Al compás de su epitafio

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La noche cubría el cielo, el clima gélido congelaba las ventanas de las casas con una suave brisa, y yo me preparaba para jugar con mamá. Luego de que me leyera un libro en la noche, cerca de la madrugada, mi madre siempre jugaba conmigo, bailábamos al compás de los discos de vinilo que estaban sobre el aparador de su habitación, utilizando un viejo tocadiscos proveniente de mi tatarabuelo, o me acompañaba y me observaba jugar a la consola. Eso era antes, pero me gustaba cantar con emoción las clásicas canciones que ponía de vez en cuando.

A mi nuevo papá le gustaba pegarle, me decía que ella se portaba mal. ¡Cómo no iba a hacerlo, si ni siquiera me miró desde que se casó con él!, mi papá no me importa, es un sucio borracho que lo único que hacía era engordar. Poco me interesa lo que le suceda, esta noche mami es sólo para mí.

No quiso contarme una historia esta vez, pero no le repliqué, no era muy necesario un libro ahora, con alegría bajo las escaleras hasta una habitación vacía y polvorienta, donde saco un disco de vinilo al azar. Regreso a mi cuarto y le sonrío nuevamente.

– Mami, esta noche vamos a escuchar esta canción –le dije y lo coloqué en el tocadiscos.

La música inundó la habitación, y cogí la consola para sentarse junto a mamá, la encendí y comencé a jugar mientras balanceaba los pies al ritmo de la melodía. Le enseñaba el progreso de la partida con algarabía y tarareaba para ella para arrullarla y que la noche la abrigara con su oscuro manto. Hacía mucho tiempo que no pasábamos tanto rato juntos, siempre estaba trabajando, pero hoy eso cambió. Pasó el tiempo y el videojuego se estaba poniendo aburrido, así que volví a poner la canción y bailar una linda danza para ella, la canción vuelve a sonar, y  yo me muevo, dulce y agraciadamente como me enseñó. Mami me observaba con ojos vacíos, a lo mejor es por los gusanos que se comieron sus globos oculares, también estaba adornada con una mueca de dolor en su rostro demacrado. Pero no me importa, ahora tiene todo el tiempo del mundo para mí, mi nuevo papá huyó porque no quería prestarme atención. ¡Qué locura! Sólo porque quería atarlo y rellenarlo con serrín, como mamá, y así no iba a envejecer nunca, la verdad es que los adultos de hoy en día son muy malagradecidos. La canción llegaba a mi parte favorita, así que la canté con emoción, bailando y lanzando el aserrín sobrante por todas partes:

Tie your mother down
Tie your mother down
Lock your daddy out of doors
I don´t need him nosin´ around

Y así, permanecimos la noche entera, mañana haremos lo mismo, una y otra vez.

Porque ahora mami es sólo mía.

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¡Hola hola! Este relato es algo añejo, lo escribí hace unos meses, a mediados de cuarentena, pero no tuve el valor de subirlo. Se los muestro para que me digan qué tal me quedó, pequeñas almas :)
Os quiere:
Sally♡

Sopa de tinta y pensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora