cinco

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Cuando el miércoles por la tarde había llegado, los pies de Yeonjun se movilizaron con rapidez hacia el ascensor con la intención de bajar hasta el aparcamiento y así poder tomar su automóvil y marcharse de la oficina hacia su casa sin importarle si contaba con más responsabilidades laborales, pero como solía pasar muchas veces no logro llegar hasta su destino sin ser intercedido por su secretaria.


—¡Señor, Choi!— esas palabras bastaron para que Yeonjun detuviera su paso, para prestarle atención a su secretaria—¡Señor, Choi!—volvió a llamar la mujer haciendo sonar sus tacones con cada paso apresurado—antes de que se marche debo recordarle que tiene una cita con el doctor Choi Soobin.—Dijo una vez estuvo junto a su jefe.

Pasando una mano por su rostro en signo de frustración se preguntó cómo había sido capaz de olvidar la cita que tenía; después de agradecerle a su secretaria por el recordatorio y de darle lo que restaba de la tarde libre retomo su camino hasta el ascensor, donde las puertas metálicas se abrieron a los pocos segundos de haber presionado el botón.

La típica música de fondo del ascensor acompaña los sucios recuerdos del lunes, las imágenes que su mente había capturado junto a las diversas sensaciones, hicieron que de forma inconsciente las mejillas de Yeonjun se tiñeran de rojo; El rojo de las mejillas se intensificó cuando en su mente aprecio el recuerdo del dominante beso que había compartido con su doctor y la forma en la que este lo había sometido a su antojo.

Choi aún no daba crédito en cómo el había aceptado con tanta facilidad mantener aquella relación de ultrajo que su doctor había dado comienzo y a la forma en la que se estaba comportando, ni en la forma en la que dejaba que otro hombre lo dominara hasta el punto de hacerlo llamarle señor, cuando había sido él quien había sido llamado así por un sin fin de mujeres y por su esposa, sin embargo no tenía el mismo efecto que tenía cada vez que el llamaba "señor" a su urólogo.

Entre la divagación de sus recuerdos y sus pensamientos el sonido de las puertas de metal abrirse le anunciaron a Yeonjun la llegada hasta el aparcamiento. 

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Cuando el reloj marco las cuatro y cincuenta, y su último paciente salió del consultorio junto con su secretaria, el doctor Choi se quedó a solas en el consultorio estudiando algunos expedientes, pero sobretodo esperando a su paciente preferido.

En el intervalo de tiempo desde el lunes hasta ese momento Soobin había llegado a la conclusión que lo que había logrado cautivarlo de Choi Yeonjun no había sido su lindo y bien formado culo, si no lo masculino, el porte dominante con el que esté contaba y el buen físico tanto como las perfectas facciones dignas de un activo. Yeonjun tenía todo aquello que Soobin siempre había buscado en un hombre y en el plano sexual.

Leves toques en la puerta de su consultorio y pequeño sonido de la puerta abrirse le anunciaron a el doctor por quien esperaba había llegado. Fijándose en la hora de su reloj sonrió al notar la puntualidad, otra cualidad que Soobin agregaba a la lista de cosas que le gustaban de Choi

—Señor—llamó Yeonjun con su voz ronca cuando los ojos de el doctor Soobin se posaron sobre él.

La postura de seguridad con la cual estaba parado Yeonjun, lograron captar la atención por completo de Soobin quien lo estudió a detalle sin perder ni un solo rincón del cuerpo frente a él.

—Toma asiento—logró decir una vez salió de su estado.

Una vez recibió la orden de tomar asiento, acató la orden sin decir palabra alguna; Mientras Choi tomaba asiento frente a él, movió levemente su silla y se acercó hasta el archivero sobre abrió el último cajón para tomar un folder de color negro, posteriormente regreso a su lugar.

The Urologist -soojunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora