Tú eras la noche y yo el día, pero no éramos capaces de formar las 24 horas completas. Tú eras el mar azul e infinito y yo el Sol amarillo y redondo, pero nunca fuimos capaces de formar el verde de una selva exuberante. Éramos dos polos opuestos, pero en vez de atraernos, nos repelíamos. Y aun casi creíamos que lo nuestro era imposible. Nunca dejamos de insertarlo. ¿Acaso había alguna posibilidad?
La respuesta era no, aquello era imposible. Lo intentábamos porque creíamos que se podía, que lo nuestro iba a acabar bien. Que seriamos felices. Que el amor vencería nuestras diferencias. Sin embargo, estas diferencias fueron las que nos alejaron. Así era nuestra relación. Un casi pero.
Entonces pensé, pero esta vez con la razón y no con el corazón. Pensé en cuál era el error y me di cuenta de una cosa: el error que ambos cometimos fue pensar con el corazón y sentir con la cabeza.
Era el momento de parar, de separarnos. Cada uno debía tomar su camino para poder avanzar en este juego llamado vida. Yo me detuve, mire donde estaba y hacia donde quería ir. El hizo lo mismo. Fue entonces, cuando nos dimos cuenta de que quizás hubo algo pero nunca fuimos nada.
Meses después de separarnos, el murió en un accidente de tráfico y yo no supe que hacer. Por suerte, llego un hombre que con su sonrisa y su mirada, sin necesidad de palabras, solo corazón, me dijo cuál era el camino. Ese camino pasaba por él. Desde entonces fui verdaderamente feliz. Pero aquello duro un año, el murió y yo nunca más volví a enamorarme, tuve una vida triste, morí de pena. Nunca, absolutamente nunca, olvidare lo que pudo ser y no fue con el chico del cual me enamore y al que solo deseo que descanse en paz.
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Pudimos ser todo y no fuimos nada
KurzgeschichtenDos chicos tan diferentes como el agua y el aceite se enamoran y no son capaces de continuar su amor. Ella se da cuenta muy tarde de su error