Tritones

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El vasto océano.

Una gran masa de agua ocultando las cicatrices de la tierra con su aterradora forma.

Nadando va el pez brillante en la tercer capa oceánica.
De pronto , algo parece estremecer su nadó.
Se apresura moviendo de lado a lado su regordete cuerpo.

El depredador se abalanza atrapando la cola con dos garras amorfas.

Él pez pelea contorsionándose en su agarre.

La mordida la encesta con saña justo sobre la cabeza.

Profunda y sucia como la misma soledad que le rodea sobre el abismo en el que caen ahora las escamas de un pescado.

La sangre esparciéndose libremente entre los colmillos de la criatura.

Muerde y traga los huesos afilados , terminando con la puntiaguda cola en tres mordidas.

Movio los brazos llevando a su boca la comida que escapo.

Gira unas veces buscando lo que ya se a comido.

Se detuvo doblando la gruesa aleta cerca de su pecho.

Se estira hacia atras sin preocuparse en si esta derecho , de cabeza o bajando la cabeza al vacío.

Su boca se abre soltando unos sonidos profundos.

«¿Eres una presa?»

Pregunta a la nada.

Su mirada lleva esa interrogante al abismo , tomandose la libertad de observar unos segundos mas.

La oscuridad no revela ninguna figura pero su cuerpo , exactamente la aleta reacciona tornándose oscura.

«No soy tu presa»

Se precipita a la superficie.

Lo que le había acechado le sigue de cerca.

Abriendo las grandes fauces.

«No soy tu presa»

Repite al voltearse frente a esa boca.

Los dientes los tuvo a menos de un centímetro de su cara.

«¡Yo te cómo a ti!»

Enterró la garra en las branquias.

Metió el brazo hasta el fondo , arrancando lo que fuera que atraparan sus garras.

La sangre que se escapa de la carne a convertido la batalla en una sola gota carmín en este vasto azul.

El tiburón murió unos segundos después.

«...¡¿Alguien me vio?!»

Grita moviendo la aleta.

Mira y usa sus nervios para cerciorarse.

«Uhhh...»

Se lamento al saberse totalmente solo.

Suavizo su mirada al fijarla en su presa.

«Si te llevo , seguro si consigo hembra esta vez»

Se alegro clavando la otra garra en la boca , girando su cuerpo lo arrastró mirando a la superficie.

«¡Tendre la esposa más bonita de todas!»

Se jacta moviendo su enorme cola.

Él no puede medir el tiempo , pero si la cálidad de la carne en su presa.

Pronto el aroma de la carne fresca es afectada por la salinidad del océano.

Los parásitos que quieren aferrarse y debe ahuyentar con un coletazo se vuelven cada vez mas molestos.

DECCHAN WEEK 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora