—¡Soldados! Si hoy morimos, será por vuestra negligencia en el campo de batalla. No me hago responsable por los horres que verán, la sangre que derramarán, y la muerte lenta y dolorosa de una bala en vuestro poseído corazón. ¡Recordad lealtad a la gran patria que llamamos hogar…!
Si no me ahogué de un susto, no recuerdo que fue lo que sucedió. Aquéllos gritos del difunto Comandante … ¡Uh! He olvidado su nombre, no me sorprende, apenas llegué a tierra ese día, si bien es cierto, el territorio enemigo no es gran cosa. Saltar a más de 1500 mts sobre el nivel del mar y ver cientos de hombres morir a manos de unas cuantas máquinas asesinas, fue una horrible experiencia, y una masacre también, en lo que respecta a mi memoria.
El paracaídas no se pudo abrir a tiempo cuando dieron la orden de saltar, salté y aún estuve por poco morir ¿O morí? Algo que no olvidaré, fueron los roces de balas de armas enemigas que rasguñaron mi uniforme de combate, disparaban a todo lo que había en el cielo, y lo que hay en el cielo es un ejército a punto de morir.
Por poco no me ahogo, el impacto en el mar fue una dura cachetada y el calor acumulado por la caída libre fue devastador, el olor a muerte durante la caída era latente y sabía que el diablo me estaba esperando, sin embargo, no lo había visto. Tenía el paracaídas envolviéndome y molestando, me costaba respirar, sentía que me ahogaba, y de la desesperación debajo del agua, me enloqueció, en cierto momento juré mi muerte.
¿Dios me habría perdonado?
No lo creo, nunca fui creyente en toda mi vida, si en algo es cierto, fue en mi rechazo a la religión. Razón por la cual mis padres me internaron en una escuela militar y mi conducta antiautoritaria, desordenada y mi falta de respeto por los ordenes jerárquicos, el anarquismo estaba en mi sangre ¿No era así?
Este relato no es para hablar sobre filosofías políticas, estoy contando el peor y tal vez más macabro suceso en toda mi vida.
Había perdido la conciencia, no sé por cuantas horas, en los pocos segundos que la recuperé, observé un par de soldados enemigos que me arrastraban por el fango, un hermano de armas siendo decapitado, le decíamos "Cabo", aunque realmente era Sargento Primero, pero la falta de respeto entre nuestras filas siempre fue lo normal.
Un hombre con una chaqueta negra y una boina amarilla estaba al frente mío cuando desperté, estaba fumando un cigarrillo y tenia una mágnum 36mm en cima de la mesa. De un reojo me observó y en segundos me habló, conocía mi idioma, y aunque su acento era extraño tardé en procesarlo.
—¿Dónde está vuestro líder de escuadrilla? —Hablo con repugnancia. — Resistimos a vuestra invasión en la playa, y los que no colaboraron, sus cabezas terminaron decorando nuestros cuarteles.
Yo lo miraba, seguía confundido, me costaba hablar, juraría por el infierno que me habían drogado, pero desconocía con qué. De mi nariz se derramaba un poco de sangre y aquel hombre, no tardo en ser violento.
—¡Oh! Tu nariz llora, déjame limpiarte. — Empuñó su mano y de un golpe tan fuerte que por un momento sentí haber perdido mi pequeña nariz, sentí que la había partido, y la sangre no cesó en ese instante.
Tosí sangre, que terminó manchándome toda la quijada.
Estaba amarrado con unas cadenas oxidadas, y el cabrón, no me dejaba en paz, se la pasaba preguntando 《 ¡¿Dónde cojones esta vuestro Jefe de Cuadrilla?!》 El silencio era mi respuesta, me había opuesto a responder, aparte que desconocía donde estaba aquel cabrón, este hijo de puta no pararía de tortúrame.
Ya nos habían avisado con tiempo, que, si nos capturaban, nos iban a torturar, y nos dañarían la mente, pero este hombre en particular, se rindió muy rápido, después de fuertes golpes seguidos, no respondí nada, mi mandíbula me quebrada de dolor, y aún seguí firme ante dicha situación.
—Tu… tu... tu no saldrás vivo de mi patria… —Me lo dijo con tanto odio, que solo fue en cuestión de segundos cogió la pistola y un solo disparo en mi cabeza fue ejecutado, asumí mi muerte en ese momento, y lo fue, el dolor no fue nada confortable. Lo último que escuché antes de qué de me nublara la mente fue《Maldito》
Quizás haya acabado mi vida, sin embargo, solo inicio mi pesadilla.
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La pesadilla después de mi muerte. -Historia de Terror corta
KurzgeschichtenYo morí, en en las profundidades de mi alma, perdida en el mar de una guerra descomunal. Y el diablo espero cada segundo para atormentarme en una pesadilla que parece no tener final, o parecía. Esta es mi corta, pero perturbadora historia de mi...