Cuando llegó el momento de dormir, me quedé mirando al techo, no podía dormir. Todos estaban ya acostados y durmiendo. Al pasar las horas de no haber podido dormir, decidí bajar por un vaso de agua. Mi mente no lograba estar en paz, mis pensamientos me comían viva y no me dejaban estar tranquila ni por un segundo. Salí al patio a tomar aire, trataba de distraerme mirando las plantas, la Luna, todo lo que había a mi alrededor. Ese ambiente me tranquilizó y por unos minutos me sentí en paz. Entonces, escuché un ruido que provenía del patio de mi casa que estaba al lado. Me convencí de que era el aire y no tenía que preocuparme. Pero entonces escuché algo caer, al voltear, el miedo se apoderó de mi cuerpo y casi se me sale el corazón de lo rápido que latía. Era él, se había metido a mi casa y estaba tratando de pasarse al patio de mis tíos. El tiempo que me quedé en shock fue suficiente para que me pudiera alcanzar, me agarro de un brazo fuertemente y me dijo: "escúchame, vamos a hablar". Entonces reaccioné y trate de safar mi brazo pero me estaba agarrando tan fuerte que me más tomaba, estaba segura que me iba a dejar una marca muy notoria. Aún tratando de safarme, traté de meterme a la casa mientras gritaba desesperadamente sin poder contener el llanto para que alguien me ayudara. Le grité a mi tía y en un momento que me logre safar, tome lo que estuviera a mi alcance para golpearlo, de alguna manera el esquivaba todos mis intentos de golpearlo. El me suplicaba que bajara la voz y que arregláramos las cosas, que no lo dejara. Yo seguí gritando ayuda y esta vez era yo quien iba tras de el tratando de golpearlo. Logró meterse a la casa pero en ese momento bajó mi tía y me ayudó a correrlo. Amenazó con llamarle a la policía por haberse metido a la casa y el solo rogaba que no hiciéramos nada, tratando de "calmarnos". Mi tía lo sostuvo dejándolo inmóvil mientras mi tío llamaba a la policía. Mi tía tiene una increíble fuerza en los brazos, podía mantenerlo inmóvil. El suplicaba con desesperación y juraba que ya no iba a molestar más, pero ya era demasiado tarde, la patrulla venía en camino y mi tía no lo iba a dejar ir, yo no sabía qué hacer ni cómo ayudar. Solo abrí la puerta cuando llegó la patrulla y dejé que pasarán a llevárselo. Mi tío y yo le explicamos a uno de los policías lo que había sucedido mientras lo arrestaban y metían a la patrulla. Extrañamente todo estaba yendo bien. No tuvimos que hacer nada más para probar que él era una persona peligrosa. Ya dentro de la patrulla comenzó a gritar, maldecir y amenazarme a mi y a mi familia. Fue un alivio que se lo llevarán, sentía que ya no correría más peligro y solté un enorme suspiro cuando se fueron y mi tío cerró la puerta. Al menos por ahora todo había acabado, pasé el resto de la noche en casa de mis tíos y al día siguiente regresé a mi casa. Me había creado un trauma difícil de superar, pero con mi familia me sentía más segura y protegida.