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La vida de un mestizo nunca ha sido nada fácil, siempre luchando por mantener su vida a salvo de los feroces monstruos que los ven como un rico aperitivo o sino algún dios vengativo que termina cogiendo venganza hacía ellos cuando no tienes las culpa de sus problemas divinos.
Pero, bueno que te puedo decir desde que Agnes Waterhouse llego al campamento mestizo tuvo que lidear con otra clase de problemas más que los existentes, no es culpa de ninguno de ellos, a final de cuenta eran adolescente con habilidades "especiales" según su progenitor o progenitora divino. Además que a veces llegan a ser una especie de títere en un pequeño juego de ajedrez entre los dioses o sus grandiosas "misiones" que muchas veces conducían a su propia muerte.
Como en este preciso momento todo estaba completamente oscuro a su alrededor, el singular sonido de la naturaleza acechaba sus oídos, tan tétrico como lo es un bosque a las tres de la mañana. Sus piernas hacían lo mejor posible corriendo a todo lo que pueden dar, brincos, hojas rompiéndose bajos sus zapatos y troncos atravesados en mitad de su trayecto.
Huir de una arpía era su objetivo.
Ella había intentado ocultar su olor de semidiosa con una de sus pócimas pero esta había terminado hace un par de kilómetros atrás, cuando se le ocurrió la maravillosa idea de irse por su cuenta dejando a su equipo de encrucijada atrás en Port Angeles e ir sola a el pueblo más cercano llamado Forks.
Donde originalmente era la misión.
—¡Diablos!—un chillido se escapó de sus finos labios.
Accidentalmente había pisado mal al tratar de saltar un tronco bastante alto que estaba acostado en su camino, sus manos impactaron primero contra el suelo protegiendo de esta manera que su rostro terminara con algún daño.
Pero no podía decir lo mismo de su pie derecho.
Una tétrica risa como el siseo de una serpiente se alzo entre los árboles del infinito, ella estaba más que segura en el grado de problema que se encontraba pero eso no le intimidad mucho que se diga, su madre divina era realmente muy rígida por lo que es sumamente fundamental para un descendiente de ella mostrar su valía más en las encrucijadas.
Ella giró sobre su cuerpo para quedar de frente pero sentada sobre el suelo húmedo.
Una silueta se logro detallar a través de los escurridizos rayos de la luna que se colaban entre las copas de los altos árboles, dejando ver la mezcla entre una mujer con anatomía de un buitre; la parte inferior de su cuerpo y alas eran parecidas a las de aquel peligroso animal, mientras que el dorso y rostro era la de una mujer. Su cabello es denso y enmarañado, casi como un estropajo viejo, pero lo que más se denotaba era aquella podrida sonrisa amplia que se extendía por su cara.
