Confianzas

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Advertencias: contenido subido de tono, personajexlector. One-shot. Dedicado a alguien que ya borró su cuenta.

Haikyuu!! (C) Haruichi Furudate.

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Satori tiene la mala costumbre de pegarse como una garrapata, comparado incluso con esos niños a los cuales jamás les prestaron atención en sus casas y que ruegan porque les diga que el dibujo que hicieron está bonito.

Sabes perfectamente que es del tipo indiferente en cuanto a confianza se refiere. Para él, un desconocido es lo mismo que un amigo o compañero de clases -no es del todo tarado, se reserva el contar su vida privada a los cercanos-. Puede acercarse sin miedo a cualquier persona solo para contarle un chiste sucio que se le ocurrió en el momento.

¿Le envidias? Sí, un poco. A ti te tiemblan la voz y las piernas cuando tienes que decir unas palabras frente a la clase

Lo peor de todo es que no solo se limita a hablar hasta por los codos de temas que a los demás no le interesan, si no que además tiene el descaro de responder por el otro cuando ve que no le ponen atención.

Divertido, raro, tonto. Así es Satori, el bloqueador central del Shiratorizawa.

Miedo a asumir que te gustaba ese experimento de ser humano te costó semanas y una ida al psicólogo. Hablarle había sido fácil, intercambiar teléfonos una prueba de bobos y comenzar a salir fue tan sencillo, que deseaste no haber salido nunca con alguien aparte de él en toda tu vida.

Pero había otro problema, aunque no sabías si llamarlo problema en sí. No ibas a quejarte de eso, sería como no aceptar un helado gratis.

Tiene las manos largas.

No en términos de que le guste robar cosas brillantes de los supermercados como si fuera un híbrido de pez.

Le gusta meter las manos donde no debe.

Debajo del suéter, camiseta, blusa, falda... acariciar tu piel incluso si tiene los largos dedos helados. No hay reclamo que valga ni cuanto tiempo lleven conociéndose, si le llamas la atención aprovechará cualquier segundo para colar sus manos debajo de la ropa y quedarse allí hasta que tengan que separarse.

Al menos eso hizo contigo, se burló hasta por el temblor nervioso que se te había escapado cuando sus manos comenzaron rozar tu abdomen antes de ir subiendo poco a poco, tocando el límite del pudor entre dos personas que se conocen poco pero de todas formas se desean.

Satori Tendou era un sin vergüenza.

Y tu eras una aprovechada por dejarle el camino libre para que hiciera lo que quisiera.

Literalmente lo que quisiera.

Así que ni te atrevas a quejarte cuando estén acostados viendo películas y el comience con sus juegos. El abdomen, el pecho, debajo de aquello que no mencionas por que sabes te sonrojarías como una colegiala. Cuando te deje la ropa arriba mientras acaricia con una mano y la otra baja hasta el pantalón donde desabrocha el botón, metiendo su mano dentro como si todo fuera suyo.

Bueno, puede que lo sea. En esos momentos solo le llamas por su nombre, reclamando vagamente antes de que comience.

Quejarse de eso es una tontería.


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