❄️Capítulo 18

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— ¿Te cuesta dormir?

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— ¿Te cuesta dormir?

Había optado en visualizar las pequeñas estrellas que ocupaban el cielo nocturno a través de mi ventana. No tenía nada de sueño y aquello se lo agradecía al calor insoportable que solo me provocaba el de darme un buen chapuzón en la piscina. «Adiós a mis ganas de nadar como pez por culpa del dedo de mi pie». Me fijo en Stefany cuando se ubica a mi lado.

—Al parecer tú tampoco puedes conciliar el sueño. —ella asiente. Doy un suspiro— La vista es bonita desde aquí, sobre todo si aprecio esa cascada iluminada de varias luces de colores.

—Y yo que creía que tu insomnio se debía al bombón popular que yace a unos metros de nuestra recámara.

— ¿Ósea que tu desvelo se debe a que no puedes estar con Felipe?

—Por una parte, sí y por la otra no. —la noto preocupada.

— ¿Te pasa algo no?

—Sí, pero no pienso confesártelo sola.

— ¿Qué significa eso?

La puerta se abre y frunzo el ceño al ver a Liliana junto con Milagros. Ambas entran y contemplo unas bolsas de papitas en sus manos. Es raro el que quieran realizar una pijamada sabiendo que no puedo moverme bien.

—Imagino que no están aquí para darnos las buenas noches, ¿O sí?

—Es difícil el que nuestros padres nos den permiso para dormir juntas, así que deberíamos aprovechar esta noche. —habla Mili y al mismo tiempo, pide que acomodemos las almohadas y un cubrecama en el suelo. Lo hacemos y las tres me ayudan a sentarme sobre este— ¿De qué hablaban?

—De una confesión. —se lo recuerdo a Stefany por si cree que lo he olvidado. Me percato que Liliana le lanza una mirada para luego meterse una papita en la boca— ¿Qué se traen las dos?

— ¿Qué? —es tan obvio su nerviosismo. Cruzo los brazos y las observo con seriedad— Bueno..., lo que sucede es que...

— ¡La némesis se enteró de la apuesta que hicimos en mi fiesta!

— ¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ?!

Siento que mi rostro palidece y que el oxígeno no me está llegando a los pulmones. ¿Cómo que Lucía sabía la verdadera razón por la que estoy saliendo con Santiago? Intento levantarme para agarrarlas del cuello y ambas se ponen en modo de defensa. «Tienen suerte de que ande con el pie vendado».

—Antes que nos asesines déjanos decirte que no lo hicimos a propósito. —menciona Stefany— No teníamos idea de que esa antipática estaba escondida y escuchaba lo que hablábamos.

— ¿Por qué sacar ese tema en su casa? ¡Su casa!

—Lo sentimos mucho, Cielo.

—¡¿Creen que con sentirlo cambiarán las cosas?! —exclamo con enojo— Se suponía que habíamos hecho un pacto el cuál consistía mantenerlo en secreto, ¡¿Qué demonios voy a hacer ahora?!

"Al caer la nieve" (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora