Apoyo mi mate una vez más sobre esa mesa de material, al amparo de esos árboles que me ofrecieron su sombra durante tantos veranos. Mi viejo viene con su andar cansado a traer más agua caliente. Sé que estuvo pensando en mi tío, no cabe duda, lo noto en sus ojeras, en su respiración entrecortada. Lo miro afectuosamente y le recuerdo que lo quiero. Mi papá me enseñó el encanto de decir las cosas a tiempo.
- ¿Otra vez? - pregunto sin ánimos de buscar abrir la herida.
- Otra vez- me dice- pero esta fue la última creo.
Al decir esto último sonríe y yo lo imito. Cómo olvidar el momento en que me contó su sufrimiento. No estoy seguro de que alguien más lo conozca. Ni siquiera estoy seguro de creérmelo yo, pero lo recuerdo como si fuera hoy. Para ese entonces hacía meses que venía masticando una duda y le hice mi correspondiente planteo, el cual terminaría desencadenando su confesión.
Mi tío Ramón era el único hermano de mi papá. Por poco mi viejo era el menor de los dos pero por casi nada. Crecí viéndolos siempre unidos, recuerdo asados en familia, navidades y hasta incluso vacaciones todos juntos. Hasta que se pelearon, una discusión tonta y fácil de resolver, pero en la que primó el orgullo. La relación se rompió y solo quedaron los lazos ligados a un vínculo laboral, ya que ambos trabajaban en el mismo lugar.
De tal manera caló el rencor, que mi viejo que tantas veces decía con orgullo "Ramón es mi hermano, mi hermano del alma", cada vez que contaba una historia que lo incluía, pasó a referirse a él solo por su nombre. Con el tiempo supe que mi tío intentó muchas veces revivir la relación, pero mi viejo es duro.
Todos en mi familia somos un poco así, siempre pensamos que va a haber un futuro, que todo se puede arreglar más adelante, por eso siempre la muerte nos sorprende tanto. Supongo que antes de que mi tío se fuera mi viejo pensaba que algún iba a tener tiempo de sentarse a charlar tranquilo con él.
Un día cualquiera murió mi tío. Fue un accidente, murió al instante. El que se quedó muriendo de a poco fue mi viejo. Recuerdo cómo lloraba cuando me lo contó. "Mi hermano se murió, mi hermano se murió". Ante la tristeza que sintió yo, no dejaba de pensar en el hecho de que luego años mi tío dejaba de ser "Ramón" y volvía a ser "mi hermano". Ese día lo consolé como pude, pero pasaron meses hasta que animé a preguntarle por qué después de tanto tiempo había vuelto a llamarlo así.
- Siempre fue mi hermano- me dijo- la muerte se encarga de lavar todos los rencores hijo. ¿Sabés lo último que le dije al tío?
- No - respondí.
- No - repitió él - justamente eso, le dije que no. Me pregunto si quería algo porque iba a ir una escapada al chino y yo le dije que no.
- ¿Te gustaría darle un abrazo? - le pregunté
- Ya se lo di hijo, un par veces se lo di - respondió mientras una lágrima se fugaba de sus ojos. Así comenzó su historia.
Me encantaría hijo, poder enseñarte el encanto de decir las cosas a tiempo. Yo sé que a veces me cuesta abrirme, pero voy a serte sincero, mirá que yo me quedé muchas veces con cosas para decir y la mayoría de las veces fueron cosas insignificantes. Pero hubo una que pudo haber cambiado todo, tan solo era cuestión de decirle "hermano, te quiero" y hoy estaría con la consciencia tranquila.
Cuando tu tío murió fue muy fuerte para mí, porque yo había estado con él en el laburo, no habíamos hablado en todo el día casi, pero habíamos compartido el mate. El incluso se había ofrecido a comprarme algo si necesita porque iba al chino y en un segundo, ni bien salió se sintió el impacto, lo chocó un auto que pasó un semáforo en rojo. Te juro que todos rodeaban el cuerpo para ver si estaba vivo o no, pero yo supe al instante que mi hermano ya había muerto.

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El encanto de decir las cosas a tiempo
HororSi volver el tiempo atrás nos quitaría años de vida ¿estarías dispuesto a hacerlo? ¿y si fuera para evitar la muerte de un ser querido?