Every time you kick me, you're not gonna win me.

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Desde el primer momento en que te mire a los ojos supe que todo cambiaría, porque en tu rostro estaba esa maldita sonrisa que causó escalofríos en mis huesos por tanto tiempo, y no te conocía y es realmente triste la manera en la que pude leerte en un solo día. Tan malditamente cliché con los bastardos de tus amigos, viéndote y sintiéndote el Dios supremo en toda su gloria, tan vacío y frío, falso.

Y te lo dije, y lo siguiente que sentí fue el sabor metálico en mi boca. Al día siguiente caminaba por los pasillos de la secundaria con manchas púrpuras decorando mi piel y cuando tú y tus fieles perros me vieron, rieron tanto que la ira en mi crecía al punto de querer consumirme.

Me habías fichado, y desde entonces no logras soltarme. Me viste como una presa fácil porque era nuevo y estaba solo. Lo extraño es, que cuando no lo estuve mas, te molestaste tanto que me arrastraste hasta que estuvimos solos y tus puños mancillaron mi piel y tu boca se movió mil veces repitiéndome que no querías volver a verme hablando con nadie, ¿recuerdas lo que hice? Me reí en tu patética cara y te recalque como no eras más que mierda en mi zapato. Mi cuerpo dolió por días luego de eso.

Pero no eras nadie más que un idiota con problemas de superioridad, y yo no era más que un chico rebelde que no podía defenderse, entonces no hice caso a una maldita palabra que dijiste  y comencé a hablar con cualquier persona que caminaba por mi lado, eso me llevo a hacer buenos amigos mientras tus bromas crueles e insultos a toda voz no paraban.

Y un día sucedió aquello que hizo que todo cambiase.

En el baño, alguien retenía sollozos de la peor manera, sin detener mis impulsos abrí la puerta queriendo averiguar de quién se trataba, eras tú, sentado en el retrete sosteniendo tu cabeza sobre tus rodillas, y llorabas como si sintieras tanto dolor que sentí verdadera tristeza por ti, y luego me observaste.

Tu cara se deformó en una mueca de enojo, dijiste que me querías muerto mientras tus manos me quitaban el aire cada vez más, con mi cabeza sintiendo el frío de las baldosas sucias, deje marcas desesperadas por tus brazos mientras perdía el conocimiento.

Al despertar tu rostro asustado fue lo primero que note junto con la humedad en mi rostro y mi cabello, aun estábamos en el piso del baño y me abrazabas con fuerza pidiéndome perdón repetidamente. Nunca te lo concedí.

Aún puedo recordar el dolor en mi cuello y las marcas de tus dedos tornándose verdosas con el pasar de los días, el calor que pase aquellas semanas debido a las diferentes bufandas que tuve que usar en aquel verano.

Cualquiera pensaría que luego de aquello me dejarías al fin un poco de paz, pero no fue así, porque ahora no solo tenía que aguantarte algunas horas hasta poder irme a mi lugar seguro, mi casa, si no que mi tormento seguía por el día entero cuando al abrir la puerta de mi hogar un día, estabas allí, sentado en ese sillón que amaba mi padre y sonriendo hacia mi familia entera, luego en cenas, almuerzos y reuniones familiares, tenía que oír de mi madre lo buen chico que eras y de mi hermana lo guapo y perfecto que le parecías, como un Dios griego.

Y mi desprecio solo aumento.

Y tu brutalidad también.

Ahora entrabas a mi cuarto cuando querías y lo dejabas hecho un desastre, te robabas mis cosas, las rompías y te reías por ello. Pero no importaba, aún podía aguantar todo aquello, hasta que hiciste algo que ya no pude soportar.

Mis amigos eran las personas más amables y divertidas que había conocido en esa estúpida ciudad, Mar era una chica preciosa que contagiaba a todos con su alegría, Wy aparte de ser inteligente era ingenioso y gracioso, junto con Xav quién siempre sabía como animarme eran los mejores amigos que alguna vez pude tener, y tú destruiste eso.

Me los quitaste uno a uno, rumores, bromas, insultos, desprecio, y más crueldades de ti y tu sequito de inadaptados neandertales. Le quitaste a Mar su alegría, Wy se retiró de la escuela y Xav estuvo a punto de perder la vida.

No me gusta lo que le hiciste a mis amigos, se que algún día lo pagaras.

Pagaras por todo.

La realidad era, que aunque nunca te alejabas de tus amigos siempre estabas solo en tus momentos de calidad conmigo, ellos aún se burlaban en conjunto, pero jamás se unieron a tus momentos de artista pintando mi piel.

Una noche me sobresalte al sentir un calor junto a mi cuerpo y ahí estabas, a las tres de la mañana junto a mi recostado en mi cama observándome fijamente, de más esta decir que estaba aterrado por lo que ibas a hacer, pero no hiciste nada, solo me observaste y yo lo hice contigo.

Lo hiciste por meses.

Descubrí que no dormías bien, tenias pesadillas donde llorabas constantemente, sudabas y en las peores noches tenía que despertarte porque tus gritos podían despertar a todos en la casa.

Aunque nunca te lo dije, hablabas mientras dormías, así supe que tu madre se había suicidado.

Dormías en mi cama y me hacías la vida imposible en el instituto, me confesaste un día que te sentías frustrado cada vez que te ignoraba y yo te dije que nada de lo que hicieras podría cambiar mi humor, solo contestaste con una de tus penosas amenazas.

Nunca me importaste más allá del desprecio que sentía por ti, y lo sabías.

Luego llego el baile, y a puesto a que recuerdas lo que paso ese día aunque lo niegues. Estaba tan aburrido y solo, yendo a esas porquerías obligado por mis padres, cuando te vi tropezar en el comedor, era tan estúpido que guiado por mi curiosidad te seguí, estabas acostado en una mesa riéndote en dirección al techo, me notaste al momento de entrar, tus ojos estaban rojos y sabía que estabas ebrio y tal vez un poco drogado, me pediste que me acercara y lo hice, tomaste mi muñeca con fuerza y me acercaste a ti al punto en que mi nariz rozaba tu cuello, porque tenias que ser tan malditamente alto y estar construido como un camión que no podrías encajar más con los estereotipos, tu otra mano jaló fuertemente de mi cabello hasta que tu respiración y la mía se mezclaron.

Me besaste.

Fue un beso castigador y cruel como lo eras tú, y sentía que me asfixiaba tomando solo pequeñas cantidades de aire entre besos, porque no te detuviste, solo hiciste lo que te dio la maldita gana como siempre y pasaste la noche magullando mis labios y probando el carmín que provenía de ellos aun cuando las lágrimas dejaban mis ojos y se mezclaban con las tuyas.

Sabes lo que pasó después.

Good God.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora