Oscuridad, eso es lo único que veía. Silencio, eso es lo único que se escuchaba. Y metal, frio, eso es lo único que se podía sentir alrededor mío. No sabía en donde estaba. No sabía porque estaba allí, lo último que recordé fue que estaba muy enojada en mí habitación, no recuerdo muy bien porque. Los recuerdos se retuercen en mi cabeza y no puedo recordar nada con claridad.
Estaba nerviosa, casi llorando, no sabía qué hacer. Después de un rato decidí levantarme, para ver en dónde estaba, había llevado ahí mucho tiempo, cuando me levante me golpee muy fuerte la cabeza contra el metal, el sitio en donde estaba debía medir aproximadamente 1 metro de largo. Traté de fijarme si había alguna manija, una puerta, una grieta, un agujero, ALGO. Pero no, no había nada. Tenía sueño, hambre, sed. Como una de esas cosas la podía resolver, trate de dormirme, y lo logré. La verdad, no sé cuánto tiempo dormí, era imposible saber cuánto tiempo llevaba ahí dentro, pero me estaba estresando mucho... Deje volar las horas como si fueran plumas.
Abrieron "la puerta" que supuestamente estuvo ahí todo el tiempo.
Era un niño, con piel blanca, casi gris, tenía ropa rota, como si estuviera trabajando todo el día. Debía tener más o menos 13 años.
-¿Quién eres?- Le pregunté en voz baja.
-Yo soy Owen, y tú eres... Brenda, ya lo sabía. Levántate y sígueme...
-¿Y por qué tendría que hacerlo? ¿Y cómo sabes mi nombre?
-Porque si no, morirías de nuevo. Y lo sé porque me lo dijiste hace un rato, inconscientemente.
-Estas alucinando, yo no estoy muerta... Explícame todo y te sigo.
-Estas en la M.N.M. Mundo de niños muertos. Es un más allá, pero con niños. Como dice el nombre, aquí vienen todos los niños del mundo que han muerto. Nuestro Dios se llama Catherine, es una niña, no es para nada buena, ella tiene el pelo negro, ojos grises, piel gris como el cielo de este mundo. Ella no tiene la culpa de ser así, todos los niños aquí estamos tristes o enojados. Imagínate, nos separaron de todo lo que teníamos, yo soy el único niño que controla sus problemas de ira, la mayoría del tiempo no estoy triste, ni enojado, estoy normal, la mayoría de los que están aquí no entienden que por alguna razón nos pusieron aquí, supongo que es para vivir una vida sin adultos y aprender lo que es ser niños, pero no, todos desperdician sus días aquí peleando y haciendo cosas que no se deben hacer. Catherine no inventó este lugar, todavía no sabemos quién lo creó, pero el que lo haya inventado no estaba nada feliz ese día... las cosas... no son muy lindas aquí, como puedes ver, bueno, te expliqué casi todo, ¿Me sigues por favor?-Asentí con la cabeza
Pasamos una calle tras otra, sin parar, caminando muy rápido, como pensé que todo era un sueño me pellizqué como 21 veces pero sin duda era todo real, seguimos caminando y me estaba empezando a cansar. Pero al fin llegamos. ¿A dónde? Ahí, al Mundo de los Niños Muertos. Más que grande. Inmenso. Miles y miles de niños vestidos con harapos, con ojos que parecían hundidos en sus inmensas ojeras. Manos callosas, descalzos, pies sucios. Terrible. Iban y venían con herramientas de trabajo. "Esclavos", pensé.
-Eso es precisamente lo que hacen, son los esclavos de Catherine. Lo miré, sorprendida-. Mira, en el Mundo de los Niños Muertos, todos tenemos conexión por empatía con alguno. Elegimos con quién tenerla, y el otro individuo debe estar de acuerdo para que se dé. Te he elegido a ti, Brenda. Y tú estás de acuerdo. Así que puedo leerte el pensamiento...
-Oh... Bueno... ¿En qué momento dije estar de acuerdo?
-Inconscientemente. No importa. Pero la conexión tiene otra cosa...
-Dime.
-Bueno... Si me arrastra, a ti también... Si me llevan, tú...
-¿Si te arrastrara quién?
-Oh, no importa, luego entenderás. Vamos, Catherine querrá conocerte.
Me arrastró a través de la multitud de niños muertos abriéndose paso a los empujones. Los niños me miraban fijo, sin dejar de trabajar. Era horrible. La tristeza de sus miradas era infinita. La indignación también. La bronca, el rencor, el enojo. Pero lo peor que podía revelar su mirada, era la decepción. Que el mundo haya sido algo completamente distinto a lo que habían pensado, algo mucho peor. Eso era lo más terrible. Miré para adelante, rehuyendo aquellos profundos ojitos que trataban de transmitir algo.
Owen me llevo de una calle a otra, todas llenas de esos tipos de niños y niñas. Debimos estar media hora caminando, hasta que llegamos a una casa, más que casa, una mansión. Era la construcción más hermosa, perfecta y detallista que había visto en todo el mundo. Era una casa blanca, con detalles en verde, nada terrorífico, todo lo contrario, le daba un aspecto lindo y "vivo" al mundo...