Kenma estaba relativamente feliz, lo habían dejado salir antes de su turno de la floristería y él y su novio habían acordado encontrarse en la casa del este para que kenma pudiera dormir ahí, el rubio falso pensó que sería una buena idea llegar antes, como una sorpresa.
Camino a casa de kurō había una cafetería, no estaba muy a la vista, tenías que recorrer algunos callejones aunque valía la pena porque era muy bonita, tampoco era la favorita de Kenma por el café pero su tarta de fresas era deliciosa, y el mismo sabía que Tetsutoru amaba ese horrible café, así que tal vez pasaría por uno en el camino.
Enfrente de la cafetería había una pequeña plaza de la que casi nadie sabía, tal vez era porque estaba entre tantos callejones, pero eso le daba un toque mágico, había unos cuantos cerezos y una fuente en medio, era un lugar especial y un poco secreto.
Cuando estaba terminando de cruzar el ultimo callejón para vislumbrar la cafetería, se detuvo, vió algo que no quería aceptar pero en lo profundo de su ser, sabía que solo era cuestión de tiempo, porque sabía que Kurō no era su alma gemela.
Estaba ahí sentado, junto con un rubio, parecía un ángel, con una piel pulcra y blanca como el mármol, le había parecido verlo en su juventud, cuando jugaban voleibol y sinceramente el también había pensado que el rubio era muy bonito. Tsukishima Kei estaba siendo cortejado con una tarta de fresas por Kurō Tetsutoru y el rubio parecía disfrutar del postre, tanto que podía hacer caras de satisfacción que a Kurō le gustaba admirar con ojos enamorados.
La piernas de Kenma fallaron detrás de la pared del callejón, se paró de nuevo y camino a casa de Kurō mientras sus ojos derramaban lagrimas sin expresiones.
Kenma espero en su casa por algunas horas, realmente no supo cuantas fueron o si estas si quiera fueron horas, no podía tener otros pensamientos aparte de lo que había visto esa tarde, una notificación llegó a su celular, una especialmente fuerte para sacarlo de sus pensamientos, una llamada.
Tenía guardado en su celular el numero como "♥Kurobb♥" cortesía del pelinegro, algo que Kenma no se había molestado en cambiar, rápidamente contestó.
—Hey, Kozu, ya estoy llegando a casa, tú a que hora llegarás?
—Oh, em, ya estoy aquí, me dejaron salir un poco antes de lo planeado
—¿Que?, ¿enserio?, ¿porque no me dijiste?
—Lo siento, quería que fuera una sorpresa
Por un momento la voz de Kurō le había hecho olvidarse de todo y pudo poner una pequeña sonrisa en sus labios olvidándose de todo lo sucedido.
—Oh, ¿es así?, entonces no sé nada, no sé donde estas ahora Kozu, así que te esperaré en casa, byee~.
Y colgó.
La tarde transcurrió sin ningún inconveniente, cuando Kurō llegó a casa, actuó sorprendido mientras decía que no esperaba a Kenma tan temprano en casa, mientras se abrazaban y sonreían, Kenma se permitió disfrutar de su "última cena".
Ya acurrucados en la cama mediana de Tetsutoru a la luz de la luna, Kenma decidió que había sido todo, que necesitaba liberar a Kurō de una vez por todas, realmente había sido un poco su culpa, pero eso no importaba ahora.
—Oye, Testu— Sus palabras habían sido tan suaves que si Kurō no estuviera exactamente junto a él no podría haberlo escuchado
—Hmm
—¿Te acuerdas cuando éramos pequeños?
Las mentes de ambos volaron a cuando iban al parque juntos y cuando Kenma aún no se teñía el cabello.
—Claro que sí, eras y sigues siendo un gatito precioso.
—Primero pensé que eras genial y conociéndote descubrí que eras un tonto
—Oye, eso duele
—hm, perdón, ahora sigo pensando lo mismo solo que creo que eres un poco más idiota ahora, queriendo cuidar de mis sentimientos cuando hieren los tuyos.
Todo se quedó en silencio, mientras Kurō sabía que algo no andaba bien.
—Kurō, ¿Porque no me dijiste que no tenías mi marca?, ¿no lo sabías?, agh, sé que lo sabias Tetsu, y yo también, demonios lo sabía, y no hice nada, por eso duele más, ¡dijiste una y otra vez que me amabas, y sé que lo haces, solo que no es la forma en que yo quería que me amases.
Kurō se tensó con su mano en el cabello de Kenma, pero no pudo decir nada, porque sabía que era una maldita verdad.
—Yo sabía que no eras mi alma gemela y aún así te retuve, ¿sabes?, se siente como la mierda esto, me siento como si te estuviera estorbando, como si yo fuera el otro.
Las lagrimas ya corrían descontroladamente por el rostro de Kenma y Kurō sentía que ya ni siquiera se merecía tocarlo.
—Te ví en el café, Kurō, ví su tobillo, tiene la misma marca que tú, las nuestras solo se parecen, pero la de el era igual, tus ojos brillaban mientras lo veías, Kurō, eso dolió mas que si me hubiera dicho que no cuando te pedí que fueras mi novio.
Kurō sabía que no eran almas gemelas desde el principio, de hecho para ese tiempo, él ya estaba comenzando a perseguir al rubio pero Kenma parecía tan triste cuando le pidió que fuera su novio que no pudo rechazarlo.
Kenma aparto cuidadosamente la mano de Kurō mientras se levantaba y trataba de contener las lagrimas que ya había estado reteniendo toda la tarde.
—Adíos
Estaba a punto de salir de la habitación para tomar sus cosas en la entrada e irse pero un susurro lo detuvo, al menos no por siempre, al menos no era un "quédate" o "no te vallas" porque no sabría como lidiar con eso, sabía perfectamente que si hubiera sido alguna de esas frases solo se lanzaría a los brazos de Kurō otra vez.
—Gracias
El susurro de Kurō fue tan débil que apenas se pudo escuchar.
—Sé feliz, Kurō
Probablemente había sido lo más difícil de decir en su vida.
Con esto Kenma salió de la casa rumbo a la suya mientras se acurrucaba en sus brazos para esconderse del frio y una bicicleta rápida como un rayo se aproximaba en la banqueta paralela a la suya, todos sus sentidos se agudizaron y se obligo a voltear por donde la rápida bicicleta pasaba, se dió cuenta de que el chico también había volteado y sus ojos se encontraron por un segundo, lo que le costó al pelirrojo estrellarse con un poste unos metros más adelante.
Kenma corrió para llegar al chico herido y cuando llegó lo vió siseando de dolor mientras cerraba los ojos, pero lo que más lo impresionaba eran la gran marca en en medio de su cara, que sorprendentemente era igual a la de su cadera, no es que recordara todos los detalles de su marca, si no que solo con el hacho de verla podía saber que era la misma, de igual manera se preguntaba que si había sido benéfico dejar a Kurō de una vez por todas y que también no era solo para liberarlo a él, sino también a sí mismo, que el universo esperaba a que estuviera libre para mandarle una pelota.
Al chico lastimado no le pudo importar menos que sus antebrazos estuvieran sangrando terriblemente necesitaba el nombre del chico cuyos ojos lo habían cautivado.
— Yo, yo soy Hinata Shoyo, ¿y tú?
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Espero que te haya gustado, también puedes leer "YOU KNEW IT II Y III", gracias por leer :)
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YOU KNEW IT
RomanceSé que lo sabias Tetsu, y yo también, demonios lo sabía, y no hice nada, por eso duele más.