Evolución

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Se llegó el día en que al fin iría a Cambridge a ocupar el lugar por el que tanto luchó haciendo ciencia. Salió a las 04:00 horas hacia la estación de tren. Caminaba sola con su cuaderno en mano y una bufanda que no vestía porque la caminata a paso apurado le daba calor. Su tren llegó puntual, se subió a un vagón completamente vacío. Eran tantos sus nervios y excitación que no notó que la calefacción no servía. Su temperatura corporal era más baja que la del ambiente y su concentración en sus notas y fórmulas no la dejó escuchar que el maquinista invitaba a todos los pasajeros a ir al vagón número cinco, donde estaba el restaurante, para tomar té gratis y así compensarles las molestias por las fallas técnicas. Gertrude siguió así una hora y media hasta que al fin llegó a su destino. Se bajó en la plataforma y se dirigió al parque que divisaba desde ese punto. Pasando por ahí se llegaba a Trinity College. Llegó temprano y se sentó en la banca a esperar que el día comenzara para las mentes más brillantes del reino, que al parecer, no sabían madrugar.

Cuando empezaban a llegar los estudiantes vestidos con sus togas, cargados con libros que repasaban mientras caminaban sin fijarse en lo que tenían enfrente. Ella se acercó al arco de entrada, pero la detuvo un guardia de seguridad.

—    Disculpe joven dama, pero las empleadas de limpieza entran por el ala sur.

Ella, para nada sorprendida con esa bienvenida le explicó que no era parte de la servidumbre, sino que iba a dictar un seminario porque era la nueva catedrática de la escuela de Geología.

El hombre la miró con incredulidad primero y luego río descaradamente. — Vaya, ¿pero por quién me toma? ¡Ninguna mujer ha sido aceptada aquí para estudiar mucho menos para enseñar! Por favor, haga lo que le pido y diríjase al ala sur, ahí le indicarán los salones que debe limpiar.

—    No, caballero. Yo soy Gertrude Elles y vengo a enseñar. Por favor, déjeme pasar porque no pienso entrar tarde a dar el seminario para el que madrugué tanto hoy.

El guardia ya estaba evidentemente molesto de la insolencia de esta mujer y se preparaba a gritarle algo cuando uno de los directores que iba entrando se dio cuenta de la escena. Este hombre poco años mayor que Gertrude recordó avergonzado no había informado a todo el personal de que ahora habría una docente e investigadora mujer. Con frecuencia olvidaba que él era el único acostumbrado a tratar con mujeres científicas.

—    Profesora, Elles. Disculpe que la hiciera esperar afuera. Por favor acompáñeme a su despacho. La esperábamos más tarde porque programamos su cátedra para la tarde con el fin de ofrecerle antes un almuerzo de bienvenida. Pero ya que vino antes podremos mostrarle las bibliotecas y el centro de investigaciones. Acompáñeme por favor.

El guardia se quedó boquiabierto, con un insulto atravesado en la garganta mientras se hacía a un lado para dejar pasar a la primera mujer docente de Cambridge. Ese día evolucionó la ciencia y la sociedad.

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Historia inspirada en Gertrude Elles (1872-1960), paleontóloga y primera mujer en obtener un puesto de profesora adjunta en Cambridge en 1924. 

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