El rescate

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Acabamos de casarnos, la Luna de miel fue en mi casa. El se veía muy contento, pero yo no me sentía a gusto, sentía que estaba haciendo algo a la fuerza, yo misma me estaba obligando y aún no me daba cuenta.
Cuando llegamos a mi casa, ya había oscurecido, yo no me quité el vestido pero el si se quito su ropa quedando únicamente con su ropa interior. Nos acostamos y estuvimos platicando con la televisión encendida, me decía con los ojos brillosos los planes que tenía para nuestro futuro. Quería que tuviéramos hijos, una casa, un jardín... Entonces lo ví con intenciones sexuales, normal, como todo novio cuando llega a la Luna de miel con su esposa recién casada. Me sentí obligada a complacer sus deseos, pensaba que estaba siendo injusta al sentirme incómoda y no querer lo mismo que el estaba deseando tanto en ese momento. Comenzó a besarme y yo le correspondí, pero de repente sentí su beso en cámara lenta mientras mi cabeza comenzó a producir pensamientos rápidos de alerta, además comencé a sentir un asco increíblemente intenso al sentir sus labios tocar los míos, su lengua moviéndose mientras sentía que me ahogaba y sus manos tocándome mientras mi cuerpo temblaba, pero ese temblor era causa de el miedo que sentí en ese momento y el escalofrío desagradable que sentía cada vez que sus dedos tocaban mi piel. Era una bomba de tiempo que en cualquier momento iba a explotar, hasta que explotó. Me de tuve y me aleje un poco. Le dije, tratando de ser lo más sutil posible que no podía seguir, que estaba cometiendo un error. Confundido me contestó que no, ¿por qué un error? Entonces no se de dónde agarré fuerzas para decirle que tenía que acaba aquí, así que me levante y trate de acomodar un poco el vestido sintiéndome sucia, asqueada, manchada. Pude ver una desfiguración completa en su cara al mismo tiempo que titubeaba al hablar tratando de convencerme que el error era alejarme de el, que no se merecía esto, que todo iba tan bien. ¡Claro! El sentía que todo estaba bien, estaba viviendo el sueño de toda su vida, en cambio yo, estaba viviendo mi peor pesadilla. No podía soportar un segundo más sin limpiar esa suciedad tan horrible que sentía, así que tomé mi toalla, pero cuando me dirigí al baño para bañarme, me agarro fuertemente del brazo dejando una marca mientras me rogaba que no le hiciera esto. En ese momento me asuste y trate de safarme de su amarre pero me agarró más fuerte y me abrazo a la fuerza besándome el cuello y tocándome pero esta vez sin ninguna delicadeza, desgarrando mi vestido. Entonces me asuste como nunca me había asustado y luche hasta que por fin me pude Safar y correr al cuarto de mi hermano. Me puse contra la puerta para que no abriera, escuche sus pasos y su voz desesperada diciéndome que no le hiciera esto, que podía darme una vida feliz y que toda mujer desearía. Es verdad, toda mujer menos yo. Cuando llegó a la puerta, se percató que no tenía seguro, así que la empujó tan fuerte que no pude sostenerla más tiempo. Corrí al Fondo del cuarto de mi hermano mientras el iba detrás de mi. Sentía el miedo correr por mis venas cada vez más rápido e intenso. Decidí rodear el cuarto para volver a explicar mientras trataba de hacerlo entender diciendo que esto no era lo correcto, que no podía seguir en esta farsa. Como el no se detuvo, salí corriendo mientras buscaba un lugar donde encerrarme, pero la única puerta que cerraba bien era la de la entrada, así que decidí correr hacia afuera, antes tomé mi toalla para cubrirme y en el camino se me iba cayendo el vestido por los desgarres que había hecho él. Seguía escuchando su voz rogándome que me detuviera mientras corría detrás mío. Llegué a la puerta, salí de mi casa y la cerré aseguránme que no se abriera. Llegó a la puerta y la comenzó a golpear mientras no paraba de rogarme. Para ese punto yo ya estaba desnuda, con la toalla cubriéndome. Comencé a tocar desesperada la puerta de mis tíos que estaba a un lado de mi casa y le gritaba a mi tía con el miedo comiéndome viva. Al parecer todos estaban distraídos viendo una película, pero el un momento alcance a ver a mi tío pasar cerca de la puerta y le grité, aun escuchaba la puerta de mi casa golpear y él rogándome. Mi tío me escuchó, de inmediato abrió la puerta y cuando entré, rápidamente la cerró. Todos dirigieron su atención hacia mi, quitaron el volumen de la película y mi tía me miro a los ojos aterrada diciendo con una voz triste: ¿que te pasó mi niña? En ese momento no pude aguantar más y solté el llanto, la abracé fuerte y me deje caer al piso, bajando ella conmigo para corresponder el abrazo. En voz baja, pero muy triste me acarició el cabello diciéndome palabras de consuelo, tratando de tranquilizarme. Mis primas y mi tío solo se quedaron en shock mirando lo que estaba pasando.

El acosadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora