Uno

4 1 0
                                    

Y nuestro cerebro da color a la lluvia. Y el trueno es como algo que recuerda algo. 

STAN RICE.

Podría quedarme aquí durante tres mil días y nunca me cansaría.

Hay muchas niñas de mi edad y todas tenemos vestidos, siempre le digo a padre que quiero un vestido de princesa como este pero nunca me hace caso por su trabajo. Unas campanas hacen que me olvide de él, sonrío, mis dientes de leche resplandeciendo y todas corremos hacia el hermoso tintineo, mi risa infantil resuena en mis oídos así como la risa de todas nosotras. Todo lo que veo son bordados, encajes, faldas y zapatillas, una nube grisácea y lila sobre nosotras siempre dispuesto a complacernos con dulces y música. Bailar, girar, saltar, doble, doble, girar, girar, a mi lado todo se ve extraño y moverme cuesta más de lo que debería cuando noto mis pies descalzos. ¿Por qué estoy descalza?

Miro hacia la puerta metálica que contrarresta con todo a mí alrededor e intento ir hacia allí, salir de aquí... Donde quiera que aquí fuera. ¿Por qué nadie lo nota? Girar, lazos, telas, bailar, saltar, su mano, no respiro, no caer, si caigo se molestará, sonrío porque sé que debo hacerlo ¿Debo hacerlo? Parpadeo y noto las paredes grises derritiéndose.

–No...

~

Siento el sudor correr por mi frente, mis pulmones sin aire, jadeo unos momentos para recuperarme y el sonido del silbato del entrenador taladrando en mi oído.

—DOS MÁS, SEÑORITAS.- Escucho con pesar. Le lanzo a Jack una mirada de auxilio y él solo se ríe en mi dirección, no es secreto para nadie que el entrenador ama a Jack y todos vemos esperanzados como va a hablar con él, para que ya termine la clase.

Estoy segura que la persona que propuso la educación física como materia obligatoria nunca tuvo felicidad en su vida y quiso arruinar todas las vidas estudiantiles venideras. Un poco dramático, pero necesario. Y más después de la noche nada productiva que tuve, aun sentía el correr de la pesadilla y solo quería descansar, comer unas papas recostada en mi sillón y estar todo el día leyendo o insistiéndole a Dante que-

PTRIIII PTRIIIII PTRIIII.

Buen Señor...

Escuché a Valentina venir a mí antes de verla y esperé su comentario.

–Cuando me gradúe lo haré, de verdad que le quitaré ese estúpido silbato y se lo tiraré en la cara.- dijo agitada llegando a mi lado mientras le lanzaba una mirada asesina al profesor.

Solo me reí feliz de poder ir a cambiarnos los uniformes sudados, concordando totalmente sobre su fantasía, pero eso ella jamás lo sabría.

–¿En serio? ¿Antes o después que se te caigan las piernas por la vergüenza? Eres demasiado buena para atreverte a decirle una mala palabra al señor Curry.

–Las malas palabras están sobrevaloradas, fácilmente puedo tirarle el silbato en la cara y luego sacarle la lengua.

–Sacarle la lengua, el Señor no lo quiera, Valentina sacará la lengua.- dijo Jack fingiendo indignación a nuestro lado cuando casi llegábamos al vestidor.–Te reto a decir una mala palabra.- Levantó y bajo las cejas rápidamente con un brillo malicioso en sus ojos.

–Te reto a besar a un sapo.

Oh, Dios, aquí viene. – Si el sapo será tan apuesto como yo en cuanto lo bese, no dudes que lo haré, querida.- dijo fingiendo tirar su cabello hacia atrás, a pesar de que tenía un corte casi militar, extremadamente rubio.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 18, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Ella lo sabíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora