Mudanza

15 2 1
                                    

Jamás olvidaré aquel día, la familia celebraba la nueva mudanza, el nuevo inicio, la nueva vida de sus parientes.

La ubicación no era la mejor, para nada, estaba a más de una hora del hospital más cercano, mucho más lejos se encontraba la ciudad, tal vez no era el mejor lugar para que crecieran los niños, pero ¿qué se le podía hacer?

La familia llevaba viviendo ahí por poco más de una semana, realmente no les disgustaba estar en ese lugar; casi no circulaban carros por aquella carretera que se encontraba al lado de la casa, tampoco se escuchaban los molestos ruidos de la ciudad, el clima parecía ser bastante bueno y la cabaña, acogedora. Los alrededores llenos de sembradíos y un río que se escondía en ellos a diez minutos de la carretera intrigaban a las menores de la familia, deseaban explorar y ese lugar sería perfecto, la seguridad no le preocupaba a los padres, se suponía que era un zona tranquila.

La casa era bastante grande, tal vez alguien podría perderse en ella. Los niños todavía no la exploraban en su totalidad, lo que más llamaba su atención era el oscuro y frío sótano, qué mejor que conocerlo acompañados de sus primos (en su mayoría, de la misma edad).

Los pequeños bajaron, el lugar estaba casi completamente vacío. El mayor de ellos, de aproximadamente 8 años, llevaba un vela en la mano pues el sótano no contaba con luz eléctrica.
Había unas 6 puertas; 5 del mismo tamaño, color y forma. La sexta puerta era mucho más pequeña y de un color tinto, algo desgastado cabe mencionar, que contrastaba con el color blanco de las demás.

A una niña le llamó la atención esa puerta (¿¡por qué precisamente aquélla?!). Decidió acercarse, nadie más la quiso acompañar, a todos les daba un mal sabor de boca. Una de las pequeñas que habitaban en la casa, la mayor para ser precisos, intentó detenerla llamándola desde su lugar pero la otra hizo caso omiso.
Ya era tarde, ya estaba ahí, no había marcha atrás. La niña tomó el perilla  de la puerta y al instante se apagó la vela, la única luz que iluminaba esa habitación.
Un grito se escuchó, un solo grito, uno que combinaba terror, angustia y arrepentimiento, uno desgarrador que le pondría los pelos de punta a cualquiera.

Todos subieron amontonados, temblando y llorando, pidiendo auxilio y refugio a sus padres. En un principio, los adultos pensaron que habían visto a algún animal o se espantan con la imaginación que tenían pero después de percatarse de que una cucaracha o el crujir del viento no podía aterrar tanto a un niño, ellos también se alarmaron, dándose cuenta de que hacía falta una niña.

Nadie la encontró, los niños se negaban a hablar de que habían visto. La desesperación de los padres de la niña los forzó a llamar a la policía, así como tardaron en llegar tardaron  en irse.
No había personas, cadáveres, indicios o señales de lo que pudo haberle pasado a la criatura.

La familia que vivía ahí empezó a sentirse muy incómoda, a toda hora todos los días había policías interrogandolos o investigando en la casa, ya no sentían que fuera un lugar segura para ellos, sin contar que las niñas no podían dormir, cada noche tenían pesadillas horribles y cada día se veían más y más exhaustas. No, ya no podían vivir ahí, decidieron abandonar la casa después de que las autoridades terminaran la investigación y mudarse a la ciudad.

Pasaron los días, los meses, los años (13 con exactitud), la casa poco a poco iba dejando de ser objetivo de los periódicos, los policías y los forenses, casi todos se habían olvidado de ella, jamás se encontró a la niña, no se podía hacer más.

Todo iba bien con aquella familia hasta que la crisis llegó, mucha gente se suicidó, muchos terminaron viviendo en la calle, muchos perdieron todo lo que tenían, la familia subsistía como podía pero al final la crisis les afectó a ellos también.
No podían costear el pago de la renta pero ellos tenían una opción, una que no era tan descabellada, mudarse de nuevo a aquella casa a la orilla de la carretera, a fin de cuentas, nunca se logró comprobar que ahí se cometiera un crimen y preferían tener dinero para comer, además ya había pasado mucho tiempo, todo estaría bien, no?

La decisión estaba tomada, nadie se opuso, enserio preferían tener dinero para comer.
Así, se pusieron en marcha hacia su nuevo hogar, un viaje de más de una hora con  destino a la mitad de la nada...

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 27, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

A la orilla de la carreteraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora