~Capítulo Siete~

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No sabía que decir, las manos me temblaban, estaba volviéndome loca, sudaba, pero sólo estaba mirándolo, él tenía sus profundos ojos verde oscuro clavados en mi, y yo sólo podía mirarlo de vuelta, decidí desviar la mirada. Eso fue lo único que pude hacer, las palabras no conseguían salir de mi boca.
-Yo... Yo, no sé que decir. Dije.
-No, no tienes que decir nada, lo siento, que idiota soy. Dijo él mirando el suelo.
En realidad me sentía mal de que él pensara así de si mismo, pero, yo también pensaba mal de mi misma, y cómo se lo que se siente odiarse a si mismo, decidí decirle algo, también por la educación que me dieron en casa, mamá siempre decía que era mejor ayudar a otros que pensar en mi misma, nunca me acostumbré a eso.
-No, no te preocupes- Esbozando una sonrisa compasiva.
-Segura? Lo siento mucho- Dijo él aún sin mirarme.
-Estoy segura, Nat.- Dije, tomando su mano.
-Bien. - Dijo él, nervioso. Noté algo de tensión en su mano así que la solté.
Cuando terminamos la comida, que estaba exquisita, se ofreció para llevarme a mi casa. Acepté.
-Por aquí, - Me dijo, abriendo la puerta de su auto.
-Me subí. Gracias- Dije.
El camino a mi casa fue de silencio, un silencio tan tenso que podría tocar la tensión con las manos, a veces me sacaba temas estúpidos de conversación, como música o algo por estilo.
Llegamos a mi casa, saqué las llaves (que esta vez no olvidé) y abrí la puerta, me pareció de buen gusto invitarle un café, aunque no estaba segura si aceptaría. Al final me decidí por invitarlo.
-Am... Nat?
-Si? -Dijo el con ojos brillantes.
-Te gustaría tomar un café?- Dije, tratando de disimular lo nerviosa y acelerada que estaba. Nunca había estado así por un chico.
-Claro, claro que sí. -Dijo sonriendo.
Entró a mi casa, aunque vivo sola, soy muy organizada así que la casa siempre está en orden.
-Es una hermosa casa. - Dijo.
-Oh, gracias. - Dije sonriendo.
Nos sentamos en la mesa de la cocina, estábamos cerca. Muy cerca. A quince centímetros uno del otro mas o menos, yo sentía que necesitaba estar más cerca de él.
Pero me quedé inmóvil mirando al suelo.
Y de la nada, sucedió, lo que pienso que debió suceder, el me besó. Me besó suavemente, como preguntándome si debería seguir, yo solo seguí besándolo, no mas rápido, ni más fuerte, pero no de una manera cortante. Así que él se decidió y me besó más fuerte, esta vez con su mano en mi mejilla. Nos separamos.
-Lo... Lo siento tanto. - Dijo él apenado.
-No... No, está bien, en serio. - Dije.
-Gracias. - Dijo.
Me pareció relajante y de "amigos", invitarlo a ver una película en mi sala. El obvio cedió. Estábamos en mi sofá, a una distancia muy considerable, viendo una película de sangre y tripas, algo asqueroso en realidad. Me miró, y tuve que desviar la mirada para que no note que lo miraba. Se acercó a mi, yo sólo lo miraba. Acercó su cara a mis labios y me besó de nuevo, no de manera dulce, sino fuerte, rápido, con pasión y "deseo"? Qué es eso? Pues no sé, sólo besé dos chicos contándolo a él en mi vida, así que obviamente sigo virgen, no es algo de lo que me guste hablar. El me seguía besando, puso su mano en el tirante de mi vestido lentamente, sus dedos, largos y delgados, me hacían estremecer. Me quitó el vestido de modo que estaba en ropa interior, sin mencionar que mis panties eran rosas con estrellas y arco iris.
-Linda ropa interior. - Dijo riendo.
-Cállate - Le dije sonriendo.
Él estaba sobre mi, sin camisa, yo contemplaba su esbelta figura. Pero me devolví a la realidad. Soy virgen, no sé cómo hacer esto.
-Nat. - Dije, mientras el besaba mi cuello.
-Si? - Me dijo, mirándome.
-Soy... Soy virgen. - Dije, en tono bajo.
-Lo sé, está bien, tranquila. Quieres hacer esto conmigo? En serio quieres que yo sea el primero?. - Me dijo, su voz sonaba severa, no molesta, tranquila.
-Quiero... Quiero que seas el primero y el último. - Dije. - Rodeé su cadera con mis delgadas piernas, y bueno, ya saben que pasó luego.
La mañana siguiente me desperté muy desorientada. Algo dolorida, sí. Me dolían las piernas, el vientre y tenía unas marcas extrañas en el cuello. Abrí los ojos lentamente.
-Hola - Me dijo Nat, sonriendo. Parece que ha estado mirándome un tiempo.
-Hola - Dije sonriendo.
Nos levantamos, hicimos el desayuno y fuimos a trabajar.

Un verano entre risas y lágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora