Ahí estaba yo, en aquel aeropuerto de Frankfurt, esperándolo muy nerviosa, con el calor de verano azotando. Lo volvería a ver después de casi cinco años, después de aquella despedida en donde lo vi por última vez, donde él se quedó con un pedacito de mi corazón aunque el muy idiota no se haya dado cuenta, junto a nuestros amigos, aquella vez donde nos dijimos más que te amo con nuestros cuerpos, todo lo que no podíamos decirnos, o lo que yo quería decirle en una mirada, en ese encuentro y en ese último abrazo. Después de todos esos años seguía con esos sentimientos en el pecho y en el corazón, ese el que nunca dejo de pensar en él y ese también de culpabilidad por nunca haberle contado mis sentimientos hacia él.
Salgo de mis pensamientos cuando escucho que llaman por los altavoces a los pasajeros de otros vuelos. Paseo la vista por los alrededores cerciorándome que no han llegado todavía, hasta que lo veo. Siento que todo a mi alrededor va en cámara lenta, siento que el corazón se me va a salir del pecho de lo rápido que comienza a latir en lo que sus ojos me ubican y nuestras miradas se cruzan, siento mis piernas de gelatina y mis ojos arden por las lágrimas que pugnan por salir.
Ahí está él, caminando hacía mi con ese andar despreocupado de siempre, esa pícara sonrisa que plasma en sus labios en lo que nota como suspiro, parezco una adolescente, esa adolescente que era cuando estudiábamos juntos en aquel gigante Instituto, esa que estaba tan colada por él pero que nunca se atrevió a decírselo sino un par de años después cuando ya había salido del país y lo tenía a kilómetros, aún así sabiendo que él también lo estaba por mi.
Nunca fui capaz, y ahora casi cumplo los veinticuatro años y sigo siendo una cobarde. Y lo seguiré siendo, solo por ellos..
Cuando cada vez él me decía esas cosas bonitas que me gustaban y ponían mis mejillas como un tomate, y él lo notaba y se reía. O cuando en el comedor no quería comer más y le regalaba mi comida, porque comía tanto como un ogro, y siempre estaba en forma, con esos abdominales que muchas veces tuve el honor y placer de ver, y cuando me mandaba esas fotos que me hacían babear y querer pasar mi lengua por cada cuadrito que se le marcara. Cuando ese día en la playa no le quitaba los ojos de encima, me gustaba ver como el sol resaltaba en su piel pálida. También aquella vez que me hizo ese mini strippers en el Instituto delante de nuestros amigos, no tenía ni donde esconderme de la vergüenza que sentía, pero me gustaba. Cuando estuvo ahí para mi cuando mi novio me puso los cuernos y me apoyó y me aconsejó. Cuando en clases siempre se metía conmigo y yo con él, cuando me hacía cariñitos en el cabello y nuestras conversaciones calientes que me hacían estremecer y me ponían a mil y todos esos momentos que pasamos juntos. Y sobre todo ese último encuentro, en el que surgieron más que sentimientos encontrados. Pero aquí estaba, aquí estábamos, a pesar de todo.
Tenía ganas de abrazarlo, de correr y tirarme a sus brazos que ahora estaban mucho mas fuertes y más formados, está más alto, y así también está más atractivo, parece todo un Ken. Ken, qué ironía. Ése es mi Ken, o bueno, lo era o lo fue, porque ya no es mi Ken.
Desvío la mirada a su lado en lo que se posan frente a mi, y las veo formando una sonrisa no tan auténtica en mis labios, ahora él es el Ken de ellas, de su mujer y su hija.
Ella me sonríe a modo de saludo, está igual a como la recordaba, cabe mencionar que no nos llevábamos muy bien. Cuando ella llegó a la vida de él, éramos muy amigos, él era y sigue siendo mi mejor amigo, ese del que uno se enamora pero que no puedes estar con él. Teníamos nuestras razones, yo tenía novio y cuando ella llegó a su vida, aunque sentí que todo se desmoronaba, porque sí, tengo que admitirlo, era y soy muy egoísta y lo quería solo para mi, y tenía muchos celos, me sentí feliz por él, porque al fin sería feliz, aunque yo no lo fuese tanto. Y qué razón tuve. Aunque al final él se alejó un poco por ella, para estar con ella, y eso me partió el corazón, lo entendí, entendí que ella sería la mujer de su vida, a pesar de que hay más, pero espero no equivocarme.
Y la pequeña de tres añitos que a penas tengo el placer de conocer me ve con esa mirada inocente como preguntándose quién soy, pero esa sonrisa sincera que me da, no es para nada igual a la de su madre, le sonrío también, es tan hermosa como su padre y como ellos, y vuelvo la vista hacia él cuando siento su mano recorrer mi mejilla limpiándome una lagrima traidora que salió sin mi permiso. Lo veo a esos ojos color café que años atrás hizo que todo mi puto mundo se parase y no siguiese su rumbo, y que ahora tengo la fortuna de ver todos los días de mi vida en otras personas, arquea una de sus perfectas cejas, y esas pestañas más largas que las mías que siempre envidié caen sobre sus pómulos cuando parpadea para espantar las lágrimas que quieren salir. Quiero tocarlo, abrazarlo y no soltarlo por un buen tiempo, pero no puedo, ya no podemos...
–Hola, Vaquita.–me dice sacándome de mi burbuja, ese sobrenombre que me puso que me hace rodar los ojos.
–Hola, Lagarto albino.–le respondo con una sonrisa en mis labios, y él suelta una carcajada que me llega al corazón, ese que estaba tan frío como cuando llega invierno, pero ahora siento que se irá derritiendo mientras él esté aquí, conmigo...
Aunque no sea por mucho.
Ich will dich... Du weißt wer du bist.
***
PD.: "Hazlo ahora, porque algunas veces el "después" se convierte en nunca.""Es mejor arrepentirse de algo que se hizo, que de algo que no se hizo."
Muchas gracias, aunque no sean muchos, gracias por sus votos y comentarios🥰
Salu2✌🏻
Con cariño, Cam💙
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Amor no tan prohibido.
Short StoryLo veo a esos ojos color café que años atrás hizo que todo mi puto mundo se parase y no siguiese su rumbo, arquea una de sus perfectas cejas, y esas pestañas más largas que las mías que siempre envidié caen sobre sus pómulos cuando parpadea para esp...