro el alfa me agarró de la sudadera, de inmediato comencé a removerme logrando salir de la prenda retomando con mi huida.

Sentía como mis piernas empezaban a desfallecer, mis pulmones ardían por la falta de aire, estaba muy cansado y pequeñas lágrimas comenzaban a salir de mis ojos al pensar que el alfa tarde o temprano me iba a atrapar, miré hacia atrás comprobando que cada vez estaba más cerca. Las lágrimas me nublablan la vista y sin saber porqué mi omega soltó un pequeño gemido.

Confundido y alterado recorrí las calles con la vista, el alivio recorrió mi cuerpo al observar que estaba muy cerca de comisaría, con un último esfuerzo comencé a correr más rápido, ya me quedaba poco, sentía como los pasos del alfa se iban acercando más, aún así no mire atrás y seguí corriendo.

Iba a subir las escaleras cuando de pronto mis piernas no pudieron seguir más y tropecé cayendo encima de alguien, al levantar la mirada no pude ocultar la sonrisa de felicidad ni las lágrimas que comenzaron a caer de mis ojos. Había tropezado con Conway.

Narra Conway

Me encontraba revisando, corrigiendo y ordenando el papeleo que al parecer a mis agentes no sabían hacer, su caligrafía y ortografía eran horribles, me estaban provocando un fuerte dolor de cabeza. En ese momento sentí como mi alfa se comenzaba a inquietar, al principio pensé que era por el estrés, sin hacerle casi seguí con lo mío hasta que un pequeño gemido resonó en mi cabeza, un llamado.

Por instinto me levante rápidamente del escritorio y salí de mi despacho, no sabía muy bien lo que estaba haciendo simplemente seguía mi instinto. Llegue a recepción donde milagrosamente no había mucha gente, solo se encontraban Volkov e Ivanov los cuales al verme se pusieron delante de mi.

—¿Está bien Conway?— preguntó Ivanov, lo ignore por completo y salí fuera de comisaría.

Cuando estaba bajando las escaleras preguntándome qué coño le pasaba a mi alfa alcancé a ver un destello rubio que luego chocó contra mí.

—¿Pero qué coño...?— el sujeto levantó la cabeza y una gran sonrisa apareció en su rostro acompañado de un par de lágrimas.

—¿Gustabo?— el pequeño rápidamente me abrazo mientras lloraba pero luego se separó de mi algo alterado.

—¡El alfa!— señaló a un tipo con capucha que se iba alejando lentamente del lugar.

—VOLKOV, IVANOV, QUE NO SE ESCAPE— al escuchar los gritos el sujeto comenzó a correr al igual que mis comisarios.

Rápidamente tomé a Gustado en brazos y me adentre a comisaría.

Mi dulce omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora