Capítulo III: Imprevistos

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''Imprevistos, nuestra vida está llena de ellos y son aquellos momentos que no planeamos y a veces ni siquiera queremos pero están ahí sin que los llamemos, algunos son buenos como cuando te encuentras con un viejo amigo que no veías hace mucho y otros no lo son tanto como cuando vamos al médico y nos dice que tenemos algún tipo de enfermedad de la cual ni siquiera teníamos síntomas, pero en cualquier caso no lo podemos evitar así que sólo nos queda aceptarlos y tratar de sacar lo mejor de ellos, porque una vida sin ellos sería aburrida y monótona..
Son los imprevistos los que cambian y vuelven diferentes nuestros días''

Sophie

Mi actual estado de ánimo se podria definir como burbujeante, estoy feliz he esperado por acabar el último año de secundaria desde que mi papá me prohibió que lo llame así, lo cual fue hace muchos años atrás pero aún logro recordar ese día.

Tenía como diez años y mi papá acababa de regresar de terminar la universidad, el se había ido poco después de que mi madre se fuera y me habia dejado con mis abuelos, regresando solo cuando mi abuelo murió pero ni siquiera en ese momento lo habia visto, yo estaba en un campamento de verano cuando eso sucedió y cuando regrese el ya se había marchado y no lo volví a ver hasta que acabo la carrera, recuerdo que estaba tan feliz, pensaba que por fin me iba a sacar de este lugar y viviríamos solos y sin la abuela, que cada vez que podía me recordaba que mi madre era una fulana por haberse largado, dejándome atrás sin que le importe y diciendo siempre la misma frase '' ni siquiera una perra abandona a sus cachorros ", recuerdo cuando había corrido hacia el para que me abrazara, pero mi abuela me habia apartado diciendo que el estaba muy cansado y que lo ultimo que necesitaba era a una mocosa latosa, en ese momento creí que aún así me abrasaria, el cansancio jamás había sido un impedimento porque cuando había sido más pequeña y mi mamá aún estaba alrededor, cada vez que llegaba del trabajo cansado decía que lo único que lo haría feliz era que su princesa le diera un beso, pero en ese momento ni siquiera me miró y se giro sin hablarme trate de comprenderlo pero no pude así que corrí hacia el.

-Papi, te he extrañado tanto- Le dije intentando darle un abrazo.

-No me vuelvas a llamar así- Me dijo girandose, mirándome y no pudiendo encontrar en sus ojos aquel amor que me tenía y por primera vez en toda mi vida temiendole.

-Però papà- Le dije porque no entendía, siempre lo había llamado Papi pero si no quería que lo llamará más así lo podía aceptar.

-Así tampoco- Lo mire confusa porque no lo entendía.

-Papá- Le dije con un hilo en la voz y con los ojos apuntó de llorar mi papá, jamás me habia hablado así para el era su princesa, su niña y para mi el era mi heroe el que revisaba dos veces debajo de la cama en busca de monstruos.

-No te pongas a llorar y de ahora en adelante quiero que me llames por mi nombre, entendido- Me dijo mirándome como si de verdad creyera que yo ya no era su hija y fue en ese momento que entendí que no había perdido solo a mi mamá si no también a mi papá.

Ese recuerdo siempre me ha perturbo pero hace mucho que me dejó de lastimar después de algunos años logre comprender que no importaba lo que hiciera o cuanto me esforzase mi padre jamás iba a volver a amarme y debía aprender a vivir con ello, lo cual a veces era muy difícil, antes de que mi mamá se fuera el siempre estaba feliz, siempre me contaba cuentos antes de dormir o me besaba la frente, incluso cuando estaba muy cansado por su trabajo en la fábrica. El jamás se quejo ni se arrepintió de haber dejado a su acomodada familia por la nuestra, sabía que el abandono de mi mamá lo había destrozado, había sido un día después de mi sexto cumpleaños, que sin ningún motivo aparente se había ido, lo único que mi padre había encontrado antes de ir a recogerme a la escuela era una carta. El se había sorprendido mucho cuando lo llamaron de la escuela, porque mama jamás llegaba tarde y pensó que quizás le había ocurrido algo, así que salió lo más rápido que pudo hacia nuestro apartamento, pero ella no estaba ahí y tampoco sus cosas y entonces pensó que quizás nos habían robado, pero encontró un sobre que se burlaba de el en la mesa de comedor... Decía que no quería esa vida, que se sentía como en una prisión y que no era feliz que jamás lo había sido, aún tenía yo esa carta pero cada vez que la leía no la podía asociar a mi madre, ella no era así, ella me amaba y amaba tanto a mi padre, siempre estaba feliz incluso cuando las cosas se ponían difíciles, decía que si estábamos juntos nada nos lastimaria.

Sabía que debía de dejar de pensar en mis padres y enfocarme en mi porque yo no podía cambiar mi pasado pero si mi futuro y tenía claro que no estaba en este lugar.

Estaba llegando tarde a mi primera clase porque tuve que buscar un lugar para estacionar mi coche ya que alguien había estacionado una camioneta en mi lugar, lo que me llevó alrededor de quince minutos, y como era de esperarse mi profesor de historia ya estaba ahí, me miró como diciendo en serio es el primer día y así empiezas, el era muy severo y aunque yo era una persona responsable y siempre la mejor de la clase, el siempre parecía tener algo en mi contra.

-Señorita responsable llega tarde hoy- Dice Amy, cuando me siento a su lado.

-Un idiota estacionó en mi lugar- Digo de mal humor.

-Se que odias llegar tarde pero por una vez no creo que se acabe el mundo- Dice y yo simplemente volteo para prestar atención a la clase.

A la hora del almuerzo mi mal humor se había ido y concentrandome en el hecho de que este sería por fin el último año, antes de poder ser libre volvía a estar feliz.

Había decidido desde hace mucho que iría a la universidad más alejada de este lugar, cuando crecía tuve miedo de no poder alejarme lo suficiente de este lugar, sabía muy bien que mi abuela no pagaría la universidad, ella era del tipo de personas que aún creían que las mujeres solo debían de estar en casa cuidando de su marido e hijos, pero cuando cumplí trece años mi abuelo murió, yo jamás estuve muy unida a él, aunque no era como la abuela, el solo no me inspiraba confianza, trataba de evitarlo cuando estaba en la casa así que no lo veía casi nunca. Se la pasaba en su laboratorio que estaba en el sótano nadie sabía de el, incluso para mi fue una sorpresa cuando me llevó ahí era inmenso con grandes maquinas y tubos de ensayo con una gran pizarra escrita por todas partes, el me habia dicho que era nuestro secreto y que no se lo dijera a nadie así que no lo hice, solía preguntarme si la abuela lo sabía pero al parecer no tenía idea de ese lugar.

Cuando murió me sorprendió aún más que me dejara la mitad de todo su dinero, mi abuelo era millonario a diferencia de mi abuela que había sido pobre antes de casarse con el, pero odiaba que se lo recuerden. Cuando cumpliera los dieciocho yo sería muy rica, claro que mi abuela trato de impugnar más de una vez el testamento pero no tuvo éxito.

-Ven aquí- Me dice Nick señalando el asiento de el frente de su mesa, sacándome de mis pensamientos.

-Dónde está Amy- Le pregunto cuando no la veo por ningún lado.

-Debes haberse quedado en clases necesita mucha ayuda si se quiere graduar con nosotros- Dice, sabía de que hablaba a Amy jamás le había importado la escuela pero el año pasado cuando Nick y yo le dijimos nuestros planes, después de terminar el instituto se puso a estudiar, obviamente no se quería quedar sola en este lugar.

-Aún tiene miedo de que la dejemos atrás- Le digo y el asiente, sabía que Nick quería lo mismo que yo y eso era dejar lo más rápido este lugar. Su madre Durante años había tenido tantos amantes que ni siquiera se podían contar, además siempre estaba intoxicada con pastillas y no prestando atención en nadie mas que ella y su dependencia a los fármacos, un día su padre no lo soporto más y se fue, después del divorcio de sus padres su madre se había vuelto a casar y su padrastro era un borracho siempre estaba bebiendo y gritando y aunque sabía que jamás la había golpeado no sabía por cuanto tiempo sería así, siempre se ponía violento, el había intentado hacerle entender a su madre que el no era una buena persona, pero su madre solo lo defendía diciendo que ella lo amaba y cuando se amaba a alguien se aceptaban los defectos del otro, lo cual obviamente nosotros no entendíamos.

-Ya estoy aquí- Dijo Amy sentándose al lado de Nick.

-¿Te has puesto al día en todo?- Le pregunté pero ella no me respondió algo había capturado su curiosidad y su mirada estaba en la entrada del comedor, me gire para ver que era y lo vi era el chico que estaba en la fiesta la otra noche el que me ayudó con Daniel, estaba con dos chico que parecían de su misma edad y una chica que parecía más joven que ellos, no pude evitar dejar no verlo, hasta que me miró y supe que me habia reconocido.

Fantasma del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora