La taberna apestaba a alcohol, el "Revolver Magnético" era un antro sucio y descuidado. Debian Milles nunca paraba en aquel lugar, pero ese día había sido agotador y precisaba algo de agua. El hombre ataviado con una gabardina larga de color tierra,un chaleco oscuro y unas botas con espuelas, a pesar de que los caballos nunca habían llegado a Marte, se acercó a la barra deshaciéndose de su sombrero vaquero, para apoyarlo sobre la madera.
- ¿Un Tequila Sunrise?.- dijo el barman mientras limpiaba con una mano mecánica la barra descuidada.
- Necesito agua. - Dijo Debian, bajando el tono.
- Serán seis balas.- Respondió el barman dándose la vuelta.
Miró de reojo a tres hombres que se apostaban la munición al poker. Habían detenido el juego por algún motivo, y Debian empezaba a percatarse de que su presencia llamaba la atención en el lugar. Tomó aire tranquilizándose, cerró los ojos recordando que su revolver todavía estaba cargado.
El barman no le sirvió el vaso de agua hasta que Debian dejó caer las balas sobre la barra con la mano izquierda. Y con esta misma mano alzó el vaso para beber, notando el silencio en el ambiente. Debian flexionó las rodillas y retiró la gabardina con la mano derecha, dejando vía libre al revolver en caso de necesitarlo.
Las pantallas holográficas de las grandes ciudades mostraban la cara de Debian como un bandido buscado y ofrecían una buena suma por su cadáver. Ese era el motivo de la tensión en la taberna. Un metálico rebote sonó al caer un casquillo al suelo desde lo alto de la mesa de poker, al sonar el segundo rebote, Debian se había retirado de la barra, encogiéndose bajo su gabardina, la cual a pesar de parecer una corriente prenda de vestir, disponía de un mecanismo de camuflaje óptico.
Los tres pistoleros de la mesa saltaron a su derecha, tras la barra, a la vez que desenfundaban los revólveres para freír a disparos todo el local. Debian se mostró de nuevo en la esquina de la taberna mas cercana a la puerta, disparando desde su mano izquierda con una escopeta recortada que escondía a su espalda. El proyectil no hirió a nadie, se enganchó en la madera tras la barra, y se activó como si de una mina se tratase.
Era un dispositivo magnético de gran potencia pero corto alcance. Los pistoleros fueron brutalmente arrancados de su cobertura, alzados en el aire y enganchados en la pared por culpa de sus cinturones metálicos, sus armas, sus implantes protésicos y otros añadidos...
Debian solo tuvo que disparar tres veces para calmar la amenaza, y tras los gritos y las promesas agónicas de venganza, el hombre recuperó su sombrero y salió por la puerta a la fría noche del desierto de Marte.