1.- ¿Voy a morir?

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— ¡QingGe! ¡Liu QingGe!

La voz de Nie HuaiSang tiembla con cada paso que da. Ah, ¿por qué parecía ser que la desgracia se empeña en perseguirlo? ¡Sólo quería una cita normal con él! ¿Acaso era mucho pedir?

Había planeado cada detalle cuidadosamente: irían a la ciudad de Caiyi para pasear, lo cual fue de maravilla: Nie HuaiSang le mostró a Liu QingGe los lugares que recordaba de su juventud mientras estudiaba en Gusu al tiempo que le platicaba del tiempo pasado allí y de los problemas en los que él y Jiang Cheng se metieron por seguir a Wei WuXian. En este punto el joven Nie exhaló un suspiro de melancolía: la relación entre ellos tres estaba rota al punto de no poder repararse… o eso creía él, las expresiones de sus antiguos amigos eran indescifrables para él. Liu QingGe lo consoló confiando el como su relación con su shixiong, She QingQiu, había sido mala para después ir mejorando gradualmente. No había sido fácil, pero al final lo habían logrado, y el relato del señor de Bai Zhan había terminado con unas palabras de aliento.

— Pequeño Nie, no hay una relación que no tenga arreglo si las partes involucradas ponen su empeño en ello.

Ahora, mientras se arrastraba patéticamente por el suelo de la caverna a dónde vino a caer, prometió hacer caso a Liu si salía de allí. Nie HuaiSang prometió fervientemente que si salía con vida de allí iría a buscar a Jiang Cheng y a Wei WuXian para restaurar su lazo de amistad. Pediría perdón, suplicaría de ser necesario, pero les haría saber que deseaba recuperar su amistad, deseaba que fueran los mismos amigos que se metían en problemas aunque sabía que no sería igual: había años de resentimiento y pérdida que debían superar. ¡Pero debía intentarlo! El líder Nie logró ponerse en pie y se recargó en una pared, presionando los puntos de acupuntura necesarios para controlar las hemorragias internas y externas que tenía, y se tomó un momento para examinar los daños en su cuerpo: aunque su caída fue aparatosa, no se había roto nada milagrosamente, por lo que su única preocupación eran las hemorragias.

"Voy a morir"

El pensamiento apareció repentinamente, pero no era suyo. Nie HuaiSang estaba seguro de eso: no había sobrevivido a una potencial desviación de Qi solo para venir a morir a este sitio. ¿De dónde venía entonces este pensamiento?

— Voy a morir. Shixiong, ¿voy a morir?

Nie HuaiSang se vio envuelto en lo que podía describirse como una alucinación: estaba en medio de una habitación, donde se encontraban tres hombres. Uno de ellos, el que lucía más imponente, se acercó a otro de aspecto sencillo y puso su mano en el hombro del contrario.

— Yin Yu— dijo—. No te detengas. Todo lo que tiene Quan YiZhen fue tuyo alguna vez y puede ser devuelto a tí. ¿No es esto lo que querías: deshacerte de tu molesto shidi? ¿No lamentaste durante años haberlo tomado bajo tu protección?

La expresión en el rostro de Yin Yu era complicada: por un lado estaba dispuesto, mientras que por otro recelaba. No sabía que hacer, en su mente se agitaban ideas, una tras otra, todas pugnando por tener un lugar para florecer.

Y entonces, una voz lastimera le devuelve la claridad.

— Shixiong…

Nie HuaiSang ve a Quan YiZhen en el piso, en un estado lamentable, sus ropas están hechas jirones y tiene golpes por todo su cuerpo, algunos de éstos parecen ser de gravedad y el líder no puede evitar sentir preocupación aunque sabe que él no puede hacer nada para ayudar.

— Su deber es solo observar.

Esta voz, suave y gentil, hace que Nie HuaiSang dé un respingo, mirando a todos lados buscando su origen sin ver nada en concreto. La voz débil de Quan YiZhen devuelve su atención a la escena que se desarrolla frente a sus ojos: hay una furia indescriptible en la mirada de Yin Yu conforme se acerca a Quan YiZhen, una ola de energía espiritual rebosa en su mano, lista para ser disparada en un golpe letal.

— Yo… moriré después de esto, ¿verdad? Shixiong, ¿voy a morir?

Las últimas palabras de Yin Yu son crueles son crueles para Quan YiZhen.

— No vuelvas a llamarme shixiong nunca más.

Y descargó un golpe que apagó la vida de su antiguo shidi.

La visión se desvanece, y Nie HuaiSang se encuentra de nuevo en la caverna con la respiración agitada, preguntándose qué había sido todo eso. Con un esfuerzo sobrehumano comienza a andar de nuevo, tiene que encontrar a Liu QingGe y ambos tienen que salir de allí.

La cueva de las desgraciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora