RELATOS

DEMONIO

Aquella bella joven se encontraba huyendo de mi, recorría rápidamente las calles vacías de ese pequeño pueblo, yo solo la seguía a un ritmo rápido, no entendía por que corría, yo solo quería abrazarla, tranquilizarla, decirle que todo estaría bien, necesitaba tenerla entre mis brazos, necesitaba darle todo mi amor, pero ella no se detenía ni un solo segundo; parecía que no era consciente ni de a donde iba, solo no quería que yo no me acercara, pero no pensaba ceder, la perseguiría hasta el fin del mundo, mi amor hacia aquella muchacha era inmenso.
Fueron felices los días que pasamos juntos, pero podía notar algo raro en ella, en su pérdida mirada, ¿por qué? ¿por qué actuaba así? ¿por qué se alejaba? Siempre fui bueno y amable, deje que se hospedara en mi casa, le di de mi comida, le presté de mi ropa, deje que pasara las frías noches a mi lado, pero aún así, me había abandonado, y no tenía planeado dejar que mi pequeña se marchara tan rápido. Todavía recuerdo la primera vez que la vi, con su uniforme escolar, se encontraba llorando en medio de la carretera, decidí tomarla del brazo, y dejar que se quedase conmigo.
Esa pequeña desagradecida aprovechó el que tuviera una visita de mis vecinos para salir corriendo de mi casa sin si quiera agradecérmelo, para cuando aquellos hombres entrometidos se marcharon, ella ya estaba saliendo por la puerta trasera con una mochila . Pero yo no dejaría que fuera muy lejos.

Dejé de recordar aquellos momentos a su lado, y podía notar que ella comenzaba a cansarse, así que, en un momento dado, decidió esconderse en un baño público, apoyada en los lavabos se encontraba, mirándome fijamente a través del espejo con gran temor, yo fui acercándome cada vez más ella, una vez que la tomé del brazo, alcé la mirada hacia el espejo, y entonces me di cuenta, que de quien huía, no era de mi.

Lo siento mucho pequeña...