el presente y el pasado

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La noche era fría; juraría que el frío era tal que el rostro de aquel que vestía de blanco tenía la nariz roja, y de cada palabra que salía de sus labios salía vapor. Sus ropas parecían delgadas, pero lo que más me impactó fue que detrás de sus cabellos negros y aquel monóculo, una lágrima recorría su mejilla mientras sonreía, como si fuera algo natural. Esa fue la primera vez que entendí que había dicho algo muy doloroso a Kaito Kid.


Le había confesado que debía irme lejos para ser un mejor detective, si quería detenerlo. Nuestros encuentros duraron aproximadamente tres años; ahora soy Shinichi Kudo, ya no soy el asesino de Kid, porque logré vencer a la organización gracias a él.


Ahora, frente a frente, le había lastimado de un modo tan cruel, pero lo más doloroso fue verlo fingir. En esa noche, tomé mi bufanda y se la coloqué mientras la abrazaba.


—Por favor, espérame. Espera un poquito más, Kid —solo sentí su frío rostro en mi cuello, aferrándose con fuerza, sin hacer un sonido, dejando que las lágrimas me empaparan.


—Por favor, no permitas que te atrapen... Te lo ruego.


Solo asintió con la cabeza y se despegó de mí lentamente, pronunciando:—Buen viaje, Metantei-kun.Esas fueron las últimas palabras que intercambiamos, aquella noche cuando lo dejé solo contemplando la luna, envuelta en nubes cargadas de copos de nieve.


Cuatro inviernos después, desde la última vez que vi al detective, el mago de guante blanco me esperaba en el edificio más alto, vestido con un atuendo desapercibido, mirando la hermosa luna mientras hacía trucos con hermosas palomas blancas como la nieve.


Escuchando música en su celular, relajado, con la nariz roja y vapor saliendo de su boca, las horas pasaban hasta que escuché:


—¿Sigues esperándolo? —aquella voz era conocida.


—No, no me he rendido... —tartamudeé, aún con las manos frías por haber estado tanto tiempo haciendo trucos.


Aquel rubio se acercó al mago, quien no le hacía caso, hasta estar frente a él, cubriendo su rostro con una gorra. Luego, él agarró sus manos para calentarlas y, con una de sus manos, sujetó el mentón del mago. Vio esos hermosos ojos amatista, que estaban cristalinos.


—Por favor, detente, Kaito.


—No, no quiero, Hakuba... —mordiendo su labio inferior, sintiendo la mirada del alto rubio—. Por favor...


—Kaito, por favor, no. ¿Has comido bien? Tu piel está muy pálida y tienes ojeras. —Lo agarró de la cintura—.


Notando el sonrojo del mago, lo abrazó—. Por favor...

—No, por favor, Hakuba, no quiero... —empezó a llorar en los brazos de Hakuba.


—Por favor... —acarició su cabeza, dejando caer la gorra y revelando que el mago tenía el cabello largo como el de una chica. Después de todo, había fingido ser hombre mucho tiempo, hasta que en un encuentro...

La identidad de KIDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora